Cultura real?

Con el resurgimiento de los reality shows, en la Argentina revivió el fantasma de los críticos del modelo cultural y su implicancia en los valores sociales de la actualidad.
Fue a comienzos de 2000 cuando este formato abrió el panorama televisivo, dotando de largas horas de transmisión a los canales que los adquirían o intentaban innovar, mientras la competencia le sacaba el jugo a ese mismo material con críticas o exaltaciones de figuras desconocidas que vivieron los "15 minutos de fama", con los que tanto soñaron y los cuales se desvanecieron con el simple paso del tiempo.
Coincidentemente con esa necesidad de ver a otro en la pantalla para jugar a encontrar similitudes con la realidad personal, llegó un duro momento de recambio político que sacudió todos los estratos y colaboraba con poner en blanco las mentes de quienes más se veían afectados por una crisis estructural con precedentes reiterados pero inesperados.
Habiendo escuchado todo tipo de comentarios sobre el tamaño de las asentaderas de tal o cual participante, la importancia de la fidelidad en las parejas, la defenestración de las personas en cadena nacional, o con la irrelevancia de contemplar a una persona tendida por horas en el sillón de un living, entra en juego la posiblidad poco valorada de tomar el control remoto y poder cambiar a una nueva propuesta de distendimiento que ofrece el mismo medio.
Como defensora de la educación a través de los medios, pero también gustosa de los momentos de relajación frente a una pantalla, considero que lo que se debe replantear quien tenga avidez de hacerlo es que la oportunidad de mirar la tenemos todos, pero la de elegir también, por lo tanto que sean libres de ver horas con poco contenido quienes así lo deseen, para criticar o disfrutar, pero que esto no genere ataques a estructura moral de una sociedad que debe atender a otras deficiencias más básicas y perdurables, que a lo largo de la historia generaron la desestabilización constante de un país que, con más ventajas que contrariedades, aún no logra asomarse a un mundo que lo espera, por condiciones productivas, capacidad de acción y también belleza.

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