Santa Fe inundada, una historia que se repite

En la zona de San Genaro los Bomberos debieron desalojar dos viviendas rurales, donde se perderan cultivos, pero también animales por la inundación. Las soluciones y las obras nunca llegan, mientras los fenómenos naturales son cada más intensos.

Por Elida Thiery (Rafaela Noticias) - La naturaleza siempre hace su voluntad y es irrefrenable, sin embargo las personas tienen la capacidad para hacer obras que permitan mitigar sus efectos.
Cuando el agua y el viento cumplen su curso en terrenos no intervenidos, o ante obras mal ejecutadas, el triunfo claramente es de los elementos.
En los últimos cuarenta años en la provincia de Santa Fe las inundaciones fueron muchas, las más importantes bien recordadas, pero las obras absolutamente escasas.
El viernes las lluvias comenzaron a tener una intensidad preocupante, sobre todo en la zona de Las Rosas, Las Parejas, e incluso Armstrong, ahí donde la soja está terminando un ciclo y esperando una cosecha que será muy complicada. Pero este sábado la situación fue más compleja, porque en una región donde hace dos semanas las lluvias superaron los 250 milímetros, el castigo volvió a ocurrir.
En una franja imaginaria entre las rutas 64 y la 65, con la guía de la Ruta Nacional 34, los acumulados volvieron a acercarse a los 200 milímetros. Con cortes en el tránsito, cuatro camiones que se salieron de la calzada y una correntada imposible de contener, las precipitaciones transformaron a los campos en un mar.
Ciudades, pueblos y zonas rurales colapsadas por el agua, la caída en ese momento y la que había empezado a escurrir desde el oeste.
Rafaela Noticias habló con Claudio Portaluppi, bombero zapador de San Genaro, que junto a una treintena de compañeros trabajan este fin de semana en la asistencia de las personas afectadas por el fenómeno.
Además de la señalización de las rutas y la ayuda prestada en viviendas particulares, este sábado debieron recurrir al uso de la lancha del cuartel, e incluso con un tractor del Municipio, para llegar a dos campos a salvar a familias aisladas.
Con 240 milímetros caídos y un terraplén derrumbado por la fuerza del agua en la zona de María Susana, debieron “navegar” por los campos cortando alambrados para poder llegar a las casas anegadas. “En una de las viviendas tenían entre 30 y 40 centímetros de agua adentro, por eso decidieron abandonar el campo, dejar todo, tanto el patrón como la familia que está en el tambo”.  
Sin lugar alguno con tierra seca, las vacas del tambo se juntaron en una lomada y sin poder acostarse, resisitirán hasta que las patas se lo permitan, aunque según Portaluppi “varias van a morir” porque tienen agua hasta la panza. Los cultivos están perdidos, las pasturas también y la muerte de animales es inevitable ya. Si bien las vacas resisten un poco más, cerdos, gallinas u ovejas por una cuestión de porte ya han sido barridos por el agua.
Más para el lado de Las Rosas, en otra vivienda rural se rescató a otra familia en similar situación. “Hacía un año y medio que no teníamos inundaciones en esta zona, pero nunca de esta manera. Jamás habíamos tenido agua así”.
El fenómeno es cada vez más fuerte y las obras no acompañan, porque hacia el límite oeste de la provincia algunas canalizaciones se hicieron, pero no se continuaron los trabajos en la bajante natural y el colapso es inmediato, ante semejante descarga desde el cielo.
Al momento los productores de la región no han recibido visitas o comunicaciones por parte del Ministerio de la Producción o de las autoridades de hidráulica de la Provincia. Se espera que en las próximas horas se empiece a generar una alternativa para salvar a los animales y reconfigurar las actividades en el sector.
Es remarcable que las ayudas provinciales son limitadas y en casos como estos se debería gestionar la declaración de desastre y la elevación a emergencia nacional, sin embargo eso sólo puede diferir algunos impuestos, sin demasiada alternativa en el auxilio económico, ya que desde 2009 el Fondo de Emergencia Agropecuaria sigue siendo de 500 millones de pesos, algo fagocitado por la inflación y aplastado por la cantidad de situaciones y extensiones de tierra por atender. 

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