Felippa ve como un “objetivo deseable” al pago por atributos

Con la inquietud de la producción, el nuevo presidente del CIL habló de “aspirar” a dar este paso, asumiendo las diferencias que puedan presentarse en los valores diferentes que se presenten en los tambos.  

Por Elida Thiery (Agrofy News) - Transitando su 101º aniversario, el Centro de la Industria Lechera se enfrenta a un nuevo cambio en su conducción, retomando una modalidad habitual que también le propone desafíos y debates fundamentales del sector. 

Después de 12 años de gestión, Miguel Paulón dejó de ser el presidente de la entidad y con una búsqueda detallada la entidad que representa a las 21 principales industrias lecheras del país definió que su nuevo responsable sería Ercole Felippa, tal como lo adelantara Agrofy News en octubre pasado. En aquella asamblea se nombraba al hombre que desde el jueves pasado asumió formalmente la presidencia del CIL. 

“Miguel era un externo del Centro, era la primera vez que no lo presidía algún representante de las empresas integrantes. Me lo propusieron y me pareció que era un desafío importante para poder trabajar en una agenda común, fundamentalmente teniendo en cuenta al sector lácteo como cadena de valor y con mi participación como productor y también como industrial, apuntando a lo que yo entiendo que son las grandes ´mochilas´ que impiden de alguna manera despegar y responder, ¿por qué la lechería hace 20 años que no crece?”. 

Felippa tiene una vasta experiencia en la conducción y la negociación desde diferentes entidades ya que además de presidir a la cooperativa Manfrey desde hace dos décadas, ocupó diferentes cargos en la Unión Industrial Argentina (UIA), en la Unión Industrial de Córdoba (UIC), en la Agencia Procórdoba , en la Cámara de Comercio Exterior de Córdoba (Cacec), en la Federación de Cámaras de Comercio Exterior de la República Argentina (FECACERA) y en la Fundación E+E, orientada al emprendedorismo. 

“Indudablemente desde el año 1999 estamos con los mismos niveles de producción, por eso hay que asumir el desafío y trabajar en ese sentido” explica y comenta que la decisión la tomó junto con su equipo de trabajo con la cooperativa cordobesa que tiene base en la localidad de Freyre.  

 

Puntos clave 

 

“No podemos dejar de analizar la impronta y las características propias que tenemos como sector. Nosotros hacemos productos lácteos y los proveedores de materia prima son las vacas, si les damos de comer con buenas condiciones climáticas ellas producen sin interesarles si el dólar sube o baja, si hay o no demanda, con lo cual a esa leche hay que recolectarla, industrializarla y comercializarla, siendo altamente perecedera. Desde ese punto de vista requerimos un enfoque muy particular respecto a cualquier otra actividad”. 

Exponiendo las condiciones de la lechería, el dirigente añade que “este es un sector extremadamente intervenido por los distintos gobiernos, por la sensibilidad misma de la actividad. Ahí vemos como a lo largo del tiempo con controles de precio, restricciones a las exportaciones y otras cuestiones, se termina afectando de manera negativa al sector”, agregando que “la leche se produce sobre la tierra, en donde compite con otras actividades, como la agricultura y ahí quien produce granos genera dólares y quien produce leche, genera pesos, entonces hay una relación directa que muchas veces plantea un desacople y una desventaja entre los costos y los valores”. 

Además Felippa apunta a otro de los puntos débiles en los que sin dudas está la “institucionalidad” sectorial. “La producción primaria y la industria debemos tener una agenda de temas comunes por los que tenemos que pelear juntos, no es que tenemos problemáticas distintas, porque si al tambero le va bien, también a la industria”. 

Por eso propone “tener una agenda de competitividad, con una mirada sistémica que abarque aspectos de la macroeconomía, como la cuestión impositiva, el costo laboral  en el que los salarios son una parte. También debemos tener una agenda de puertas abiertas a la productividad, la tecnología, para acortar las brechas que se perciben mucho más a nivel del productor, con una productor de 15 mil litros y alambrado de por medio otro de 3.500 y en casos así no hay precio que alcance a cubrir esa brecha”. 

