Para seguir fidelizando a sus socios-productores y en el marco de la aceleración de su plan de readecuación para conseguir financiamiento extraordinario.
Por Elida Thiery – A partir de la crisis climática, la
aceleración de la reestructuración de SanCor generó en el ámbito político un
aumento drástico en la intencionalidad de capitalizar este tema, en el camino
ascendente de un año electoral.
Además de los oportunistas de siempre, declaradores
seriales de una preocupación retórica que jamás fue acción, se suman ahora los
funcionarios que pasaron el año anterior citando a la cooperativa láctea como
una inquietud, pero tal como se hiciera con el caos lechero en general, jamás se
hizo nada al respecto. En la ambición ante las urnas de algunos nombres
conocidos a nivel nacional es que ahora se ve la posibilidad de tener a favor
una suerte de ayuda para una de las dos empresas sectoriales más importantes y
de caer bien en la estructura social de dos a tres provincias y sus pueblos más
productivos.
Es así que de una reunión de la semana anterior ante
funcionarios del Gobierno de Mauricio Macri, como se viene haciendo hace ya
varias semanas, e incluso desde 2016, se decidió desde alguna fuente oficial
del Ejecutivo filtrar información de tipo confidencial que aclara mucho de lo
que venimos adelantando en este espacio.
En primer término, con la afección climática la baja
recepción de leche se vio incrementada por el oportunismo de las competidoras
que se habrían quedado con unos 300 mil litros diarios de materia prima, luego
de ofertas extraordinarias a productores, que no se sostendrían en tiempos de
primavera, cuando la leche cruda sobre. En este sentido, la demora en los pagos
de SanCor a sus tamberos se liquidaría en diez cuotas, respecto a la leche de
febrero, mientras que sobre la de marzo que se entrega en estos días se asegura
el pago total durante abril, aunque en cuatro etapas, pero con los cinco pesos
por litro superados, en los valores mínimos, se trabajará así en la
fidelización de los productores que siguen apostando a una empresa que siempre
los tuvo como prioridad a pesar de los conflictos. De todas maneras, quienes
sucumbieron ante las ofertas de quienes se interesan negativamente en la crisis
de la cooperativa, no pueden asegurarse un lugar en ellas a lo largo de todo el
año.
Hay proyecciones de una normalización de los mercados, pero a la
vez, una eficientización de la fase comercial –en medio de un malambo
inflacionario que tiene su consecuencia en la baja del consumo y la demanda-,
se trabaja en una progresión en la reducción de personal, que rondaría los mil
empleados, al tiempo que también se proseguirá en la restricción de actividades
en varias plantas, además de las cuatro que frenaron su producción la semana
anterior, de las cuales aún no se echó a ningún operario, sino que se los
licenció por un tiempo. Claro que habrá recorte de personal, de común acuerdo,
con retiros voluntarios que se vienen dando desde hace dos años con intensidad,
pero también con despidos, donde jugará un papel fundamental el gremio de
Atilra. Es su líder, Héctor Ponce quien tiene un rol fundamental, no solo como “opinador”
del caso, sino para facilitar estas alternativas que son las que pueden cambiar
un rumbo que se viene tomando en las últimas gestiones.
La intención es que luego de estas negociaciones el Gobierno
Nacional salga de garante para la consecución de un crédito que permita superar
este pico en la crisis,
pero no que sea quién hace el aporte económico, ya que dentro del seno de poder
están divididas las opiniones, como en la sociedad en general, están quienes
ven la ventaja de ayudar a SanCor, pero también hay quienes sostienen que de
faltar rentabilidad no debe haber una nueva chance de auxilio, sin medir las
consecuencias sociales que están en juego.
¿Alguien gana en la lechería argentina?
La situación de crisis no es exclusiva de esta
Cooperativa. Todas las empresas lácteas en nuestro país tienen números en rojo,
unas más y otras menos, pero todas pierden.
Las de capitales extranjeros tienen abierto el ingreso de
dinero para compensar tiempos difíciles, pero las que sólo subsisten con
esfuerzo argentino la pasan mal, combinando las variables de siempre, clima,
mercado local, internacional, cargas impositivas y costos laborales.
Esta semana se conoció el informe de Mastellone Hermanos
ante la Comisión Nacional de Valores, donde se detalla una pérdida en el último
balance de 2016 de 95 millones de pesos, cifra morigerada por la contemplación en
el mismo, a diciembre de 2015, de los 50 millones de dólares aportados por
Arcor para ingresar a la compañía y al negocio lechero.
Salvo el comercio que tiene asegurada su renta, por más
que las ventas de lácteos hayan caído alrededor del diez por ciento, siendo hoy
un kilo de queso más caro que un kilo de carne vacuna, nadie en la cadena
lechera sale ganando.
Los ejemplos de Cotapa y La Suipachense también en crisis
son eludidos por quienes no manejan finamente el negocio lechero y sus
históricas complicaciones, sin embargo demuestran que el problema es grande, es
complejo y no es fácil de resolver, sino que precisa de una intensa combinación
de políticas, mercados, precios y voluntades, una ecuación difícil de conseguir
en estas tierras.
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