Por Elida Thiery (redacción LA OPINION) - Quien mira por primera vez a la lechería argentina hoy, puede encontrar tantas opiniones y tan pocas decisiones que se aturdiría con sólo intentar involucrarse en el tema.
Actualmente el sector se encuentra con los siguientes puntos que reúnen conflicto y oportunidad. Buenos precios internacionales, buen nivel de demanda para poder exportar, alta productividad en tambos, uso máximo de la capacidad industrial instalada, bajos precios al productor, sostenida demanda interna con un consumo de 207 litros per cápita anuales, falta de normativa y ordenamiento, tironeo entre dirigentes tamberos, buena proyección climática, un Gobierno nacional que no puede dejar de ser tendencioso en sus decisiones, inundación de quesos en el mercado interno, e industriales que quieren ganar siempre, como en cualquier negocio. Más o menos así está la cosa.
El viernes pasado hubo en Córdoba un coloquio donde estuvieron representados todos, menos los que andan por el eslabón comercial lechero. Ahí, tal como lo reflejó LA OPINION, se pudo escuchar de todo, muchas miradas, muchas coincidencias, pero también distintas maneras de plantear las alternativas, con mayor o menor brillantez en el tratamiento, con desgastada educación. El panorama quedó claro. La industria tiene que pasar a procesar más, pagar como corresponde por una leche que gane en litros y calidad, pero hasta que todo eso llegue será el diálogo, la disminución de diferencias, el privilegio del beneficio conjunto y no personal, lo que tenga que primar.
MIRADA INDUSTRIAL
Ercole Felippa, titular de la cooperativa Manfrey y presidente de la Unión Industrial de Córdoba considera que “la lechería argentina hoy está viviendo un momento particular, a pesar que no sea esta la primera vez que se dé esta situación”. Entendiendo al negocio desde el tambo, inclusive, sostiene “me resisto a que se hable de crisis, porque a diferencia de tiempos de conflicto anteriores, hoy tenemos un mercado internacional demandante, con un nivel de precios que sigue siendo de un valor muy alto, que sigue siendo atractivo, con lo cual para dar un ejemplo, el precio que hoy tienen las vaquillonas refleja el crecimiento que ha tenido la producción”. Sin embargo, partiendo de un poco más arriba del piso, “estamos ante una situación en la que como consecuencia de la falta de inversiones que hubo en los últimos años, por no contar con un horizonte claro, no hay hoy una capacidad de absorber la mayor producción que se da actualmente en el país”.
Felippa sostiene que hay que partir de la manera en la que el mundo maneja el mercado lechero, de la variable que la demanda genera más allá de los costos para la venta de productos, por lo tanto “tenemos que tener una visión muy clara para saber hacia dónde va el mundo y desde ese punto, si no tenemos un diagnóstico correcto, mal podremos encontrar la solución “.
Ese relevamiento sectorial incluye, sobre todo, mayor institucionalidad en todos los estamentos del sector, tanto en la producción, como en la industria; y “con una intervención del Estado acotada en lo necesario, que no sea desmedida para generar la mayor parte de las veces distorsiones en lugar de soluciones”.
Este dirigente habló de la Ley de Lechería como una necesidad. La norma que cayó en 2009, por no haber encontrado consenso entre las partes y que los “tamberos K” siguen defendiendo férreamente porque correspondía a su criterio, necesita ser retomada, pero sin un interés de algunos, sino en beneficio real de muchos, en todos los estratos de la cadena productiva y comercial.
“La lechería necesita mayor previsibilidad. Al sector le falta un organismo que sea el que gobierne y es por eso que tiene que haber una ley en la que estemos todos los sectores representados, incluyendo el Estado, pero que sea allí donde se discutan todas las cuestiones que tienen que ver con la política lechera”. Concretamente, lo que sucedió hace dos años es que “muchas de las pautas en el proyecto de ley que había tenían un fuerte sesgo intervencionista, incluso sin tener resueltos temas claves como la articulación entre eslabones, con lo cual se puede dar un escenario contraproducente. Por lo tanto, una vez que se resuelvan las diferencias para darle mayor sustentabilidad al sector, nadie va a estar en contra”.
La posibilidad de llegar a ponerse de acuerdo entre producción, industria y Gobierno, está reflejado en lo que se hizo hasta el momento en el Plan Estratégico de la Lechería 2020, que “es el único trabajo que hay hasta ahora como consecuencia de consensos en aspectos que jamás nos hubiéramos imaginado. Si hemos logrado discutir temas y llegar a acuerdos, al fin , para sentar las bases para poder resolver muchos temas, no tengo dudas que es posible llegar a un acuerdo real”.
Cabe recordar la quita de apoyo del Estado Nacional al PEL a fin de 2009, a pesar de haberlo integrado antes, lo cual volvió a debilitar los nexos que se habían conseguido, sin embargo y con una mirada positiva, Felippa sostiene que “debemos avanzar con el PEL para integrarlo al Plan Estratégico Alimentario que lleva adelante el Gobierno”. Lamentablemente del otro lado, la visión no es tan aperturista.
El martes, el Consejo Federal Lechero tendrá la oportunidad de plantear una agenda seria de debate, que pueda encontrar alternativas concretas para poder dar un paso firme hacia el futuro lechero que llega para el país y que no puede ser perdido por mirar solamente una de las tres patas que tiene la butaca en la que se acomodará la lechería para intentar avanzar de forma unificada.
