Vergonzosas rutas santafesinas


Por Elida Thiery (redacción LA OPINION). - Los funcionarios debaten, discuten, se echan en cara obras no concretadas, mal realizadas, olvidadas, dejadas, se arrojan mediáticamente acusaciones partidarias, pero siempre los que padecen la dejadez de todos los temas son los ciudadanos, los habitantes de cada territorio, caso del que no se excluyen a las rutas y sus problemas.
Actualmente no es un tema excluyente de la Ruta 34, o de la 70, sino que en la provincia de Santa Fe no hay un trazado que le escape a la vergüenza, a la peligrosidad, a la impericia de los concesionarios, al olvido de la provincia, al desinterés de la Nación. Tremendo, pero real. Fueron cinco muertes en un día, como el de ayer en un radio de cien kilómetros. No fueron menores las fallas humanas, pero el asfalto deteriorado, la inexistente señalización, la falta absoluta de la demarcación horizontal, todo colabora con estadísticas que parece que sólo sirven para quedar en los registros policiales y en nada modifican la falta de trabajo de todos los sectores políticos.
A quien transita no le interesa el gobernante de turno, quien estuvo antes o quien vendrá, sino que esa persona hace aportes impositivos de manera constante a los estados para tener retribuciones mínimas. En este caso serían baches arreglados, carteles visibles, vegetación mantenida al costado de todos los caminos, ripios o cambios de calzada debidamente anunciados, pero también más controles de una Policía Vial que se creó para nada, que tiene móviles que no se ven en las rutas y que sin actividad no logran cumplir ni con los mínimos objetivos para los que se la puso en marcha. 
El reclamo por la Autovía de la Ruta 34 debió tener a cientos de rafaelinos frente a la nueva terminal, pero para elevar la voz de una provincia abandonada en muchas consideraciones, pero sobre todo en lo que a sus caminos respecta, debería generalizarse el reclamo en todos sus sentidos. Santa Fe produce millones, aporta otros tantos a las arcas provinciales y nacionales, saca por las rutas de todas las jurisdicciones ese resultado, sin embargo las condiciones son paupérrimas.
El titular de Vialidad Provincial decía hace un tiempo que las obras que están en marcha se seguirán, que no se contemplan nuevas. En el centro santafesino se ve poco de eso. Pero lo más preocupante es que esta Dirección no puede siquiera disponer del corte de malezas, de la demarcación de todos los caminos, lo que debiera ser una tarea constante.
En un país donde los reclamos judiciales siguen una senda larga, sinuosa y muy compleja, quizá debieran popularizarse las demandas por accidentología, para quienes son responsables de cada tramo ajusten su atención, sean privados o públicos. 
Los caminos rurales no se mantienen, los trazados provinciales deben ser superados como en un rally, las rutas concesionadas se asemejan más a caminos de campo que a espacios de responsabilidad de empresas que recaudan para dejarnos transitar.
El desinterés, el olvido están siempre presentes, la lucha de poderes infructuosos y el renombre se impone a la realización de obras, es en este marco que tenemos que salir a circular, es por eso que cada día nos arriesgamos, mucho más allá de nuestra propia responsabilidad. Es tiempo de exigir, de aprovechar el año electoral para que cada partido demuestre cuanto puede aportar a la provincia a través de la propuesta y concreción de trabajos, quizá así puedan medir la fuerza y el compromiso con la gente, con los ciudadanos que tendremos que votar varias veces este año. Sería entonces a través de elementos concretos y no de promesas infructuosas que la política se encuentre después de tanto tiempo con quienes la sustentan.

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