Este viernes se definió proteger a los términos como queso o yogurt de los productos con base vegetal.
Por Elida Thiery – Tener consumidores más informados y exigentes hace que el negocio de los alimentos mejore, sin embargo las confusiones que se generan en este camino pueden afectar a todos por igual.Esta semana en el Senado Nacional se aprobó la iniciativa para avanzar en el etiquetado frontal de productos alimenticios en el que a través de octógonos de color negro y con letras blancas se destaquen excesos en azúcares, sodio, grasas saturadas, grasas totales y calorías. La iniciativa que copia modelos internacionales también avanzará sobre exposición y publicidad de los productos, con lo cual se pone en juego a la industria en general.
Desde Tucumá
n, las legisladoras Silvia Elías de Pérez y Beatríz Mirkin coincidieron en la afección que esto traerá a su provincia, Tucumán, teniendo en cuenta la demonización del azúcar que tiene por detrás este proyecto, más allá de tener que cumplir con parámetros fijados por la Organización Panamericana de la Salud, lo cual viene siendo manifestado por entidades de ese territorio, siendo una de sus principales industrias.
Los productos que tengan un octógono en el frente no podrán publicitarse, ni ofrecerse para niños, e incluso se solicita que la adecuación de envoltorios se debe hacer entre seis y 12 meses, dependiendo del tamaño de las empresas.
Este debate nuevo en Argentina, aunque algo demorado, viene muy por detrás de otros planteos que el mundo hace en el sector alimenticio.
Sobrevive la hamburguesa
Ayer viernes los legisladores del Parlamento
Europeo votaron en Bruselas dos enmiendas que forman parte de la política
agrícola dispuesta para el bloque entre 2021 y 2027, que si bien no son
definitivas, generan avances concretos en las estrategias ligadas a la
producción, promoción y consumo de alimentos.
Los agricultores europeos habían argumentado que el uso de palabras como
hamburguesa o salchicha para productos no cárnicos podría inducir a error a los
consumidores, lo cual era contrarrestado por los ambientalistas o compañías
vegetarianas o veganas que entienden que estas limitaciones pueden desalentar
los cambios en las dietas, apuntando a reducir el impacto ambiental desde la
alimentación. Claro que esto en realidad es engañoso para los consumidores.
En Argentina a las confusiones las dilucida el Código Alimentario, sin
embargo no se exige en absoluto el cumplimento en cuanto al respeto de las
denominaciones de productos, sobre todo sobre lácteos.
Estas cuestiones vinculadas al etiquetado podrán seguir vigentes para los
rubros más “cárnicos”, ya que al no haber tenido aprobación el artículo 165,
seguirán vigentes términos como hamburguesa, bife o salchicha.
Sin embargo, se confirmó el rumbo que había fijado el Tribunal de Justicia
de la Unión Europea hace unos tres años, cuando prohibía términos como
"leche de soja" y "queso vegano", incluso sobre
terminología como manteca o yogur, siempre que no sea para productos fabricados
con leche de origen animal. El resto se trata de bebidas vegetales o jugos y
sus derivados.
Aprobando el artículo 171, se genera una defensa de la actividad que abarca
desde los productores, hasta los comercios, pasando por las industrias, dándole
su lugar a cada alimento, sin generar confusiones, ya que tienen interés en
alimentarse de una manera diferente, conocen cuáles son los productos
alternativos que pueden consumir delimitando a la perfección sus elecciones.
Variedad
Claro que ante semejante diversidad de productos, los promotores de los
productos veganos no quieren perder el impulso que dan los términos instalados.
Tomando los datos que le llegan a este sitio desde España (ig y tw: Cordobesa en Valencia), queda claro que cada
país está haciendo un gran trabajo para la defensa de sus productores, incluso
superando inconvenientes como el de la compra de leche social del gobierno
ibérico a Portugal.
Los precios no son los que deberían en los tambos, son bajos en las
industrias, teniendo en cuenta la historia sectorial y el contexto de pandemia,
pero terminan acomodándose al consumo, pero sobre todo, sorprendiéndonos de
este lado del Atlántico.
Teniendo en cuenta que un sueldo bajo en Europa ronda los 1.500 Euros
mensuales, aquí va un breve recorrido para condimentar nuestro fin de semana.
Entre los quesos, el kilo de mozzarella 6,75 Euros, gouda 5,67, el
equivalente a un cremoso (que no es el de uso más común), 7,71 Euros; y algo
similar al tybo o barra, cinco Euros.
La leche se consigue desde 0,58 Euros el litro en envases tetra, e incluso por
un Euro se venden las botellas de un litro y medio.
Finalmente, un pack de seis flanes se consiguen a 0,70 centavos; 1,95 Euros
los 16 yogures en envase familiar; 0,95 centavos los yogures con mayor valor
agregado; e incluso los productos lácteos con agregado de probióticos se
presentan de a seis unidades por 1,50 Euros.
La próxima vez que visite un supermercado argentino no haga la conversión,
no sufra por la falta de diversidad de productos, no padezca el hecho de no
poder repetir semana tras semana una misma lista de compra y mucho menos piense
en la inflación que compensa desde otros productos los precios frenados de los
lácteos locales, que liman las inversiones de industrias de todos los tamaños y
mucho más a los tamberos, del otro lado de las tranqueras.
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