Animalistas cuestionan a la producción en el
mundo y en cada gran cuenca se trabaja para contrarrestar el embate, salvo en
nuestro país.
De la microfiltración para bajar las grasas,
quitar por completo la lactosa, para sumar proteína, calcio y poder tener
variedades para el consumo, pasaron a hacer un acuerdo clave en 2014 con Coca
Cola, para que se comercialice la leche Fairlife. Al año siguiente ya se
conseguía el producto en todo Estados Unidos y llegaba incluso hasta Canadá.
La promoción era la de poder tomar leche más
saludable, de tambos sustentables.
El producto es rico, con un muy buen envase,
en tamaño pequeño y grande, sin embargo el consumidor americano siempre
cuestionó que la marca de gaseosas esté
en medio. Sumado a la moda de cuestionar la composición nutricional de los
productos, e incluso con el avance de las campañas veganas, la leche queda en
medio de una mirada compleja.
Superando años de rumores, e incluso un
precio que está un poco más arriba del doble del promedio de las leches en los
puntos de venta en Estados Unidos, este 2019 presentó un desafío muy difícil de
revertir.
Un video difundido por Animal Recovery
Mission (Misión de Recuperación Animal)
estremece. En uno de los tambos que produce la materia prima para Fairlife, la
granja Fair Oaks de Indiana que cuenta con 37 mil vacas hay gritos, golpes y
más.
Vacas caídas del tambo calesita, hacinamiento
en los corrales de espera, animales enfermos sin atención veterinaria,
ejemplares muertos en las camas bajo techo, centenas de terneros en guacheras
expuestas a temperaturas extremas que les provocan la muerte, e incluso en una
segunda edición hasta se les quebraban las colas a los ejemplares más rebeldes.
Todo lo que no se recomienda en los tambos,
lo opuesto a las buenas prácticas y al sentido común, a los derechos de un
animal, se corona en el compilado de imágenes de esta investigación encubierta con
la leyenda “para salvar a estas y otras vacas, volvete libre de lácteos hoy”.
Fairlife pidió disculpas y dijo estar
avanzando en una investigación interna sobre el caso. Prometieron educar a sus
empleados, superar los estándares actuales e incluso respetar el bienestar
animal, todas cosas que deberían estar establecidas desde el inicio. De todos
modos están siendo demandados por fraude.
Más allá del ejemplo y del estupor que puede
generar lo excepcional en el negocio, el fenómeno cunde y son muchos los puntos
de venta directa que retiraron a Fairlife de las heladeras, pero que también
redujeron en los últimos meses la cantidad de lácteos disponibles, e incluso el
fenómeno avanza sobre la carne.
Cada semana en Estados Unidos las
manifestaciones en contra de la leche crecen y replican mensajes que la cadena
debe contrarrestar.
La lechería tiene un desafío global y en cada
país se debe dar la pelea, de la manera más limpia posible.
Chobani es el gigante del yogur griego y
comenzó una campaña interesante, “la leche importa” promoviendo la
certificación de procesos en tambos y productos, para garantizar calidad,
confianza, e incluso compatibilizarse con la intención del USDA de aportar
sellos de “orgánico” para establecimientos y productos.
En Michigan la revalorización del tambo como
economía familiar está acercando posiciones con los consumidores.
En el Reino Unido la misión “4Milk”,
entendida como ”para la leche”, tiende a revalorizar a los lácteos, con sus
beneficios nutricionales, pero a la vez intenta generar un cambio en los
envases y en la adaptación de productos al gusto de los consumidores.
En Nueva Zelandia la lechería es fundamental
para el país, sin embargo los grupos de discusión que se dan por zona tienden a
mejorar la producción, la productividad, el vínculo con los recursos humanos,
pero sobre todo la llegada de los lácteos al consumo. Los encuentros son en los
tambos y se señala en las invitaciones “proteja
a nuestra industria y por favor concurra con botas limpias para reducir el
riesgo de diseminar enfermedades o malezas”.
Mientras la campaña negativa avanza en
Occidente, China planea expandir a los 19 millones de toneladas la importación
de productos lácteos para 2026. Esta puerta que se abre no cierra los mercados
locales para los principales productores.
España apuesta a lo concreto, con gráficas
coloridas impulsaba #meGustaLaLeche como tantos otros productos fundamentales
de varias regiones y desde hace muchos años, actualizando la promoción a
“Lácteos de aquí cada día”, fomentando el consumo de tres raciones de productos
derivados de la leche en cada jornada.
En Francia, el Grupo Técnico de Promoción
Lechera firmó recientemente un acuerdo con la compañía nacional ferroviaria.
Hay una expresión gala que indica “estar como una vaca mirando el tren”, por
eso ahora se promocionará la actividad porque “desde los trenes verán lo que
hacen los productores”. La conciencia productiva en Francia permite que incluso
el tren deba frenar en sus trayectos para que pasen rodeos enteros de vacas,
ovejas o caballos para poder pastar como les corresponde.
¿Y acá?
Trabajan nuestros competidores en fortalecerse,
en no perder terreno frente a los movimientos animalistas, intentando demostrar
el cuidado de los animales y la producción, pero en Argentina el debate ni
empezó.
Santa Fe lanzó recientemente un programa de
Buenas Prácticas en tambos, está la aplicación para autocapacitarse, pero no
existe conciencia sobre el problema que está por delante y muy cerca.
Las charlas sobre la lechería argentina
siguen rondando sobre precio, desventaja del tambo ante la industria,
informalidad, falta de mercados externos, baja del consumo nacional, pero no
hay intención de mirar más allá.
Cada entidad de productores por su lado, el
CIL y APYMEL en su senda, no existe conciencia uniforme del negocio y mucho
menos de la necesidad de comunicar positivamente. Los gobiernos no colaboran en
la tarea y así el debilitamiento es inevitable.
La lechería tiene que aprender a hacer su
lobby. No es una mala palabra, sino todo lo contrario.
No existe hoy una campaña nacional
establecida y fuerte contra los lácteos, pero no se demorará en llegar. El
sector lechero no está preparado para afrontarla. Ojalá estas líneas sirvan
para hacer pensar a quienes más les importa la lechería. Abran el debate,
reflexionen y trabajen para comunicar bien y a través de quienes corresponde
sobre las bondades de la leche, el trabajo responsable en los tambos y el peso
económico de cada espacio de producción en su región.
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