En un nuevo encuentro virtual, periodistas agropecuarios se encontraron de manera virtual para actualizar las realidad del té, el maní y la carne ovina de Misiones, producciones con gran proyección.
Por Elida Thiery (Agrofy News) - Continuando con el ciclo de actualización profesional organizado por el Círculo Argentino de Periodistas Agrarios, en base a las perspectivas post pandemia, este miércoles se desarrolló una charla enfocada a tres economías regionales, que dio continuidad a una similar de algunas semanas sobre leche, yerba mate, frutas del Alto Valle y vino.
Cada semana con encuentros virtuales se intenta comprender la realidad de los diferentes sectores vinculados al campo argentino, con una mirada especial desde la comunicación y sus profesionales, que en esta oportunidad se enfocó en el té, el maní y los ovinos en Misiones.
A buena temperatura
Carolina Okulovich es la presidente de la Cámara de Elaboradores del Té Argentino, desde Misiones comenzó explicando que desde 1950 nuestro país comenzó a posicionarse en el mercado mundial del té y con las exigencias de tecnificación se logró que las industrias actualmente produzcan diez veces más que las de la India, para cumplir con normas de calidad, de inocuidad como las FSSC 22000 que certifican la seguridad alimentaria, superando a las ISO, además de haberse incorporado desde 2009 las normas de Rainforest Alliance, para el cuidado del medioambiente, fomentando una tarea social detrás de la producción certificada.
“Hoy Argentina está entre el séptimo y octavo lugar entre los productores de té en el mundo”, sin embargo el consumo anual per cápita es bajo, con 160 gramos, mientras los principales consumidores están en los seis kilos, lo cual abre la alternativa de trabajar más en el mercado interno.
Con 77 mil toneladas al año, la exportación se lleva el 95 por ciento del total.
“El té negro es el rey en todo el mundo y es el líder en las exportaciones argentinas”, sin embargo el té verde viene creciendo, uno con proceso de corte enzimático con vapor y otro con calor, según el gusto del mercado europeo y americano, pudiendo abastecer a ambos, mientras que el té rojo apunta al mercado local, ya que es té negro con un proceso más largo de oxidación, que en el mundo no tiene gran demanda.
La producción argentina está incorporada a empresas como Lipton, Twinnings, McDonald´s y otras cadenas de cafeterías, además de la venta directa a brokers que son los que llegan a más mercados, con la mezcla de variedades para el logro de los diferentes blends. Esto es lo que presenta la variedad de sabores y precios.
“La traslucencia es lo que le permitió que el té argentino llegue a muchos mercados”, explica sobre la transparencia del producto, que debe prepararse con agua a una temperatura no mayor a la del mate y con el reposo de las hebras o los saquitos no más allá de los tres minutos. A nivel sensorial tiene un sabor particular, con un atributo de astringencia que podría deberse a la tierra colorada de Misiones, con la ventaja de tener una recolección mecanizada que garantiza calidad y que incluso logró desarrollar la maquinaria en el ámbito nacional.
Con una producción semestral “el gran problema de la industria es la financiación, porque ya no hay acceso a créditos en dólares y a poco de empezar la zafra hay que pagar todos los costos y tal vez tenemos que esperar un año para poder cobrar”. Además con las condiciones de la pandemia, los envíos al exterior están demorados y eso genera una nueva temporada con un “sobrestock preocupante” que va a ser muy complejo de revertir y que podría confirmar que el año está perdido, aunque se siguen intentando abrir nuevos mercados.
Mientras que una chacra promedio puede tener un rendimiento de 15 a 20 mil kilos de té, lo que precisa el sector es mayor inversión en desarrollo científico-tecnológico aplicable a esta producción y con ello poder diversificar el uso de la materia prima en la industria farmacéutica y cosmética, entre otras.
