Lo más gracioso de una vida nada real

Los blogs dan la oportunidad constante de editorializar. Si bien es algo que no me gusta demasiado, por no creer en la mezcla de la profesión con las causas personales, esta vez es más que justo poner mi opinión sincera en esto. Tengo que volver a referirme a Gran Hermano, esta vez en su versión Famosos.
Después de trabajar un día feriado, sin un plan concreto para la noche me dispuse a cenar, mirando El Debate del programa en su versión estrellas vernáculas. Entre las tantas peleas que se suceden luego de dos semanas de la emisión, la más fuerte de ellas protagonizada por Pablo Tamagnini y Rómulo Tirri, popularizado como Nino Dolce, generó la mayor tensión vista en las cinco versiones del formato en este país.
Más allá de manifestarme en contra sobre la forma violenta de proceder, las personas que tienen personalidades alteradas no están preparadas para convivir en grupos sociales amplios y mucho menos en los reducidos, pero en definitiva ese no es el tema que nos convoca. Después del conflicto, con el arrepentimiento clásico de los enfermos psiquiatricos, medicados o no, Nino entró al confesionario con la calma inestable de siempre y casi sumergido en lágrimas, para aclarar una cosa que terminó siendo otra.
El había acusado a Luis Vadalá -uno que trascendió por ser durante nueve años la pareja de Moria Casán y hasta ahora lo único que dijo es que sufrió, que se drogó por ella y el resto del tiempo sólo nombra a su mujer y su hijo Ramiro- de ser represor en los años de dictadura militar, sólo porque el buen hombre cumplió con el servicio militar en la Policía Federal. Sin pretender lógica, este personaje que trasciende por haber jugado a cocinar en el canal Playboy sólo un año y sin conocérsele virtud alguna, ingresó al cuarto rojo para pronunciar esta frase y así hacerme irrumpir en una seguidilla de risotadas increíbles. En vez de disculparse con sus compañeros, con la audiencia, etc., etc.; este joven impresentable se limitó a decir "sólo quiero aclarar que no tengo nada en contra de la policía".
Con el detalle no menos destacable de la musicalización con los sonidos de Chip´s y Policías en acción, Nino que no tiene nada de Dolce, hizo un recuento de sus amigos policías, con apodos incluidos, mencionó que lo saludan en la cancha, que se siente orgulloso de quienes cuidan nuestras espaldas (en otros términos para referirse a la retaguardia); y que él es el primero en luchar contra la inseguridad.
No creo que se tenga que luchar contra la incultura de este tipo de programas, lo único peligroso es mirarlo sin criterio racional, pero en definitiva es lo que pasa con todo lo que se transmite por televisión. Intelectualizar la vida es peligroso, porque se deja de actuar. Hagamos algo, miremos esto para reirnos, no tomemos ningún ejemplo, es así de fácil, total la moda de los reality shows ya pasará y volveremos a la catarata de series y novelas, que también hacen colapsar las ideas y si no simplemente recordemos a los hermanitos Marquesi y las bondades del Rey Sol. Es más de lo mismo.

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