En el último año, 817 tamberos han dejado de producir leche en España.
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EFEAGRO |
(Juan Javier Ríos/EFEAGRO) El
sector lácteo consolida una reconversión que pasa por reducir el número de
ganaderos (dos abandonan la
profesión cada día) y subir la producción: una ecuación compleja
que potencia una mayor integración pero que, por otro lado, supone destruir
empleo en un medio rural necesitado de actividad.
En el último año, 817 ganaderos han
dejado de producir leche en España, esto es una media de -2,2 productores/día,
en un país que cuenta actualmente
con 13.238 productores.
La situación es especialmente
sangrante en Galicia, la principal región productora, en la que hay 7.355
lecherías operativas tras cerrar 400 en los últimos 12 meses, según el último
informe publicado por el Ministerio
de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA).
Menos ganaderos pero más producción
ya que en el último año se han obtenido 7,13 millones de toneladas, lo que
suponen incrementos cercanos al 0,5 %: ligeras subidas que dejan entrever esa
tendencia a concentrar en menos manos
un mayor número de vacas.
La reconversión hace que algunos
opten por cerrar y otros por redimensionar su negocio, realidades diferentes de
las que son muy conscientes en la Organización
Interprofesional Láctea (Inlac). Su presidenta, Charo Arredondo, indica
a Efeagro la preocupación que existe por ese descenso en el número de
ganaderos.
Bajo su punto de vista, el hecho de
que aumente “algo” la producción “pero sin haber más ganaderos, va en contra de
la lucha contra la despoblación” y no cree que una mayor concentración sea la
solución a los bajos precios en
origen de la leche.
Unos cierran y otros amplían negocio
Detrás de
un cierre suele haber una jubilación no cubierta, una falta de rentabilidad o
el escaso atractivo de una actividad bastante sacrificada, según los
testimonios recabados por Efeagro.
El ganadero cántabro Juan Ignacio Fernández ha
decidido, con 43 años y toda su vida dedicada a la producción de leche, cambiar
las vacas lecheras por las de aptitud cárnica porque le permite tener “más
tiempo libre” y le aportan una rentabilidad parecida.
Afirma que antes era “esclavo” de su
trabajo en la lechería, echando “muchas horas”, y añade que en su zona no es el
único que ha optado por hacer este cambio.
En Córdoba, la cara y la cruz la
representan los jóvenes Francisco
Gil y Miguel García ya que mientras el primero no ha querido coger
el testigo de su padre, recién jubilado, el segundo ha apostado por lo
contrario y sigue al frente de la vaquería familiar, doblando su producción en
los últimos años.
Gil asegura que gestionar él solo una
finca con 55 vacas en producción, en la que quedaban pendientes hacer diferentes
inversiones, le ha echado para atrás al prever que sería “mucho trabajo” y
estaría “sacrificado de lunes a domingo, mañana
y tarde”.
García, sin embargo, ha incorporado
más vacas para obtener más leche, una decisión tras la que se pueden encontrar
motivos de pasión por esta profesión, el fin de las cuotas lácteas o mejor
rentabilidad gracias al paraguas que supone pertenecer
a cooperativas como Covap.
En Galicia, el productor Antonio Louzao tiene
ahora 90 vacas (70 más que hace diez años) y decidió dejar a un lado la
carpintería que gestionaba para dedicarse en pleno a este trabajo porque, en su
caso, le “gusta mucho” y lo ve “muy compatible” con sus hobbies.
Gestiona la explotación junto a su
mujer que también abandonó su trabajo en una fábrica de ropa para volcarse en
la lechería y no se arrepienten de
haber dado ese paso.
El sector lácteo encara así un futuro, con
una nueva estructura organizativa, que el tiempo determinará si es la correcta
para hacer frente a sus debilidades, muy marcadas por las recurrentes crisis de
precios en origen que padece.
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