Actualmente el sector se encuentra con los siguientes puntos que reúnen conflicto y oportunidad. Buenos precios internacionales, buen nivel de demanda para poder exportar, alta productividad en tambos, uso máximo de la capacidad industrial instalada, bajos precios al productor, sostenida demanda interna con un consumo de 207 litros per cápita anuales, falta de normativa y ordenamiento, tironeo entre dirigentes tamberos, buena proyección climática, un Gobierno nacional que no puede dejar de ser tendencioso en sus decisiones, inundación de quesos en el mercado interno, e industriales que quieren ganar siempre, como en cualquier negocio. Más o menos así está la cosa.
El viernes pasado hubo en Córdoba un coloquio donde estuvieron representados todos, menos los que andan por el eslabón comercial lechero. Ahí, tal como lo reflejó LA OPINION, se pudo escuchar de todo, muchas miradas, muchas coincidencias, pero también distintas maneras de plantear las alternativas, con mayor o menor brillantez en el tratamiento, con desgastada educación. El panorama quedó claro. La industria tiene que pasar a procesar más, pagar como corresponde por una leche que gane en litros y calidad, pero hasta que todo eso llegue será el diálogo, la disminución de diferencias, el privilegio del beneficio conjunto y no personal, lo que tenga que primar.
MIRADA INDUSTRIAL
Ercole Felippa, titular de la cooperativa Manfrey y presidente de la Unión Industrial de Córdoba considera que “la lechería argentina hoy está viviendo un momento particular, a pesar que no sea esta la primera vez que se dé esta situación”. Entendiendo al negocio desde el tambo, inclusive, sostiene “me resisto a que se hable de crisis, porque a diferencia de tiempos de conflicto anteriores, hoy tenemos un mercado internacional demandante, con un nivel de precios que sigue siendo de un valor muy alto, que sigue siendo atractivo, con lo cual para dar un ejemplo, el precio que hoy tienen las vaquillonas refleja el crecimiento que ha tenido la producción”. Sin embargo, partiendo de un poco más arriba del piso, “estamos ante una situación en la que como consecuencia de la falta de inversiones que hubo en los últimos años, por no contar con un horizonte claro, no hay hoy una capacidad de absorber la mayor producción que se da actualmente en el país”.
Felippa sostiene que hay que partir de la manera en la que el mundo maneja el mercado lechero, de la variable que la demanda genera más allá de los costos para la venta de productos, por lo tanto “tenemos que tener una visión muy clara para saber hacia dónde va el mundo y desde ese punto, si no tenemos un diagnóstico correcto, mal podremos encontrar la solución “.
Ese relevamiento sectorial incluye, sobre todo, mayor institucionalidad en todos los estamentos del sector, tanto en la producción, como en la industria; y “con una intervención del Estado acotada en lo necesario, que no sea desmedida para generar la mayor parte de las veces distorsiones en lugar de soluciones”.
Este dirigente habló de la Ley de Lechería como una necesidad. La norma que cayó en 2009, por no haber encontrado consenso entre las partes y que los “tamberos K” siguen defendiendo férreamente porque correspondía a su criterio, necesita ser retomada, pero sin un interés de algunos, sino en beneficio real de muchos, en todos los estratos de la cadena productiva y comercial.
“La lechería necesita mayor previsibilidad. Al sector le falta un organismo que sea el que gobierne y es por eso que tiene que haber una ley en la que estemos todos los sectores representados, incluyendo el Estado, pero que sea allí donde se discutan todas las cuestiones que tienen que ver con la política lechera”. Concretamente, lo que sucedió hace dos años es que “muchas de las pautas en el proyecto de ley que había tenían un fuerte sesgo intervencionista, incluso sin tener resueltos temas claves como la articulación entre eslabones, con lo cual se puede dar un escenario contraproducente. Por lo tanto, una vez que se resuelvan las diferencias para darle mayor sustentabilidad al sector, nadie va a estar en contra”.
La posibilidad de llegar a ponerse de acuerdo entre producción, industria y Gobierno, está reflejado en lo que se hizo hasta el momento en el Plan Estratégico de la Lechería 2020, que “es el único trabajo que hay hasta ahora como consecuencia de consensos en aspectos que jamás nos hubiéramos imaginado. Si hemos logrado discutir temas y llegar a acuerdos, al fin , para sentar las bases para poder resolver muchos temas, no tengo dudas que es posible llegar a un acuerdo real”.
Cabe recordar la quita de apoyo del Estado Nacional al PEL a fin de 2009, a pesar de haberlo integrado antes, lo cual volvió a debilitar los nexos que se habían conseguido, sin embargo y con una mirada positiva, Felippa sostiene que “debemos avanzar con el PEL para integrarlo al Plan Estratégico Alimentario que lleva adelante el Gobierno”. Lamentablemente del otro lado, la visión no es tan aperturista.
El martes, el Consejo Federal Lechero tendrá la oportunidad de plantear una agenda seria de debate, que pueda encontrar alternativas concretas para poder dar un paso firme hacia el futuro lechero que llega para el país y que no puede ser perdido por mirar solamente una de las tres patas que tiene la butaca en la que se acomodará la lechería para intentar avanzar de forma unificada.
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