Otra carne
La Sociedad Rural de Animales Menores de Misiones es una entidad creada hace unos tres años especialmente para atender las necesidades de los productores de ovinos, caprinos, porcinos y equinos, que tienen plazos y evoluciones diferenciales al resto de las producciones ganaderas y con ello ya se están notando cambios en la producción y el consumo en los límites de la provincia.
Gabriel Montiel es el titular de la entidad que específicamente en ovinos trabajan en la producción de carne, y no de lana por las complicaciones que trae aparejada en esto la tierra colorada.
Santa Inés y Dorper son las razas principales de este desarrollo específico que está cumpliendo diez años y que abarca en un 80 por ciento a pequeños productores, de los 700 que hay en la actualidad. Con el interés en la actividad, el blanqueo de la misma, fue creciendo el trabajo planteado en mejorar el manejo de la producción con ayuda del Ministerio del Agro misionero, que tuvo importantes avances en el suelo, restando mucho por hacer sobre los animales.
Como política de Estado se readecuó un frigorífico municipal en el sur de la provincia, que puede recibir a los animales y así porcionar la carne que tiene autorización de venta en los límites de Misiones. Este blanqueo comenzó el 3 de junio y recién a fin de año se podrán tener números concretos sobre la producción y también el consumo.
Si bien en una década se duplicó el stock ganadero, deberán pasar varios años hasta que esta producción pueda llegar al resto del país, estando lejos de los números que se manejan en la Patagonia, que también dispone de lanas.
De esta forma, llegando de manera directa a las carnicerías y a las heladeras de los supermercados se puede suplantar con carne ovina a las otras que son más habituales en el consumo. Actualmente el kilo de carne está en el orden de los 550 pesos.
Una curiosidad es el manejo de la citronella como pastura y con ello conseguir un sabor aún más especial para la carne.
Más que en la picada
Edoardo Fracanzani, es un italiano que vive hace muchos años en nuestro país y actualmente es el director ejecutivo de la Cámara Argentina del Maní. Con un siglo de trayectoria en la Argentina y la expansión que se dio desde los años ´90 con nuevas variedades y máquinas para el sector, es nuestro país hoy el principal exportador mundial, mientras que el consumo interno sigue siendo bajo con un kilo al año, mientras que en Estados Unidos, Europa y Brasil consumen entre 3 y 4 kilos por habitante por año; y China hasta ocho kilos.
El 90 por ciento de la producción se exporta, hacia la Unión Europea que es el mercado más sofisticado, donde se abarca el 65 por ciento de la demanda.
Nuestro país tiene pendiente un crecimiento en cuanto a la investigación y el desarrollo, al igual que con el té, para el sector manicera, que es la gran diferencia con nuestros competidores, para poder avanzar en genética y desarrollo de variedades, la mejora de procesos y avance en nuevos productos.
“El sector del maní en el país está muy integrado, porque en nuestra cámara hay 20 empresas que se encargan de la producción, la industrialización e incluso la comercialización al exterior, aunque también hay unos 300 productores independientes que venden a las industrias”, explica, sin embargo la rentabilidad está siempre ligada a la suerte climática y a la disponibilidad del agua en los suelos. Este año la campaña fue buena, sin embargo en 2018 el maní no eludió el impacto meteorológico.
“El consumo más difundido es el maní tostado o frito, con o sin sal, seguramente acompañando una bebida, sin embargo hay otras maneras de consumirlo en postres como el mantecol, el maní con chocolate, la garrapiñada, el turrón e incluso la pasta de maní”. A medida que la gastronomía avanza y el paladar argentino crece, este tipo de productos comienzan a tener demanda interna, mientras que sigue relegado el aceite de maní, que es el que tiene un desarrollo pendiente.
Desde hace un año y medio se comenzó un programa de fomento en el mercado interno denominada “Maní para mí”, que permite la difusión nutricional y la variedad de consumos del producto, además de intentar generar un mayor agregado de valor para que las exportaciones tengan un mejor impacto en el precio final del producto.
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