Campo en estado de alerta y movilización por una semana

Por Elida Thiery (redacción LA OPINION) - El campo paró de lunes a domingo, fueron siete días pasados de efectivo cese de comercialización de granos, en los que las bolsas estuvieron quietas y fueron ínfimos los movimientos entre privados. Para analizar la protesta y sentar los objetivos próximos a cumplir, la Comisión de Enlace se reunió ayer en la sede porteña de FAA, durante unas tres horas, encuentro en el cual declararon el estado de alerta, movilización y asamblea frente al problema que enfrenta la comercialización de trigo. 
Una de las alternativas propuestas, más allá de los reclamos activos, fue la creación de un observatorio para analizar el pago del FAS Teórico a los productores. Al respecto, el titular de la Sociedad Rural Argentina, Hugo Biolcati explicó que ese “sistema de observación de los mercados servirá para ver qué precio se está pagando en cada región para saber en el término de una semana o diez días cuál fue el efecto de las medidas tomadas la semana pasada”. Del análisis de estas variables se desprenderán próximas medidas de reclamo. 
Mientras Eduardo Buzzi, presidente de FAA y anfitrión de la reunión dijo que “el Gobierno sabe que hay malestar en el campo y debe crear condiciones para normalizar y transparentar el mercado de trigo”, Biolcati se encargó de añadir que la problemática se amplía, ya que en próximos días “el maíz comenzará a verse afectado en la próxima quincena”, por el mismo estilo de políticas. 
Es de destacar que sectores de la leche y la carne no descartan plegarse a la protesta, lo cual también se determinará en el transcurso de una semana a diez días y que quizá se anuncie en algún acto en Gualeguaychú, como en 2008 se había hecho. 

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Merece mencionarse algo que está sucediendo cada vez con más triste agilidad, a medida que se publican noticias relacionadas al conflicto agropecuario. 
En 2008 cuando fue tan golpeado el Poder Ejecutivo por la protesta nacional del campo y de las ciudades, los lineamientos kirchneristas para el ataque dialéctico contra el sector y todos sus componentes no estaba tan determinado, por lo tanto ante cada novedad, no había gente tan dispuesta a responder o comentar barbaridades sin criterio frente a cada suceso. 
El tiempo y la adquisición de medios por parte de amistades del Gobierno, incluso la utilización de la “televisión pública” para la propaganda política del kirchnerismo en su más amplia concepción, eludiendo la responsabilidad de representar a todo el pueblo argentino, ya que no es un canal oficial sino estatal, generó un discurso reaccionario, lejano al de la barricada del mayo francés, sin ideales concretos, transformado en el aire las posiciones, acomodado en las ventajas que da el vínculo directo con el poder político y sus beneficios, cada idea por más descabellada que sea. 
Es menester remarcar la falta de respeto a la libertad de expresión que existe en este sentido, ya que quienes por lo general dedican horas a entrar en todos los portales de noticias, o directamente en las redes sociales, a plasmar sus inflexibles ideas, exigen su espacio, pero casi siempre desde la descalificación y en muchos casos sin la certeza de algunos datos que son reinterpretados a gusto propio. Hay una voluntad tan desmedida de torcer las ideas para un único lado, que la invasión es demasiado notoria.
Llenan sus dedos de palabras referidas a la Ley de Medios y la mayoría no conoce sus puntos flacos. Con sólo decir que este es el Gobierno que más libertad de expresión brindó, ya faltan a la verdad porque son muy elevadas las críticas a los comunicadores, muchos periodistas perdieron sus trabajos, entre otros ejemplos de carácter nacional, cosas que no sucedieron en gestiones anteriores, desde el final del gobierno de Alfonsín a esta parte. En definitiva, desde el espacio del intercambio y no el de la imposición, el que critica alguna acción gubernamental parece ser golpista, gorila, o cualquier calificativo propio del gobierno vigente; y simplemente hace uso de su derecho fundamental que hace a un país libre, teóricamente, con la exteriorización de opiniones, dentro de los límites constitucionales. Gracioso termina siendo que destinen su tiempo a leer artículos y medios que detestan, con el simple impulso de desbastarlos.
El campo sigue reclamando por su trabajo, incluso sus cadenas industriales conexas, no piden que los salven con ayudas extraordinarias, sino que pretenden vender lo que producen, sin que nadie se quede con una parte de eso para distribuir, ni siquiera equitativamente como lo haría un supuesto gobierno inclinado a la izquierda, sino entre sus allegados, sea cual fuere el nexo.

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