La tecnología en el tambo puede minimizar errores y maximizar ganancias

Matías Stangaferro es santafesino y reconocido en el mundo por su trabajo de consultoría en grandes tambos. Con una mirada sincera sobre la realidad lechera global habló con Agrofy News sobre algunas claves para que el negocio de los más chicos pueda seguir adelante.

Por Elida Thiery (Agrofy News) - Pasaron cuatro años de la última vez en que Matías Stangaferro había estado de visita en nuestro país. Los compromisos profesionales y la pandemia hicieron que esta demora genere una mayor ansiedad para que este profesional nacido en Carlos Pellegrini llegue para contar su experiencia, asesorando grandes tambos de Estados Unidos y Méjico, pero también de los incipientes que se instalan en China.

Es veterinario y magister en Producción de Rodeos Lecheros de la Universidad Nacional del Litoral, con un postdoctorado en Ciencia Animal de la Universidad de Cornell. Desde 2018 se desempeña como asesor en el equipo de Dairy Health & Management Services (DHMS).

Desde el Estado de Nueva York trabaja en consultorías basadas en información, liderando la investigación para que las recomendaciones sobre salud, reproducción y alimentación “están basados en datos biológicos y económicos, tanto desde el ámbito público por publicaciones científicas, como privados.

La empresa tiene clientes muy grandes que son capaces de generar su propia información, al mismo nivel que los desarrollos que hacen las universidades de Estados Unidos y después la publican en las revistas científicas. Entonces, generamos la información para responder las preguntas sobre los temas que inquietan al productor, que van desde los costos de ciertos productos, del impacto productivo, las estrategias de manejo, entre otros temas. Hacemos investigación aplicada con más de 60 proyectos por año en los distintos tambos comerciales en los que trabajamos”.

Con la organización del área de Nutrición Animal de la Cooperativa Guillermo Lehmann, un selecto grupo de productores tamberos tuvieron el gusto de escuchar esta charla sobre la “Sustentabilidad en los sistemas lecheros del mundo”.

Después de varios reencuentros y de recordar anécdotas en sus tiempos de estudiante en la ciudad de Esperanza, el encuentro promovió un intercambio intersante sobre la realidad argentina y lo que el mundo vive en el sector lechero.

La intención era mostrar lo que están haciendo las lecherías más progresistas en tambos muy tecnificados, enfocándose en la eficiencia tranqueras adentro para mejorar el negocio, además de las presiones externas que se deben afrontar en los próximos años.

Aunque la producción total argentina está estancada hace 20 años, “hay un potencial enorme para producir forraje y el único límite de la producción es no encontrar buenos mercados donde poder vender esa leche”.

Puede que sea por las condiciones históricas, se entiende que “el productor argentino es super progresista, trata de hacer las cosas bien y si hubiese suficientes mercados no me cabe ninguna duda que Argentina puede crecer y duplicar su producción de leche tranquilamente, con el potencial de tierra que hay”.

Aunque no es su especialidad el tema mercados, explica que “cada vez que nos pasamos en producción el precio de la leche baja, se desalienta la producción y empiezan a desaparecer los tambos chicos y menos eficientes, estamos siempre en ese ciclo”.

Hoy por hoy ciertos mercados están pasando por lo mismo, con Estados Unidos que tiene un exceso de leche, después de la crisis del covid-19. Sin embargo, hay políticas para que se frene la producción, sobre todo desde las cooperativas, con bases y excesos y se paga determinado precio por una cantidad y los excedentes se penalizan, entonces estamos en un proceso similar al de acá, limitando a la producción de leche”.

Como especialista explica que la contraparte de este proceso es lo que sucede en China, donde las empresas tienen muchos tambos y siguen planificando ampliarse, o mercados como el mexicano donde se trabaja para que no haya excedentes, ya que ante una mayor producción se deriva hacia regiones donde la materia prima falta, generando así un marco donde “el productor puede estar en el máximo de su capacidad, sin el riesgo que caiga el precio de la leche”.

Para Stangaferro, la diferencia entre los productores de las grandes potencias lecheras y los locales más allá de las circunstancias coyunturales, “es el acceso al crédito que les permita crecer, invertir en infraestructura y soportar los años malos. La lechería, tanto acá como en el mundo, tiene años muy buenos y años que son malos, dando pérdida. Ese acceso a crédito te permite tener la espalda suficiente como para soportar cuando los números están en rojo y para avanzar en los momentos buenos”.


Hoy se está dando algo único en Estados Unidos que es este sistema de bases y excesos, porque limita la producción. Es dificil de explicar cuando se trabaja con otros rubros, porque por ejemplo si un feedlot pierde plata, se cierra y no mete más animales. Lo mismo pasa con otros negocios. En el tambo en general, en Estados Unidos, cuando el precio es bajo se produce más para diluir los costos, entonces siempre se está con más leche aunque el precio sea cada vez menos. Cuando los valores son altos se produce más para generar ganancias. Siempre se busca hacer más leche y eso lleva a una mayor desaparición de tambos, porque deja afuera a los menos eficientes”.

En el Estado de Nueva York, donde reside, los tambos grandes promedian las 1.200 a dos mil vacas en producción, en California o en Méjico esos números le corresponden a los tambos chicos porque están en las cinco mil vacas, hasta las diez mil, mientras que en China el estándar está en las seis mil vacas.

Lo que notamos es que los trabajos que hacemos en consultoría, con muchos profesionales en distintas áreas que se integran a través de datos e investigación, tiene su mayor beneficio cuando son muchas vacas las que sostienen al sistema”, explica.

De todas maneras, “lo que está pasando con el tambo chico en general es que si no son eficientes terminan desapareciendo por una cuestión generacional, porque la gente más grande se cansa y los jóvenes no quieren seguir porque las ganancias no son suficientes para repartir entre toda una familia”.

Los que quieren seguir en el sistema se están yendo a sistemas robóticos, donde el dueño del tambo no quiere ordeñar porque es muy cansador y al ser chico no se puede diluir el costo de tener a muchos empleados y el robot le da esa posibilidad de encargarse de la parte más tediosa, para poder dedicarse a la parte agrícola o técnica”, se sinceró con Agrofy News.

Entendiendo que a mayor cantidad de datos para el manejo y control del tambo, mejores serán los resultados, el consejo fundamental para los productores más chicos está orientado a “la inversión en tecnología que permita producir buena cantidad y calidad de forraje, para establecer buenos presupuestos en este sentido es fundamental”.

Por otra parte, “desde el punto de vista de las vacas en particular, para el manejo, depende mucho del déficit principal que tenga cada tambo. Una buena sala de ordeño, si se puede, con manejo de monitores de producción de leche diaria permite establecer mejores estrategias para el descarte de vacas. Tener información de vacas individuales, de producción, permite esto. Esto es lo más básico”.

Además, Stangaferro sostiene que un peldaño más arriba están los monitores de actividad para medir reproducción, lo cual depende de cada unidad productiva, mientras que en un extremo de mayor inversión puede estar la genómica. “No es suficiente contar con el progreso genético, sino que se necesitan los softwares necesarios para poder afinar el descarte, sino también el manejo de la inseminación para no tener hijas de esas vacas”.

Hay mucha información, en parte hay un exceso, hay mucha que está repetida y no es útil muchas veces, entonces puede marear al productor en vez de colaborar la toma correcta de decisiones, minimizando las chances de equivocación o error. En eso nos basamos día a día trabajando con la utilización de datos, que es lo que nos permite minimizar la probabilidad de errores y maximizar las ganancias económicas. Para eso deberían servir los datos y ser útiles”.


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