Hace menos de tres años Luis Rodríguez y su esposa Ana Rosales comenzaron con una distribuidora de alimentos con sabores de Venezuela y Colombia. Ahora producen en dos tambos propios, quesos para una comunidad que se expande y llegan a los paladares argentinos.
Por Elida Thiery (Agrofy News) - En medio de tanta confusión, no hay que dejar de ver que Argentina sigue siendo una tierra de oportunidades y más aún en algo que nos distingue, la producción de alimentos.Esta es la historia de Luis Rodríguez, un ingeniero electrónico especialista en telecomunicaciones de 33 años, que hace seis años está trabajando en nuestro país a raíz de la crisis que en Venezuela genera un éxodo sostenido desde hace más de una década.
Eligieron con su esposa Ana, que es licenciada en enfermería a la Argentina por su belleza, por su gente y “como nuestro segundo país para empezar una nueva vida, fuimos calando en sus costumbres, por su clima y más allá de las diferencias que tenemos”.
Comenzó desde cero y en el área de las telecomunicaciones, llegó a ser gerente de una empresa, pero sin perder de vista la voluntad de emprender por su propia iniciativa.
“Cuando llegamos, éramos muy pocos venezolanos y por eso no había productos para nosotros poder consumir como en Venezuela. La principal diferencia está en los quesos y es en lo que quisimos probar, aunque no teníamos experiencia en el rubro”.
El queso más común que se consume en el norte de Sudamérica, es blando, tipo de campo, de color blanco y salado, que se usa prácticamente en todas las comidas.
En nuestro país los quesos tienen un cuatro por ciento de sodio, mientras que los venezolanos tienen otro paladar y prefieren que ese queso, que se usa como base para muchísimas comidas sea más salado, llegando al 11 a 12 por ciento de sal.
En Venezuela es el queso llanero, en Colombia el campesino; y en Brasil, Minas o Mineiro, sólo como ejemplo, pero también hay algunos similares en Perú y Bolivia.
El queso Llanero de El Tovareño, no es el más salado de la línea, sino que con la advertencia pertinente en la etiqueta el queso Duro, tiene 18 por ciento de sal.
“No vendemos sólo para nuestro público, sino que la intención es que los argentinos formen parte de nuestra demanda, que prueben nuestros productos, nuestros quesos”.
Luis lo dice orgulloso, “si bien empezamos siendo una micro-empresa que producía quesos, el mismo mercado con la llegada de más venezolanos con más consumo, nos obligó a convertirnos en una distribuidora de alimentos de nuestra región. Crecimos mucho a nivel de distribución, llegamos a lugares lejanos y nos fueron pidiendo otros productos como la harina de arepa, que entra por exportación”.
“Somos un gentilicio que es muy consumista, por eso ya hay empresas grandes que se empiezan a interesar en satisfacer a la demanda”, aludiendo a una marca tradicional de harinas que ya envasa la materia prima para hacer arepas, aunque en nuestro país no se produce, aunque sí en muchas industrias colombianas. El Tovareño dispone de seis marcas de harina para arepas, todas de origen en Colombia y adecuadas al gusto y las necesidades de este grupo inmigratorio que ya nos aporta sabores, platos y costumbres.
Quesos de tambo propio
El queso llanero de El Tovareño tiene
na quesería muy chiquita y artesanal. Crecimos juntos y como la demanda creció tanto no nos bastó tener un sólo centro de producción”.
En Gorostiaga y Olivera, provincia de Buenos Aires, son dos tambos-fábrica que producen íntegramente para la marca con vacas Holando, que a partir de una capacitación directa de especialistas venezolanos para la fabricación de los quesos, a partir de mano de obra argentina.
La capacidad de venta instalada que tiene hoy la empresa es de mil kilos diarios, que se vende a partir de un centro mayorista, para la comunidad centroamericana, que creció y mucho más en pandemia, pasando de un punto de venta virtual por whatsapp, a una web donde se toman los pedidos y la entrega se hace al día siguiente.
En www.eltovareno.com además de los quesos, se encuentran variedades de bebidas, golosinas, salsas, legumbres, elementos de bazar, hasta hojas de plátano para lograr el sabor del Caribe en la Pampa, la Patagonia o en Cuyo, algo que hace muy pocos años era impensado.
“Desde que me fui de Venezuela no he vuelto. Mi familia nos ha venido a visitar, a apoyar, algunos se han quedado a vivir con nosotros y nuestra intención es traer a todos para acá”, explica en una iniciativa que sólidamente construyó con su esposa y que ya los arraiga con el nacimiento aquí de su hija, Paula.
“Argentina es un gran país, no nos podemos quejar”, reconoce. “Todo éxito tiene su esfuerzo, nos costó un montón arrancar y después de mucho sudor y muchas lágrimas, la consecuencia es lo que hoy representa nuestra marca, porque no hay venezolano o colombiano que no sepa lo que es El Tovareño. Nunca nos imaginamos ni remotamente que íbamos a lograr lo que hoy tenemos”.
De los inicios al llegar al país, donde era difícil encontrar un lugar digno donde vivir, de contar el dinero para poder “darle un gusto a nuestra hija”, de lo que significa el desarraigo y la adaptación a nuevo destino, el camino recorrido hoy les da excelentes frutos, con un planteo de “seguir creciendo, seguir produciendo más”, avanzando hasta poder llegar a las cadenas de supermercados. “No lo veo lejos, pero sabemos que tenemos que tener una espalda más grande”, desde lo que fue el inicio de la firma a mediados de 2018, con todo en regla en cuanto a las cuestiones sanitarias y que tuvieron en 2020 un impulso extraordinario por el simple hecho de cumplir con la normativa vigente.
“Somos una empresa familiar que demuestra que con esfuerzo y mucha constancia, bonitas cosas se pueden lograr”, describe Luis Rodríguez.
“Queremos calar en el consumidor argentino, que conozcan nuestros quesos, nuestras arepas, los tequeños (barritas de queso). A quienes nos prueban, le gustan”, con el agregado de valor de saber que en el centro de distribución son sólo 20 personas, más 12 en los tambos, entre venezolanos y argentinos.
El Tovareño fue un sueño y hoy una exitosa realidad. Tomando el nombre del pueblo Tovar, donde nació Luis, en los Andes venezolanos. De ese paisaje especial con influencia alemana, al corazón del barrio porteño de Parque Patricios, para llenar de sabor a propios y a argentinos, siendo ya la arepa la nueva adquisición de la gastronomía nacional.
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