Una jornada que sirve para dar a conocer los beneficios de la leche y los productos lácteos, revelando la importancia de una actividad vital para nuestra región.
El primer Día Mundial de la Leche se celebró el 1º de junio de 2001 en todo el mundo, por disposición de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), para celebrar las contribuciones del sector lácteo a la sostenibilidad, el desarrollo económico, los medios de vida y la nutrición, generando una mayor conciencia entre las personas sobre el valor nutritivo de la leche y la necesidad de agregarla a la dieta a través de los diversos productos lácteos.
La leche contiene nutrientes valiosos y ofrece una variedad de beneficios para la salud. No solo es consumido por niños en crecimiento, sino también por personas de todos los grupos etarios, principalmente a través de la producción de vacas, pero también ovejas, cabras, camellos y hasta búfalos. Claro que las bebidas vegetales no tienen las mismas condiciones nutricionales que esta materia prima de origen animal.
Según la investigación publicada recientemente en la revista BMJ Open
Diabetes Research & Care, comer al menos dos porciones diarias de lácteos
está relacionado con un menor riesgo de desarrollar diabetes y presión arterial
alta, así como reduce un grupo de factores que aumentan el riesgo de desarrollar
enfermedades cardiovasculares (ECV).
Los vínculos fueron más fuertes para los productos lácteos con toda la
grasa, los que se producen con leche entera, según los responsables de este
estudio internacional, ya que señalaron que investigaciones anteriores habían
sugerido que una mayor ingesta de lácteos se asociaba con un menor riesgo de
diabetes, presión arterial alta y un grupo de factores conocidos como síndrome
metabólico.
Algunas grasas saturadas de los productos lácteos "reducen el riesgo
de diabetes".
Para ver si estas asociaciones también se pueden encontrar en una gama más amplia
de dietas y poblaciones, los investigadores recurrieron a datos de miles de
participantes de 21 países, donde se incluye Argentina, además de Bangladesh,
Brasil, Canadá, Chile, China, Colombia, India, Irán, Malasia, Palestina,
Pakistán, Filipinas, Polonia, Sudáfrica, Arabia Saudita, Suecia, Tanzania,
Turquía, Emiratos Árabes Unidos y Zimbabwe. Los participantes fueron más de 190
perosanas, con edades entre 21 y 70 años de edad, dentro del estudio
Prospective Urban Rural Epidemiology (PURE).
La ingesta en la dieta habitual durante los 12 meses anteriores se evaluó
mediante un cuestionario. Los productos lácteos incluían leche, yogurt, bebidas
de yogurt, queso y platos preparados con productos lácteos, y se clasificaron
como altos o bajos en grasa.
La manteca y la crema se evaluaron por separado, porque estos no se comen
comúnmente en algunos de los países estudiados, destacaron los investigadores.
También se recopiló información sobre antecedentes médicos, recetas,
educación, tabaquismo y mediciones de peso, altura, circunferencia de la
cintura, presión arterial y glucosa en sangre en ayunas.
El consumo diario promedio total de lácteos fue de 179 gramos, y las grasas
completas representaron aproximadamente el doble de la cantidad de grasas
bajas.
Los lácteos enteros, pero no los bajos en grasa, se asociaron con una menor
prevalencia de la mayoría de los componentes del síndrome metabólico, dijeron
los investigadores.
"El
aumento del consumo de lácteos puede representar un enfoque factible y de bajo
costo para reducir los eventos de enfermedades cardiovasculares en todo el
mundo"
Al menos
dos porciones al día de productos lácteos totales se asociaron con un riesgo 24
por ciento menor de síndrome metabólico, que aumentó al 28 por ciento sólo para
productos lácteos con toda la grasa, en comparación con la ingesta diaria.
Se realizó
un seguimiento de la salud de casi 190.000 participantes durante un promedio de
nueve años, durante los cuales 13.640 personas desarrollaron presión arterial
alta y 5.351 desarrollaron diabetes.
Al menos
dos porciones al día de productos lácteos enteros se asociaron con un riesgo
11-12% menor de ambas afecciones, aumentando a un riesgo 13-14% menor para tres
porciones diarias.
Según los
autores del estudio, las asociaciones fueron más fuertes para los productos
lácteos enteros, que para los lácteos bajos en grasas.
Los
investigadores dijeron, “un mayor consumo de lácteos se asoció con una presión
arterial media más baja, circunferencia de la cintura, triglicéridos y glucosa
en la sangre.
"Si
nuestros hallazgos se confirman en ensayos suficientemente grandes y a largo
plazo, el aumento del consumo de lácteos puede representar un enfoque factible
y de bajo costo para reducir el síndrome metabólico, la hipertensión, la
diabetes y, en última instancia, los eventos de enfermedades cardiovasculares
en todo el mundo".
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