 

Calidad y composición 

 

En 2020 los precios para el productor frenaron la tendencia del año anterior y no fueron buenos, por cuestiones vinculadas a una suba productiva, pero también acusando el impacto de la pandemia. Esto abrió un debate en las entidades de productores de recuperar la iniciativa del pago por calidad, por los componentes de la materia prima y no por cantidad en litros, que si bien no tiene una postura consolidada si se entiende en todos los representantes de los productores que la base se debe dar a partir del Acta de San Francisco. 

“Esto no es un planteo sólo de los productores. Deberíamos aspirar a que el pago de la materia prima sea por composición, por calidad. El tema está en que muchas veces terminamos vendiendo nuestra leche a ´tanto´ por litro”, dice mezclando sus dos roles en la cadena y sabiendo, pero “aspirar a un sistema de pago que tenga que ver con los atributos de eso sería un objetivo deseable de todas las partes, pero tenemos que asumir desde esa mirada que la brecha que va a existir en materia de precios va a ser muy amplia”. 

Aunque hoy el rango de diferencia entre la leche más cara y la más barata estuvo en el 20 por ciento históricamente y ahora se muestra más aplanada, “tenemos que prepararnos mentalmente para asumir que la diferencia que va a existir en la valuación por litro va a ser grande”. 

Es un desafío que deben asumir las partes en un marco de mayor transparencia a la que se fue avanzando con más información disponible a través del Sistema Integrado de Gestión de la Lechería, de la interpretación del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina. “Pero hay que dar el otro paso que es pagar la materia prima por los atributos que tiene”, entiende Felippa. 

 

Políticamente 

 

“Nuestra actividad, más allá que sea un típica economía regional, depende básicamente de medidas que se tomen en el orden nacional”, superando definiciones que pueda tomar cada provincia.  

“No con este gobierno en particular, sino con lo que ha ocurrido en los últimos 20 años, lamentablemente ha habido un nivel de intervención que ha servido como ´mochila´para la actividad”, donde por ejemplo se inscribe el famoso precio de corte que significaba una “retención encubierta de casi el 50 por ciento”, que ante ventajas comparativas y cualitativas que se dan en el país, con una retención del nueve por ciento y un aporte de mil millones de dólares por las ventas al exterior. 

“Si esas cuestiones se eliminaran, como así también el componente impositivo del producto a exportar, que eran los reintegros a las exportaciones, son todos elementos que juegan en contra del crecimiento de la actividad, porque en definitiva eso termina trasladándose a un precio al productor que hoy, en estas condiciones, esté pensando en disminuir la cantidad de concentrado o directamente destinarle una mayor superficie a la agricultura”. 

El deterioro del sector también se da por la vigencia desde hace un año del sistema de Precios Máximos que con un ajuste sólo del cinco por ciento quedaron relegados con costos varias veces más elevados. “Es cierto que cuando se dan estos procesos devaluatorios, siempre la lechería corre por detrás, aunque después de varios meses eso tienda a converger”. 

Sin desconocer a los últimos años de gestión en la industria, esta renovación en la conducción del CIL con un dirigente cooperativista puede aportarle a la entidad mayores acuerdos que fortalezcan a las partes y consoliden soluciones para necesidades históricas. Desde una mayor transparencia en la cadena lechera, hasta políticas que den continuidad a una actividad fundamental para la alimentación de nuestro país y los destinos de los diferentes productos, pero también para el desarrollo socio-económico de cientos de pueblos y ciudades de todo el país.  

Argentina es uno de los principales protagonistas lecheros a nivel mundial, que este año pudo expandir la producción por la confluencia de las condiciones climáticas y el arrastre de mejoras en los precios, pero que parece no poder aprovecharlo, ni disfrutarlo. Esa es la tendencia que se debe revertir. 

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