Alzas en los commodities empujan las perspectivas que son desaprovechadas en nuestro país. Este mes quedarán muy marcadas las diferencias entre las industrias que pueden hacer la diferencia y pagar sin ser afectadas por los topes de precios al consumo en los lácteos. El deterioro de la cadena se profundizará desde los tambos.
(Por Elida Thiery - Agrofy News) - Como un observador observado, el Gobierno argentino transita días de reclamos, no solamente de los movimientos sociales que además de fondos piden alimentos, sino la propia Coordinadora de Industrias de Productos Alimenticios de Argentina solicita que cada encuentro de diálogo se transforme en decisiones positivas para aliviar al sector que produce alimentos y bebidas, con las limitaciones impuestas por el Ejecutivo. Con Precios Máximos y Cuidados, además de acusaciones de desabastecimiento que no es real, la industria alimenticia argentina se encuentra en una encerrona. Apuntando directamente al sector lechero, toda la cadena atraviesa un momento muy complicado, teniendo en cuenta que llega el tiempo de pagar mejor la materia prima, para la industrialización más adecuada y la generación de reservas en los tambos, pero con un techo en las posibilidades económicas.
Es lógico que quién puede dar un paso adelante en estas circunstancias, lo haga, sin embargo la mayoría queda detrás, con los pies atados para seguir caminando y avanzando positivamente.
El control de precios género a una presión particular sobre algunos protagonistas del sector lechero, no solamente ahora con cuestiones ligadas al abastecimiento, sino durante un año de controles constantes y límites financieros, que conjugados con la imposibilidad de dominar a la inflación generan una inestabilidad que excede a este segmento y cada mes sume a más personas por debajo de la línea de la pobreza.
El rumor dentro de la cadena lechera indica un gran desconocimiento de los negocios y particularmente de este sector. Si bien las exportaciones tuvieron un buen comportamiento durante 2020 a pesar de la pandemia, con amplia recuperación hacia fin de año, pero sobre la base de una constancia en cada eslabón, a diferencia de competidores internacionales, el mercado interno no pudo traccionar lo suficiente.
Al deterioro de los ingresos de los habitantes se agrega algo más llamativo que en todo el país que la falta de disponibilidad de los Precios Cuidados, que son productos de primeras marcas por debajo de los valores de los de industrias más pequeñas, regionales o incluso de segundas marcas, con ofertas de productos fundamentales en grandes superficies para atraer al resto del consumo que se deterioró muchísimo y se abarató como pocas veces. En algunos casos, casi el 60 por ciento de los productos estuvo pisado por estas estrategias.
Debería compensarse con las exportaciones, sin embargo el impacto de las retenciones es muy grande.
Afuera y adentro
Se acumularon 20 millones de dólares por derechos de exportación, aproximadamente. Esto surge principalmente del cobro del diez por ciento sobre el valor de la leche en polvo, que toca números destacados de más de 3.600 dólares por tonelada, y de cinco puntos en los quesos.
Hay quienes desde el sector primario, hasta el comercial, entienden que se debe fortalecer económicamente a la lechería sin mucha demora y una alternativa puede ser unificar las retenciones de todos los lácteos. Mejorar la salida de leche en polvo con menos presión tributaria permitiría compensar las pérdidas del mercado interno.
Mientras tanto, entra en el análisis una necesidad de agilizar el reintegro de exportaciones que ya tiene año de demora y que devuelve el 0,75 por ciento de lo vendido y aportado.
A este ritmo, los precios internacionales de los commodities que marcan una tendencia constante en alza terminan mirándose mal desde nuestro país, por la mala interpretación política, pero también por la intervención financiera con un impuesto único a nivel global.
No hay que inclinar la cancha, hay que tener reglas claras y más controles, pero más aún en un sector que necesita dinero. Los tambos tienen que dejar de cerrar, las empresas deben sostenerse, todos tienen que invertir para salir de la oscilación de dos décadas entre diez y 11 mil millones de litros de leche al año.
Faltan políticas concretas y unificación de criterios para que no pierda el conjunto. Rápidamente se pueden equiparar fuerzas aplicando un solo criterio en retenciones y volcando esos fondos hacia atrás de la cadena, liberando también el techo de precios para poder recuperar el costo productivo.
Las industrias pudieron aumentar entre cinco y excepcionalmente 16 por ciento el precio de sus productos durante el año 2020, mientras la inflación supero el 30% y algunos costos estuvieron muy por encima de 40 puntos, donde influyen la demora cambiaria, los aumentos en los combustibles, e incluso la actualización de los salarios.
Las cláusulas paritarias para ajustarse a la inflación en lo que va del año ya superan cualquier nivel de perspectiva que se tuviera en 2020 cuando se firmó el acuerdo con el gremio principal que abarca al sector y será en abril cuando la nueva negociación se ponga en marcha a un ritmo sea difícil de alcanzar y con el 30 por ciento de la planta laboral licenciada por la pandemia.
¿Febrero tiene ese impulso?
Se entendía que la recuperación del precio de la materia prima podía estar en el orden del dos por ciento mensual, sin embargo el freno ya está puesto. Enero fue un mes bien productivo, el clima fue medianamente favorable con menos calor del esperado y algunas subidas puntuales de hasta 1,10 pesos por litro en el valor de la materia prima salvaron el verano.
Se sabe que el impulso y las posibilidades de inversión se van a frenar de aquí en adelante en los tambos y el invierno será complicado, con recortes para las reservas, porque no todas las empresas podrán levantar el precio en los tambos en una relación de 1,50 por litro, porque el freno en los números de los productos pondrá la base del ajuste de precios en la materia prima en los 40 centavos.
Se sabe que los negocios no deben ser exactamente iguales para todos, sin embargo pueden ser un poco más equitativos, sobre todo para las pymes que tienen un mercado interno muy deprimido con un cierre durante 2020 por la pandemia de canales de comercialización fundamentales como hoteles, bares, restoranes y servicios de catering. Las pequeñas y medianas seguirán quedando por detrás de las más grandes, sobre todo en la captación de materia prima.
Sin un criterio uniforme en las políticas, pero también de criterios internos de la cadena, la debilidad se hace más notoria en Argentina, que en el resto de los jugadores mundiales, teniendo a muchas empresas complicadas y con la muestra de dos empresas con el cartel de venta en el mismo segmento de productos frescos.
Contábamos días atrás que el gobierno nacional desde la Dirección Nacional de Lechería cuenta con una serie de proyectos que se enmarcan en un programa nacional que intentan promover las inversiones, la mejora competitiva, pero los presupuestos están atrasados, calculados a mediados de 2020 y además no disponen de fondos, actualmente.
Ese dinero está en la cadena, se va en las retenciones que para la caja nacional son ínfimas, pero para el sector son muy significativas y hoy podrían financiar necesidades de los productores y más capacidades para las industrias. Incluso podrían subvencionar ayuda social, compras directas, pero parece más importante invertir en televisación de futbol, que alimentar a la población.
A través de un margen de producto que se deje a precios más adecuados para los sectores más vulnerables de la población podemos pensar que falta un poco de imaginación para generar políticas. Hay muchas propuestas dentro del sector primario y la industria, incluso entre los intermediadores que pueden hacer llegar esta suerte de cambio en el paradigma lechero que mejore las condiciones y nos reubique en el plano mundial, con suelos de excelencia y productividad excepcional.
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