El Brexit preocupa a la lechería

Horas decisivas en la polítuca pueden afectar al negocio lechero, incluso dentro de las islas británicas.

Por Elida Thiery - El Reino Unido atraviesa por estas semanas uno de los mayores desafíos de los últimos años, salir o no de la Unión Europea. Los legisladores británicos están luchando contra el primer ministro Boris Johnson para evitar un Brexit sin acuerdo, lo cual podría perjudicar las condiciones comerciales y económicas de ambas partes.
Incluso dentro del archipiélago la situación de intercambio podría modificarse.
Se estima que aproximadamente el 80 por ciento de toda la leche producida en el Reino Unido se consume internamente, mientras que de lo que sale de las islas el 35 por ciento son quesos y la mayoría a Estados Unidos, con costos que ahora podrían dispararse.
Mientras que el 35 por ciento de la leche de Irlanda del Norte, estimado esto en dos millones de litros diarios, viaja a la República de Irlanda para su posterior procesamiento, la planificación que existe hoy en cuanto a arancelamiento de exportaciones de queso y manteca llevarían a una reducción de las exportaciones que podría afectar los precios de los lácteos en el territorio que separa el Canal de la Mancha del continente. 
Así el Reino Unido necesitará certificados de salud para la venta extra fronteras, con lo cual cualquier devaluación de la libra pegaría de lleno en el consumo interno y en la demanda externa.
Se entiende que un Brexit sin acuerdo probablemente traería de vuelta una frontera dura en la isla, por no poder “mezclar” leche de un páis con otro para su procesos, con costumbres que devastarían el comercio, con mayores controles aduaneros, e incluso diferencias que podrían revivir conflictos del pasado vinculados a la sectarización de opiniones y posturas. Las divisiones irlandesas se sellaron en 1998 con un acuerdo que terminó con una sangrienta lucha entre las diferencias.
Debido a que la frontera irlandesa sigue siendo un lugar delicado, la UE insiste en que un acuerdo de Brexit debe incluir algo llamado respaldo irlandés, que requeriría que el Reino Unido siga las reglas europeas actuales hasta que se pueda encontrar una manera de mantener la frontera abierta, para que no se reduzca a la mitad el crecimiento económico de la República de Irlanda.
En Dublín, la empresa láctea Glanbia está presionando a Londres para limitar el daño económico, no sólo para la industria sino también para sus proveedores de materia prima que están en Irlanda del Norte. 
Existen también casos de productores que pasaron a industrializar en el territorio del Norte que con productos específicos podrían subsistir. Hay un ejemplo en el condado de Armagh, donde el queso Ballylisk, con triple crema al estilo brie francés,  que se vende en la tienda Fortnum & Mason de Londres, donde compra la reina Isabel, podría tener mayor competitividad en precio frente a los productos extranjeros. 
Los políticos pro-Brexit entienden que el vínculo británico con Bruselas lleva a no poder modificar mucho las políticas sobre acuerdos comerciales, esto es lo que el nuevo primer ministro británico, Boris Johnson, llama “antidemocrático”.
Hoy ya se piensa que si los productos lácteos del Reino Unido no se pueden exportar a la Unión Europea con esta salida traumática del conglomerado porque los aranceles de exportación los hacen menos competitivos, podría haber una acumulación de suministros a lo largo de la cadena, pero especialmente en el eslabón más débil, el de los tamberos.
Sobre esta base se entiende que en las negociaciones no se debe resignar a la lechería, ya que el comportamiento del consumo en el planeta demuestra que China, Oriente Medio y el Sudeste Asiático necesitan lácteos que ellos no desarrollan, e incluso se pueden abrir oportunidades de negocio en Australia y Canadá por la similitud en los gustos.
Hay algunas estimaciones que de forma somera estiman que el impacto del Brexit sería de 22 puntos porcentuales negativos para 2022, el año en el que se iniciarían los recortes a los pagos directos de triunfar este “no acuerdo”, porque en el nuevo marco de cambios en la política agropecuaria británica habrá que contemplar el fin de la disponibilidad de fondos para promover productos en diferentes mercados.
Ese dinero que está disponible en la UE se terminaría progresivamente entre
2021 y 2027, desapareciendo en absoluto con el año 2028.
Estos subsidios ayudaron durante mucho tiempo a la lechería británica que creció en la medida de las expectativas, sin embargo ahora este recorte presupuestario no encontraría alternativa de financiamiento y con ello se supone un freno sectorial.
En la actualidad la lechería debe trabajar profundamente en reducir el impacto ambiental y en multiplicar los beneficios de la biodiversidad. La eficiencia es la palabra que surge de cualquier conclusión que vincule a la producción lechera con las políticas que se deben desarrollar.
Otra de las preocupaciones es que al mismo tiempo del Brexit no se le den continuidad a los programas sociales que disponen la provisión de leche en las escuelas, sobre todo en los estratos sociales más bajos
El brexit reducirá el ingreso disponible de los hogares tanto a corto como a largo plazo, y reducirá el tamaño de la población a largo plazo. Dado que la demanda de la mayoría de los productos de Arla aumenta cuando los ingresos disminuyen, no se ven afectados negativamente por la reducción del ingreso disponible de los hogares, ya que estos aumentos de la demanda superan las pérdidas debidas a una reducción de la población. La notable excepción es la mantequilla, que experimentará una disminución general de la demanda. Tenga en cuenta que este análisis solo se centra en la demanda general y no tiene en cuenta el aumento de los costos de producción para Arla debido a un aumento en el costo comercial, ni a los efectos alteradores en la oferta y la demanda de los consumidores que podrían ser causados ​​por la escasez de productos y los precios más altos.

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