Los químicos del hogar y el campo tienen los mismos principios activos

Así lo explicó el médico Alexis Benatti, del TAS de Rosario, a partir de un trabajo específico en toxicología, que dispone de estadísticas en cuanto a consultas por contacto o intoxicación con productos de uso habitual. Las prohibiciones no resultan si no se trabaja en la forma de aplicarlos en domicilios o cultivos. 

Por Elida Thiery (Rafaela Noticias) - Utilizando un nuevo formato de contacto y difusión, este lunes por la tarde la periodista Eleonora Cole charló en su cuenta de Instagram con el médico toxicólogo Alexis Benatti, profesional que se desempeña en el TAS (Toxicología, Asesoramiento y Servicios), una institución privada que ofrece asesoramiento y servicios abarcando al espectro científico-técnico en este sentido y contando con un consultorio 24 horas en materia toxicológica. 

En lo que fue un diálogo donde la divulgación científica se orientó a un público general, se abarcaron alternativas ligadas a los productos químicos que se utilizan en hogares y también en el campo.  

“Acá también existe una grieta, que toda la culpa es de los plaguicidas o que no hacen nada, pero no es ni una ni la otra” sostuvo el profesional sobre un tema de gran trascendencia mediática sobre ejemplos puntuales que a partir de una patología intentan establecer una causal. 

Trabajando en la institución desde 2007, Benatti explicó que desde ese momento “se incrementaron muchísimo las consultas para descartar la causa tóxica, puede ser una neuropatía, una malformación y se acercan a descartar si se debe a un origen tóxico, que en algunos casos se puede dar, pero en otros no y en esos casos los pacientes se van del consultorio intranquilos, por no conseguir una respuesta netamente científica, que a veces parece tener menos valor que cualquier comentario que la persona reciba en la calle”. 

Estos pareceres alejados de la ciencia son los que entremezclan intereses políticos y económicos, que no son a los que responde el médico, que indica su tarea para avanzar en los diagnósticos y tratamientos vinculados no sólo a este segmento, sino también en cuestiones relacionadas a las intoxicaciones por drogas de abuso, causas industriales, animales venenosos, entre otras caudas.  

“A los plaguicidas se los puede clasificar de diferentes formas, sobre todo por dónde van a actuar. Los productos de uso en el campo son los llamados fitosanitarios, para mejorar y cuidar el rinde de una cosecha, como herbicidas, acaricidas, plaguicidas, al igual que los domisanitarios, que son aquellos productos de uso doméstico, no incluyendo a los de limpieza”, sin embargo, en ambos casos “los principios activos son siempre los mismos”. 

 

Hogareños 

 

“En el campo los plaguicidas son de mayor tecnología, de mayor poder selectivo y que van bajando la toxicidad. En los productos de uso doméstico seguimos arrastrando el uso de productos como se hacía hace muchos años, con compuestos órgano fosforados que se siguen usando dentro de los domicilios, como por ejemplo las pastillas o líquidos termoevaporables, en una habitación cerrada mientas descansamos y esa es la mayor exposición para las personas”.  

Benatti detalló que “por cada tres consultas de domisanitarios, tenemos una de fitosanitarios. En el instituto se atienden unas 4.600 consultas al año y el 20 por ciento correspondieron a plaguicidas con unas 880 consultas, con intoxicaciones por contacto o exposición, ocasionales o crónicas, 626 en total, de las cuales 450 fueron por productos de uso doméstico, las restantes por fitosanitarios y las demás por asesoramiento”. 

Existe una “baja percepción del riesgo de los domisanitarios, el 70 por ciento de las consultas es por exposición o intoxicación accidental, con predominancia en niños, por productos sin etiquetas, marbetes y sin referencia real con el principio activo”, lo cual deriva generalmente en internaciones, lavaje de estómago y demás intervenciones. “Cada vez lo noto más frecuente y no hay una real conciencia, una percepción del riesgo por los plaguicidas. Las personas creen que un veneno para hormigas no tiene implicancias graves”. 

Hay una regulación de domisanitarios permitidos de Anmat, que no son todos los que están en el mercado, por lo tanto Benatti recomienda comprar siempre productos registrados, con etiqueta donde se indique el principio activo y el porcentaje utilizado, e incluso la indicación de la banda de toxicidad, verde, azul, amarilla o roja, al igual que los productos destinados a la producción agrícola, debiendo instruirse sobre el producto, su uso y disposición. 

 

En el campo 

 

“Todos los productos fitosanitarios tienen envase, marbete, detalles. El problema aparece cuando se abre el envase y se aplica. Todo depende de la responsabilidad de quien lo hace”, entiende el toxicólogo. 

