Santa Fe refleja la falta de ayuda de la Nación, a pesar de
las promesas, con un cambio de criterio constante. Sin fondos para los
productores inundados y mucho menos para SanCor, la actividad que ya no es una
urgencia política, pasa de largo para la gestión Macri.
Por Elida Thiery – Lamentablemente la falta de conocimiento
certero sobre el sector lechero demuestra que falta muchísimo para que se halle
un orden posible.
La lechería está empantanada en una política desinteresada,
agravada por las inclemencias climáticas.
En abril de 2016 la cuarta inundación consecutiva en el
corazón de la principal cuenca lechera lo había traído al Presidente de la
Nación a Rafaela y a Colonia Fidela, con una cúmulo de promesas de inversión y
ayudas que iban desde mejores caminos, hasta transformaciones de las escuelas
rurales de la región. De eso nada se hizo y no se vio un peso.
Decíamos hace un tiempo que para el granizo de noviembre
pasado los santafesinos tampoco recibieron ayudas.
Claro que para las nuevas lluvias de enero, volvieron a
atraer a los funcionarios nacionales para sobrevolar la zona, sin mojarse los
pies y les generaron nuevas promesas. Empezaba la segunda quincena del año y el
Ministro de Agroindustria se sumaba a la intención santafesina de generar un
fondo de 400 millones de pesos para ayudar a 1.300 tamberos inundados. Pasando
a febrero, el compromiso seguía firme, pero empezaban las vueltas y se volvía a
caer en la promesa constante. Como en la previa a una reunión, en una charla
informal ofreciendo una golosina, Santa Fe aceptó el chicle de la Nación y sin
firmar nada en ese momento, a nueve meses de aquello, se sigue sin los aportes,
que se quieren entregar de a 50 millones para completar 250 en total.
¿Será entonces que los productores no gritan lo suficiente?,
¿Qué el sector no consigue ínfimamente un lobby acorde al impacto de la
producción?, ¿o es que se acepta todo tan mansamente que de tres promesas y
ninguna cumplida, pareciera que las necesidades se esfumaron?.
Resulta ahora que nos desayunamos con que el candidato
oficialista, Nicky Cantard, confunde a los fondos prometidos para los tamberos
inundados, con los prometidos para intentar estabilizar a SanCor. Todo dinero
que jamás salió del Estado, a pesar de haber puesto todas las excusas, de haber
creado en el medio al Fondagro, que su titular declare que ya pagó todo, pero
nadie recibió nada.
Faltan 200 millones para la Cooperativa, pero parece que no
van a llegar hasta que Atilra se digne a firmar el nuevo Convenio Colectivo de
Trabajo con las industrias, que está avanzado, pero no cerrado y que le salvará
el pellejo al gremio lechero y luego a una de las que fue grande en la lechería
y las malas administraciones, las malas políticas y los malos climas la
llevaron a caer hasta los 800 mil litros de proceso diario en el primer
trimestre del año.
Entonces, justificado por Ricardo Buryaile, que también
confundiendo lechería con SanCor CUL dice orgulloso que el 21 de septiembre se
podía firmar el convenio sobre el que no insiste para la ayuda a productores, a
pesar de la extensísima demora; y sus funcionarios prometiendo todo para “la
semana que viene”, la actividad dejó la condición de urgente en enero de 2016
con un acuerdo que no sirvió de nada y allí en el olvido quedó el problema de
un sector que se multiplica con plazas de exportación que no se logran, precios
bajísimos en el mercado interno y el externo, pero sobre todo por la negación
política de promover una actividad que mantiene vivo al interior del país, en
muchísimas provincias.
Ingenuidad de muchos políticos y viveza de otros, para un
silencio nocivo y la peregrinación hacia la tranquera de los rodeos, en un
esquema de concentración que favorece a los más grandes y mientras el mercado
regule, todo será olvido y en medio de un horizonte donde para los que deciden,
SanCor es la lechería, pero la lechería no es sólo SanCor, sino que es mucho
más diversa y tiene más necesidades que la de sanear a una de las empresas más
grandes del país, que arrastra lo peor de la viveza criolla.
La política no ayuda. En Santa Fe no se hace tanto ruido y
en ese rumor la Nación gana tiempo, estira los plazos y de esa golosina cordial
termina generando un convite tóxico que se riega con agua, en zonas
fundamentales donde la falta de canales, de obras hidroviales, sellan el final
para la producción primaria en todas las provincias.
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