Es un sistema natural que desarrolla un productor santafesino, con
menores costos y baja mortandad en una guachera ideal.
Por Elida Thiery (Agrofy News) - Se escucha el ruido de la Ruta Nacional 34 de fondo y en las afueras de
Susana, dos veces por día las vacas se acercan a un tambo en desuso, quieren
que les abran la tranquera y que la naturaleza haga su trabajo.
La variedad de sistemas en la cuenca lechera santafesina también ofrece
esta historia que de cerca pudimos disfrutar, la de un matrimonio que cría a
sus terneros con vacas nodrizas, algo tan simple como natural que genera mejores resultados
que cualquier otro trabajo en guachera.
Con toda la vida en el campo y nacido en el terrenos de su familia,
parte de lo que hoy sigue produciendo, Edelmiro se dice agradecido con sus
padres “por educarme en el trabajo, por eso todavía estamos acá”. Tiene 73 años
y sólo educación primaria, recuerda que desde los 7 hacía de “boyerito” de las
vacas de su papá, en tiempos en los que no había una cría diferenciada en el
tambo y las vacas ordeñadas compartían la leche con sus terneros. De esas
imágenes quizá pudo naturalizar su propio sistema.
Casado con Rosa, una italiana que se crió en Colonia Iturraspe,
trabajaron, ordeñaron muchísimos años a mano hasta 1974, cuando pasaron al
brete a la par. Pudieron formar su familia, criar a sus dos hijas, invirtieron,
siguen dando trabajo e incluso disfrutan de viajar y estar todos los días con
sus animales.
Para 1991 en un campo de 90 hectáreas que compraron en la colonia de
Aurelia instalaron la fosa y pudieron repartir mejor el trabajo de toda esta
empresa familiar que dejó en la localidad de Susana el espacio del viejo tambo
para la cría de terneros, la invernada, terminación de novillos para
frigorífico y algo de agricultura.
Lejos de lo que habitualmente se ve en el tambo, con terneritos atados
a la estaca, encerrados en casillas individuales o en cría colectiva, Edelmiro
y Rosa tienen una manera propia de hacer crecer a su rodeo.
“Esto no se me ocurrió, es algo natural que el ternero se críe con una
vaca, si bien no son sus madres, pero con una vaca sustituta logramos un mínimo
de mortandad, porque no llegamos al diez por ciento, no hay uso de
antibióticos, no necesitamos balanceado”, empieza explicando.
El ternero nace en el tambo de Aurelia, sin programación estacional
poruqe todo lo que manejan con ciclos naturales; y lo trasladan al campo de Susana, allí
durante 90 días logran con amamantamiento directo el desarrollo óptimo, tanto
como para la reposición en el tambo o para la cría de carne.
“Este sistema nos involucra a nosotros dos, pero lo hacemos con gusto.
Es una hora y media a la mañana y otra a la tarde” dice con una sonrisa
mientras empieza a prepararse para la tarea.
Son 15 vacas que ya están esperando a Edelmiro y caminan hacia el tambo
donde comerán maíz que se produce en el mismo campo. Entran en dos tandas a un
espacio simple, con comederos, que cuando eligen donde instalarse se les cruza
una cadena fina por detrás de las patas para que no se muevan cuando entre los
terneros. Ellos, que son unos 30 que comparten un potrero, correrán desde el
otro costado desesperados por encontrar solos una ubre para compartir y en
definitiva, crecer.
“Es muy simple, es un sistema instintivo, nos dio resultado desde el
principio y lo seguimos haciendo”, sin costos extra, sin sustitutos, sin la
necesidad de cambiar la temperatura del alimento que se le da al ternero.
Además reconocen que en muchos casos resolvieron la mastitis que genera la
ordeñadora con la simple succión de los terneros.
A estas nodrizas se las selecciona en la recría, siendo las más mansas
las que se quedarán en esta tarea por largo tiempo, tal como si estuvieran en
el tambo, con una simple diferencia que es la de celos más espaciados por la
propia lactancia
Entender la producción de esta manera, no es un ejercicio forzado para
este matrimonio, sino que la naturalidad de la lactancia, el buen trato “pone
al productor al servicio del animal y por eso el animal brinda buenos
resultados”, contrarrestando todo tipo de polémicas generadas en el último año.
Rosa es la que remarca que además de las dos lactancias diarias, de las
6:30 y las 15:30, en los lotes no falta el agua y la sombra, además de correr
un poco los horarios en invierno, siempre siguiendo el ritmo de la naturaleza.
Lo que ellos reconocen es que este sistema propio tiene un menor costo,
en cuanto se cuente con el espacio que necesitan vacas y terneros para
desarrollarse, contrapuesto esto con guacheras fijas con suplementación que
requieren menos metros, pero un mayor gasto en insumos y manejo.
“Hay que pensar el negocio de una manera diferente, no es una
casualidad que nosotros hayamos crecido, sino que trabajamos e invertimos para
poder crecer. En general en el tambo la economía no alcanza para crecer”, por
eso esta familia reparte sus hectáreas
entre la lechería, la ganadería y la agricultura para poder balancear la
cuestión financiera que demanda la actividad.
La producción agropecuaria es compleja en nuestro país, pero quizá en
esta manera más simple de combinar el tambo se encuentre un número cómodo, un
manejo posible y un mejor resultado para poder planificar la lechería y no
quedarse en el camino.
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