Si bien en los últimos años se vienen haciendo “cosas muy buenas” desde las Buenas Prácticas Agrícolas, para todo el procedimiento en el campo, “la grieta puso en primera plana a los plaguicidas y a partir de eso se empezó a trabajar diferente, se ha tomado conciencia de que se trabaja con productos tóxicos, lo cual es un primer gran paso”. Claro que “siempre hay algún operario o productor que hace las cosas mal, pero se fue modificando muchísimo eso, junto con una menor toxicidad y con el desarrollo de productos con más tecnología en su desarrollo”. 

En los medios se genera gran conmoción y preocupación a la población, “pero existen datos científicos para desasnarnos, para ver en qué situación estamos, por más que haya gente que no lo quiera ver. En los últimos años aumentaron las consultas para descartar causa tóxica vinculada a órganos fosforados, glifosato y 2-4D”. 

En relación a lo crónico, “Argentina ha empezado a trabajar con buena información. Se habló mucho en un momento de malformaciones congénitas, pero desde 2009 el Ministerio de Salud de la Nación implementó un registro de este tipo de enfermedades (RENAC AR), para investigar la relación entre plaguicidas y malformaciones. En Sudamérica nuestro país está entre los países que menos casos tiene, desde que se implementó el ácido fólico en la gestación, con una prevalencia baja de casos y en los índices de los países del primer mundo”. 

A partir de eso con los informes anuales se encuentran números en un nivel esperable, sin datos mayores para la región núcleo, por la influencia de la producción agrícola, siendo actualmente la provincia de La Rioja la que mayores cifras presenta. Los registros en todas las provincias abarcan a más del 40 por ciento de los nacidos vivos. 

En cuanto a la relación entre cáncer y plaguicidas, hay estadísticas respecto a las defunciones. Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe no están en los primeros lugares. Si bien Entre Ríos está segunda a nivel nacional, con preponderancia en hombres, están dentro de los parámetros promedio del país. Sin embargo, no hay datos que vinculen a los casos con diagnósticos de linfoma no hodgkin, que son los que en su momento dispararon las investigación y contrastaciones de la IARC (Agencia Internacional de Investigación del Cáncer), a partir de lo cual se lo determinó como probablemente cancerígeno en 2015, sin existir hasta el momento una relación directa entre la enfermedad y el glifosato, avalado esto por entidades sanitarias de diferentes países del primer mundo que no pueden establecer relación carcinogénica, al igual que un estudio que se hizo en más de 60 mil productores agrícolas, en el cual tampoco se pudo determinar.  

El Dr. Benatti manifestó que “los productos químicos tienen toxicidad, pero todos los planteos tienen que ser científicos. Prohibir a 1.095 metros de distancia puede parecer una solución fácil, sin ningún asidero científico, no entiendo cómo llegaron a esa distancia”, que es la medida que adopta casi de manera reiterativa la Justicia ante cualquier planteo y sin contrastación fehaciente en cuanto a los resultados sanitarios. 

“Hay que hacer bien las cosas, aplicar como corresponde”, detalla el médico que vive en las afueras de Rosario, la ciudad en la que se planteó la prohibición del glifosato y debió retrotraerse una ordenanza donde se contempla un protocolo de uso. “Interpretemos que tendríamos que prohibir los fitosanitarios y los domisanitarios, porque antes hay otros productos muchísimo más tóxicos que pueden afectarnos mucho más. Pero esto no resuelve ningún problema, porque después va a aparecer una cosa nueva para reemplazarlos”. 

Zonas buffer, picos antideriva, tecnología de control, productos de baja volatilidad, el uso de elementos de protección personal para impedir el contacto con los productos por parte de los aplicadores, para preservar la salud de cada uno, demuestran avances y una mayor toma de conciencia, por lo tanto “no hace falta prohibir”, sobre todo porque “para que una molécula de plaguicida llegue a la comercialización tiene más investigación que muchos otros fármacos”, apuntó el médico que subraya, “mi capital es el consultorio y es lo que me forma día a día”. 

Con un proyecto de Ley nacional propuesto por la Red de Buenas Prácticas Agrícolas, que tienen al INTA y al Ministerio de Agricultura como organismos clave en su conformación, se mencionó en el encuentro que “son los cordones frutihortícolas los que utilizan muchos plaguicidas y esa es nuestra principal exposición, no por los granos o cereales, sino por frutas y verduras”, aclarándose que por disposición nacional será desde enero próximo que las huertas deban trabajar con las reglas dispuestas por las BPA. 

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