Vender o no vender, la clave vigente de la soja argentina


Por Elida Thiery (redacción LA OPINION) - Presiones y soja, pasa el tiempo y el escenario no cambia. Asambleas de productores, tensión con el Gobierno. A cinco años de la 125, ahora es la Ley Antiterrorista la que acecha al campo.
Aunque Ricardo Echegaray, titular de AFIP haya negado el uso de esta norma para obligar a los productores a vender soja, acá nadie duerme tranquilo, porque cosas muchas veces refutadas, se pusieron en acción de inmediato, como el ejemplo reciente del recargo del 20 por ciento a los tickets aéreos.
El tema fue central en la asamblea del martes en Tucumán, convocada por la Comisión de Enlace y esto sólo sirve para recalentar los humores y las intenciones de reclamar, usando los granos como herramienta clave.
“Ha habido noticias en algunos medios sobre la intención de aplicar la Ley Antiterrorista para los productores que tienen acopiado cereales y no lo venden. Si bien fue desmentido por la gente de AFIP, de alguna manera se hizo ya un relevamiento sobre los stocks de soja que hay en los campos y se sabe que de esto pueda surgir una presión directa”, enunciaba en diálogo con LA OPINION el diputado nacional por Santa Fe, Omar Barchetta, hombre del FAP y Federación Agraria, que no dudó en tildar de “locura”, una medida tal, sin haber riesgo de desabastecimiento. “Hacerle vender de prepo la soja a los productores es algo que no tiene sentido”, señaló entendiendo que “muchos productores guardan por más tiempo la soja, porque de esa manera resguardan un poco sus ahorros, para manejar la compra de insumos, que en el 90 por ciento tienen una composición de precios en dólares”, pero no a la cotización oficial, sino con el valor paralelo.
Barchetta subraya que estas acciones de sometimiento, claramente “no resuelven el problema de inflación que padecemos, en un modelo económico que ya se ha agotado, con falta de competitividad, por ejemplo. Hacerse de dólares a través de la venta de la soja puede estirar un poco el problema, pero no lo resuelve”.

COSTOS Y REALIDADES
Se dice que son entre tres y cuatro millones de toneladas de soja las que quedan en manos de sus productores, luego de una campaña mala en 2011/2,con lo cual está claro que sería ínfimo el aporte de dólares.
Con una gruesa anterior deteriorada, “el año anterior, al mes de agosto, calculamos que el productor salió a pedir alrededor de cinco mil millones de dólares, para cubrir los costos directos de la campaña que estamos hoy transitando”. Néstor Roulet, productor, analista y ex titular de Cartez, hace números en la charla con este Diario y teniendo en cuenta los costos totales vigentes de la producción de soja, estima que “un casi el 56 por ciento de lo que se va a producir, está comprometido. El productor o se lo debe a una entidad bancaria, a una empresa de insumos, o a los prestadores de servicios”. Por lo tanto, tomando la proyección de la Bolsa de Comercio de Rosario, con 50 millones de toneladas, se entiende que “entre 26 y 28 millones de toneladas están comprometidas por el productor hasta junio, cuando se vencen los plazos de devolución de responsabilidades, por lo cual se va a vender esto de normalmente. Pero de manera habitual, al resto lo calza con la compra de insumos que usará en la próxima campaña, o espera a tener que cubrir los gastos, desde agosto. Esto es lo que motiva la venta de los excedentes”.
Este hombre de Canals, hizo un relevamiento durante dos años seguidos para entender cómo se da el ritmo de venta de soja por parte del productor, así como fueron los otorgamientos de Roe por parte del Gobierno. “Todos los años sucede algo parecido, el productor vende entre abril y mayo un 20 a 25 por ciento del total de la cosecha, en junio otro 20 por ciento. En julio no se vende nada; y a partir de agosto va dosificando las ventas mensuales con un 15 por ciento”.
Más allá de esto, lo concreto es que “el Gobierno necesita 25 mil millones de dólares hoy, eso hace a la diferencia de la urgencia y la presión”, lo cual también se traslada a querer equilibrar la balanza comercial. “Lo que quiere el Gobierno es un ingreso mensual de cinco mil millones de dólares y es la soja la que se lo puede dar, pero no lo va a tener a ese ritmo, porque no hace a la costumbre ese comportamiento”.
Ante esto se presenta la idea del cese de comercialización de granos, del que hablan los productores en las asambleas, por esto, Roulet reflexiona. “No vender una vez que se entregaron los granos al acopio es difícil”. En esto entra en el análisis la molienda de soja, que llega a 40 millones de toneladas en total, con capacidad de casi tres millones mensuales, lo cual hace chocar al Gobierno con la disponibilidad de las industrias, que entregan el producto procesado de manera dosificada, más allá de la obtención de los permisos de exportación. De acuerdo a este ritmo, “por más que no se venda, una vez entregada la soja se va a industrializar, se va a moler, entonces la estrategia del productor debería ser la de no entregar los granos, si es que deciden recortar las ventas”.
Con la soja de primera en plena cosecha, las ventas van a ser ineludibles en esta etapa inicial, con lo cual, no estaría demás pensar que las medidas de fuerza lleguen a junio, cuando se da la primera necesidad de cubrir deudas y costos fijos, pero siempre a conciencia de una delicada estrategia, sobre todo entre los más chicos.
Un dato más a considerar, es la actividad de mirar hacia adelante para hacer cálculos, números que hoy ya están presentando los mercados a futuro. “La campaña futura, con una proyección de 20 millones de hectáreas para soja, va a necesitar seis mil millones de dólares como costo directo, con otros cuatro mil millones en alquileres, con lo cual el gasto a afrontar será mínimo de diez mil millones de dólares. Si los 24 millones de toneladas que le van a quedar en el campo al productor a mitad de año, se multiplican por el precio futuro de unos 300 dólares, el productor va a llegar a unos 6.500 millones de dólares, con un resto faltante que lo obligará a volver a endeudarse”.
La estrategia deberá ser precisa, porque la especulación no sólo se da en el caso de las ganancias, sino también ante la constante necesidad de toma de deuda. Dice Roulet que “los números no son tan generosos, teniendo en cuenta todos los costos, incluso la carga impositiva. Es por eso que tiene importancia que el productor cumpla con sus obligaciones, para poder volver a pedir préstamos a fin de año”, más allá de la derivación de la devaluación que haya a futuro y por el peso inflacionario, que generará también pérdidas en ganancias posibles, por eso, “lo ideal es que el productor liquide los granos cuando crea que tiene el mejor precio, sin esperar demasiado, porque la devaluación genera una licuación que incluso llega a plantear el drama de dónde poner el dinero cobrado, es por eso que muchos se sienten mucho más cómodos teniendo la soja en el campo, que teniendo la plata en mano”.
Las condiciones políticas, las necesidades económicas de todos llevan a elaborar estrategias que no se alejan del proteccionismo individual y de la especulación. Quizá la ventana entre junio y agosto sea la propicia para la conservación de los granos, por costumbre, pero a la vez para lograr el efecto que el campo precisa de ser escuchado en un año electoral.

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