Entre los programas de Precios Cuidados y Santafesinos existe una gran diferencia de existencias desde que se pusieron en marcha a comienzos de este año, hasta el momento en nuestra ciudad.
Por Elida Thiery (Rafaela Noticias) - El efecto constante de la inflación es algo que todos tenemos incorporado. Saber que la misma compra de cada semana tiene un precio cada vez mayor es algo que ya no asombra desde hace años y que ninguna estrategia política puede frenar.
Del ya antiguo programa de Precios Cuidados que trascendió gestiones nacionales poco queda. Nunca en Rafaela tuvimos acceso al listado completo de productos y mucho menos a segmentos especiales como el de los alimentos libres de gluten.
Con todo el IVA de regreso en los alimentos de la canasta básica, todas esas ecuaciones siguen intactas, aunque ahora y como lo contábamos en Rafaela Noticias hace unos días, el Gobierno intente una devolución parcial del impuesto a los puntos de venta. Esto aún no tiene impacto alguno en los precios para el consumidor final, aunque esté en marcha la medida desde el 1º de mayo.
Los Precios Cuidados tienen desde el 7 de enero una lista de 311 productos, con valores que están en camino de actualizarse, porque no sólo se vencen los plazos del programa, sino que los costos de producción están subiendo, según advierten las industrias alimenticias.
En sintonía con eso y a sabiendas que el programa nacional nunca tuvo real impacto en las compras de los consumidores en las provincias fue que se gestó un mes después Precios Santafesinos. Con la participación de empresas radicadas en Santa Fe, se dispuso un listado de 90 productos, en diferentes puntos de venta que como todo, al comienzo eran muy visibles y hoy a tres meses de su implementación se hace cada vez más difícil encontrarlos.
Señalizados
Más allá de contar con una aplicación, e incluso con el listado de productos disponibles con letra muy pequeña en la puerta de cada supermercado, para una mejor identificación los productos cuentan con un cartón celeste que los advierte en góndolas y heladeras. Ni bien se comienza una nueva etapa, todos los productos están a la vista, pero a medida que pasan las semanas, o los meses, encontrarlos se hace difícil.
En uno de los supermercados de la ciudad la mayoría de los productos ya no están a disposición, salvo casos puntuales que desde hace semanas se sostienen como puede ser el caso de aceite, arroz, algún postre lácteo, pero no existe la multiplicidad que debería en cada pasillo.
En el mismo punto de venta, el programa provincial al que se adhirió también tiene una presencia mínima. Ya sin disponibilidad de alimentos libres de gluten, nada de quesos rallados, el famoso cacao santafesino no está identificado en su presentación de 180 gramos y se puede decir que salvo el queso cremoso trozado a 299 pesos por kilo, que es uno de los más económicos de la ciudad, incluso comparándolo con queserías que trabajan con más marcas; el resto es una aventura de hallazgo en cada salida para abastecerse de alimentos.
Otro de los supermercados más grandes de la ciudad, a pesar de la iniciativa inicial no terminó sumándose al programa santafesino, pero si ostenta una gran variedad de productos de Precios Cuidados. Identificados con el logo actual, e incluso el de los cuatro años anteriores, se pueden comprar los productos de diversos rubros.
Específicamente en las leches, se consigue un litro por 46 pesos en sachet y a partir de los 47 pesos la leche entera y descremada en tetra brick.
Ya no se puede encontrar en la ciudad la leche en sachet descremada o entera a 42,46 pesos, que corresponde a la segunda marca de la mayor empresa láctea argentina.
Barbijo y a gastar
La intención de estas líneas es destacar que mientras se instalan este tipo de programas que intentan orientar los precios del resto de los productos, al menos en los supermercados y no en los almacenes por una cuestión lógico de disparidad de costos, existe una mayor atención a su existencia.
Los controles de productos, valores y stocks duran todo lo que la noticia se sostiene en los medios de comunicación, luego se desvanecen y con ello la disponibilidad, volviéndose a afectar el bolsillo de los consumidores.
Es entendible que hoy quienes instalan estos programas, ya sea la Nación o la Provincia, están trabajando en múltiples áreas, pero es de suponer que para eso ostentan una amplia cantidad de empleados en las diferentes dependencias para el caso.
Tampoco es la intención de demonizar a los comerciantes, que han sostenido la provisión de productos durante todo el aislamiento, coordinando la logística y el trabajo con las empresas productoras de manera destacable, a diferencia de lo que sucedió en algunos otros países en situaciones similares.
Lo importante es saber que con toda la preparación que hoy insume salir a hacer una compra diaria o semanal, quizá atada al día de descuento que pueda ofrecer una tarjeta de crédito, debemos tener intacta la atención en nuestro cuidado personal que empieza en un tapabocas y sigue por limpiar toda la mercadería una vez que regresamos a casa, pero en el medio nos impone el desafío de tratar de comprar lo necesario sin golpear en cada elección el bolsillo.
Mientras sea posible sostengamos el consumo, cuidemos nuestra alimentación, limpieza y cuidado personal, pensando de manera ilusoria que en algún momento volverán las libertades, no sólo de circulación sino de la elección de lo que querramos agarrar de una góndola, sin conflictuarnos en la consecuencia inmediata.
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