El total del Fondo de Emergencia Agropecuaria seguirá siendo
de 500 millones de pesos, según el proyecto de Presupuesto Nacional ingresado a
la Cámara de Diputados. Se multiplican las situaciones de asistencia y se
continúa estancando la ayuda.
Por Elida Thiery – Los últimos cinco años fueron tremendos para
el sector agropecuario. No fue sólo la política desatinada, sino la influencia
climática la que se llevó consigo a miles de hectáreas de cultivos, a
muchísimas cabezas de ganado, la que dejó en el camino a muchos tamberos y
tantos otros productores de economías regionales. Sin embargo, la afección de
la naturaleza no quiere ser acompañada por los fondos de asistencia y así están
congelados desde hace nueve presupuestos.
Es un dato menor en medio de tantos billones, pero lo cierto
es que la mayoría de los legisladores nacionales prefiere el silencio, antes
que reconocer que nada quieren hacer para sumar dinero a esta causa.
Fue para el año 2009 que se había situado en 500 millones de
pesos al monto destinado a la asistencia por emergencia agropecuaria, en el Presupuesto oficial del año próximo la cifra seguirá igual.
Si el cálculo se da en dólares, el retraso es abismal. En
diciembre de 2008, cuando se cerraba el presupuesto de aquel momento, el dólar
llegaba a un máximo en seis años de 3,47 pesos por billete, por lo tanto los
500 millones de pesos representaban algo más de 144 millones de dólares.
Tomando lo que sería la proyección de la cotización del dólar en unos dos
meses, para cerrar el año y siendo generosos en el cálculo, a 18 pesos, el
Fondo representaría 27 millones de pesos.
La devaluación de la moneda fue constante y visible, sin
embargo ni la gestión kirchnerista, ni este Gobierno movieron las cifras.
Muchas son las declamaciones sobre la importancia del campo, la voluntad de ser
“el supermercado del mundo”, sin embargo la forma de entregar los fondos deja
demasiado que desear.
Con los desastres sufridos este año, dicho por el Ministro
de Agroindustria hace más de un mes, el 46 por ciento ya se ejecutó para 2017.
Las fuentes también lo confirman, pero con esto se demuestra que el Estado no
está a la altura de las circunstancias y necesidades productivas.
La maniobra de esta administración es la de escuchar y
prometer ayudas, pero luego esto no se concreta, hecho demostrado claramente
por los fondos a productores tamberos inundados en enero en el corazón
santafesino, que aún no consiguen acceder a los 250 millones que se debían
prestar a la provincia.
Mucha retórica, nada de acción. Así el sufrimiento siempre
queda del mismo lado y es el productor el que acusa el golpe.
Desde hace nueve años son 500 millones. La cifra es exigua y
la capacidad de reacción de la Nación es ínfima ante los desastres que se
suceden en diferentes puntos del país, como son los casos de Santa Fe, Córdoba,
Buenos Aires, Chaco, La Pampa y Formosa entre otras. En la mayoría de los
casos, las evaluaciones de los gobiernos provinciales se sitúan entre los mil y
dos mil millones de pesos, dependiendo de los casos. Las pérdidas deterioran a
los sectores productivos, los meses de demora los aletargan y los resultados
jamás podrán ser positivos de esta manera.
Que en el Congreso de la Nación alguien preste atención y
varios levanten la mano a favor del campo.
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