En el día del tambero, una sugerencia para el sector. “Hay que mejorar la humanidad en la lechería”

Por Elida Thiery (Bichos de campo) - Hoy 23 de febrero se celebra a los tamberos, en honor a la formación de la Unión General de Tamberos en 1920. Para festejar (porque no es el 14 de noviembre el día) hay que hacerlo con los que no se cansan de empujar a la actividad, a los que la hacen y sobre todo con los que están en el promedio productivo nacional.
En Coronel Fraga, bien en límite centro-oeste de Santa Fe, esperan en su campo Juan Ignacio Garetto, mientras arregla un alambrado y su mamá, Marcela Bessone, que siempre está ayudando en las decisiones que llevan adelante a esta unidad productiva de la que vive su familia y la del tambero, Daniel que con Laura y sus hijos, también se desarrollan en el lugar de forma directa, además de profesionales y servicios que lo hacen de forma indirecta.
Fue el padre del bisabuelo de Juan Ignacio el que compró originalmente la tierra, que pasó a sus 11 hijos, con el acuerdo de vender 9 de las hermanas la posesión a los dos varones y así se conservó el campo en la familia Bessone.
Con el orgullo de ser la quinta generación en el tambo, uno de los cinco que quedan en la localidad, que se inició con la raza Shorthorn por su doble propósito, pasando ya en el inicio de la década del ´40 a un rodeo Holando Argentino de un tipo más frisio que americano, más bajo, liviano y manejable, pero con la tradición y gusto familiar de elegir toros bien negros con estrella blanca en la cabeza y así tener un rodeo completo predominantemente oscuro con patas blancas.
Desde las inundaciones no volvimos a alquilar campos. Sufrimos seis desde 2012, porque siguieron 2013, 2014, 2015, en 2016 en abril y en diciembre que decidimos sacar la mitad de las vacas y las llevamos a un campo en Colonia Marina (Cba.), volviendo en 2019. Fueron 27 meses de ordeñarlas en otro lado para no perderla y nos quedamos en nuestro tambo ordeñando 600 litros por día, sobreviviendo con unos rollos chicos que comprábamos a un camionero que los traía desde Santa Rosa de Río Primero”.
El tambo implica estrategias desafiantes todos los días y este de 97 hectáreas de tierra propia y 24 más en frente, viene trabajando de forma muy metódica en el análisis de las napas, para poder mejorar la utilización de molinos, hacer cosecha de agua de forma adecuada, e incluso instalaron dos tanques de reserva al lado de la sala de ordeño.
Muy cerca de la Ruta Provincial 70, con caminos de tierra que ni siquiera tienen mantenimiento, cada lluvia complica la recolección de la leche cruda, para eso y desde 2012, el tanque de frío puede guardar más de dos días de ordeño y así se acomoda mejor el transporte de la leche.
Sabiendo que este es un año que empieza muy dificil con una caída histórica de producción que promedia en el país el 12 por ciento, este tambo en la primavera llegó a tocar un pico de 2.800 litros diarios con 135 vacas y ahora están en 120 animales que entran a la sala, dejando 2.300 litros por día.
Para un tambo chico los desafíos siempre son más grandes, por eso este Ingeniero Agrónomo decidió sumarse con otros 9 productores a un grupo de Cambio Rural, que ya tiene formato de adherentes, habiendo avanzado todos en aspectos técnicos, de manejo, pero también en lo comercial.
Este tambo de 97 hectáreas de tierra propia y 24 más en frente, viene trabajando de forma muy metódica en el análisis de las napas, para poder mejorar la utilización de molinos, hacer cosecha de agua de forma adecuada, e incluso instalaron dos tanques de reserva al lado de la sala de ordeño.
La compra de mega tanques la hicieron de forma conjunta, también el control biológico de moscas, silobolsas, pero de forma constante trabajan juntos y se allanan el camino mútuamente. Quizá el próximo paso sea negociar juntos por la materia prima, ante la pyme más cercana a la que entregan, manejando valores y plazos que no parecen ser los más convenientes.
A mediano plazo y superando estos meses complejos, más aún si los cultivos ayudan, la idea es “seguir creciendo, pero siempre sobre campo propio, porque los tambos de este tamaño que sobrevivimos no podemos competir con la agricultura, porque en nuestra escala no podemos convalidar los costos de los alquileres. Queremos avanzar en cabezas y en litros, porque podemos llegar a una carga sostenible de dos vacas por hectárea que nos pueden dar 220 vacas, sin problema”. La sanidad del rodeo es también una clave para no incorporar otros animales, para evitar problemas de brucelosis y tuberculosis que hoy abundan, aunque no se mencione tanto el tema.
Para eso sería clave tener créditos a disposición, pero la lechería siempre es discriminada en ese sentido, incluso quienes tienen tierra propia.
Sin embargo, siguen haciendo leche “porque es lo que sabemos hacer, pero por nuestro tamaño también, no podemos pensar en agricultura”, dice Juan Ignacio frente a los costos y las oportunidades de labor, los tiempos y las posibilidades.
Marcela es directa, “nunca nos animamos a alquilar, a dejar de trabajar, aunque nos aseguremos el dinero. Ese es el mismo ladrillo que tenemos sobre la cabeza para no volver a alquilar, no podemos arriesgarnos a no poder pagar, eso es algo que nos enseñó mi papá. Además en campos sin gente no se pueden tener animales”, porque el abigeato abunda.
Ya planeando para el año próximo bloquear las pariciones en enero y febrero, después de un año de mucha mortandad en la guachera, el complemento de la leche es la venta de machos en invernada, como para generar “un margen que nos hace posible seguir adelante, pasa lo mismo en los tambos grandes, como en los chicos”.
Pero hay una clave que la descubrió Marcela y en la que nunca pensamos. “Hay que mejorar la humanidad en la lechería. Cuando se cierra un tambo nos enteramos cuando ya pasó. A los cierres los trae la soledad, más allá de la situación económica”, por eso el secreto es juntarse, unir esfuerzos, quizá asociarse, pero claramente no estar solos en tiempos de crisis tan largas y profundas, como una tarea para los productores, pero también para las empresas que deben acompañar más a quienes les proveen la materia prima.
Con la fuerza de Juan Ignacio y la futura veterinaria de la familia que es la menor de sus hermanas, Ana, este tambo hoy celebra trabajando, para seguir adelante, para no aflojar ante cada adversidad, con el horizonte claro de seguir produciendo la bebida más completa del planeta y seguir generando desarrollo en su entorno.

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