Por Elida Thiery (Redacción LA OPINION). - El jueves pasado se reunió el Consejo Federal Lechero, nucleando a industrias de todos los tamaños y a todos los representantes de los productores. En el encuentro encabezado por Jorge Videla, el subsecretario de Lechería de la Nación, además de hacer un balance de las condiciones internacionales y del panorama nacional, se esperaba algún tipo de referencia sobre la perlita de ese segmento del Ministerio de Agricultura, que viene siendo promovida desde fines de 2010 y que espera su aplicación desde febrero, con una catarata de postergaciones, siempre por motivos diversos.
Haber eludido a la liquidación única en el encuentro fue una jugada mutua. Por un lado al Gobierno le convino que no se la mencione para no seguir dando explicaciones sobre una implementación que viene complicada; y a la industria también le vino bien, ya que estaban en plena negociación.
Fuentes de LA OPINION confiaron que sobre el cierre de la semana anterior y luego de una gestión que no se termina de dilucidar las empresas grandes, que no eran todas, pero sí una notoria mayoría, terminaron aceptando el formato de pago que propone la Nación. La resistencia a esta forma de pago que apunta directamente a la calidad de la leche, a la composición que le dará a los tamberos una mayor competitividad a la hora de ofrecer su producción, se cierne en la obligación de transparentar todo el comercio de la materia prima, de dejar de lado las bonificaciones que cada firma manejaba a su gusto, para orientar una parte importantísima de la comercialización, que deberá continuar en la cadena de comercio de los productos ya terminados, la cual es una lucha que puede demandar una década, tal como sucedió con este histórico reclamo tambero.
Ahora que las grandes industrias aceptan plegarse a esta manera de liquidar el producto, de aclarar las transacciones y que los tamberos dejarán de recibir pagos por un líquido blanco, para pasar a cobrar por leche de mayor o menor calidad, se podría decir que parte del negocio lechero empieza a encarrilarse, sin embargo, habrá que ver cuándo comienza a ponerse en práctica, lo cual sigue siendo un misterio sin develar y que de agilizarlo los productores podrían empezar a valorar tanta gestión, tanta venta de herramienta que apuntala al sector, después de tanta debilidad histórica.
Haber eludido a la liquidación única en el encuentro fue una jugada mutua. Por un lado al Gobierno le convino que no se la mencione para no seguir dando explicaciones sobre una implementación que viene complicada; y a la industria también le vino bien, ya que estaban en plena negociación.
Fuentes de LA OPINION confiaron que sobre el cierre de la semana anterior y luego de una gestión que no se termina de dilucidar las empresas grandes, que no eran todas, pero sí una notoria mayoría, terminaron aceptando el formato de pago que propone la Nación. La resistencia a esta forma de pago que apunta directamente a la calidad de la leche, a la composición que le dará a los tamberos una mayor competitividad a la hora de ofrecer su producción, se cierne en la obligación de transparentar todo el comercio de la materia prima, de dejar de lado las bonificaciones que cada firma manejaba a su gusto, para orientar una parte importantísima de la comercialización, que deberá continuar en la cadena de comercio de los productos ya terminados, la cual es una lucha que puede demandar una década, tal como sucedió con este histórico reclamo tambero.
Ahora que las grandes industrias aceptan plegarse a esta manera de liquidar el producto, de aclarar las transacciones y que los tamberos dejarán de recibir pagos por un líquido blanco, para pasar a cobrar por leche de mayor o menor calidad, se podría decir que parte del negocio lechero empieza a encarrilarse, sin embargo, habrá que ver cuándo comienza a ponerse en práctica, lo cual sigue siendo un misterio sin develar y que de agilizarlo los productores podrían empezar a valorar tanta gestión, tanta venta de herramienta que apuntala al sector, después de tanta debilidad histórica.
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