Los Giraudo producen leche en Villa María de manera sustentable, en sistema compost barn, con ordeño tradicional y robótico, reutilizando desechos, agua de lluvia y con energía solar. Son los únicos del continente nominados en los Premios a la Innovación Láctea de la Federación Internacional de Lechería que en septiembre se reunirá en Nueva Delhi.
Por Elida Thiery (Agrofy News) - La Federación Internacional de la Lechería tendrá entre el 12 y el 15 de septiembre su primer congreso post pandemia en Nueva Delhi, India, encuentro en el que se hará entrega de los Premios a la Innovación Láctea IDF.
En 12 categorías, la intención es reconocer el compromiso y el dinamismo del sector lácteo en todo el mundo, con la exhibición de ejemplos en cuanto a procesos innovadores, prácticas y productos que mejoran la eficiencia y contribuyen a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU. Hubo 144 postulados y la semana anterior se conocieron a los finalistas de cada segmento. Entre ellos, el único proyecto presentado desde Argentina quedó como finalista en la categoría “Innovación en prácticas agrícolas sostenibles y medio ambiente”, siendo a la vez el único en esta instancia definitoria, representando incluso a todo el continente americano.
Los que van por el premio son dos hermanos cordobeses, Pablo y Gabriel Giraudo, productores de leche, que también tienen una planta industrial de lácteos.
Agrofy News quiso conocer de qué se trata este proyecto de “Lechería 4.0” de Don Emilio SRL – Grupo Mharnes, en Villa María, provincia de Córdoba.
Dedicados a un comercio mayorista de alimentos, nunca estuvieron insertos en la tarea de la unidad productiva que desde 1995 tenían su padre Néstor y sus tíos Norberto y Héctor, sin embargo en 2016 tuvieron que encargarse de una actividad que hoy los enorgullese.
“Sin saber casi nada, empezamos a estudiar un poco, a recorrer, a visitar a gente que nos abrió las puertas, a copiar un poco. Al no ser del tambo no teníamos prejuicios que puede haber en el sector, entonces para mí todo tenía que estar lindo, no tenía que haber bosta, algo bastante utópico”, comenta Pablo sobre su inicio en la actividad.
En ese momento tenían cuatro tambos en alquiler, en un radio de 280 kilómetros y fue así que decidieron centralizar todo en tierra propia, ubicado detrás de la Universidad Nacional de Villa María, lo cual también los convirtió en campo experimental para la institución. Fue así que en marzo de 2017 iniciaron el proyecto.
El sistema de producción que más los atrapó fue el de compost barn, que tiene gran aceptación en esa zona de la provincia de Córdoba, porque le da libertad a los animales, confort y un manejo más controlado en cuanto a lo sanitario y productivo que hoy se trasluce en tres establos, un galpón de comida cerrado, con el asesoramiento del Ing. Agr. Juan Monge. Además se combinan con una sala de ordeño tradicional de 24 bajadas, más seis robots Lely, manejado por un grupo de jóvenes que ayudan a seguir caminando hacia adelante, conformando un equipo de trabajo en el que “hemos ido aprendiendo todos juntos”.
La empresa tiene 1.500 animales en total de los cuales 500 están en ordeño, que producen unos 20 mil litros diarios. “Encontramos en la actividad un montón más de variables que las que teníamos en el comercio, donde se compra un producto y se vende con un margen, pero esto es algo que nos gusta mucho, que nos pone muy orgullosos y en cuanto a la rentabilidad no hemos tenido mayores inconvenientes. Pasamos de 16 litros diarios por animal en 2017, a 37 litros promedio en 2021, por lo tanto el cambio tecnológico fue muy importante, pero nos ayudó a poder hacer andar el negocio”.
Pablo Giraudo abunda en detalles de la unidad productiva, explicando que por a dimensión y la demanda que tienen producen el 70 por ciento del maíz que consumen, comprando lo restante para complementar las dietas, mientras que en el campo también hacen alfalfa como cultivo de servicio y rotación.
Tienen un sistema de captación de agua de lluvia que se reutiliza para riego, e incluso tienen la estación fotovoltaica solar privada más grande de la provincia de Córdoba, desde hace más de un año, donde se produce más del cien por ciento de la energía que se consume diariamente, por lo tanto esta autosustentabilidad les permite tener un sistema bidireccional que habilita inyectar a la red de suministro de la cooperativa regional del servicio.
La materia prima producida se procesa en una fábrica de quesos que data de 1985 y comercializa con la marcas “Duy Amis”, que significa dos amigos en dialecto piamontés, haciendo referencia a parte de la influencia inmigratoria familiar que se combina con la vasca.
Hacen quesos cremoso, port salut, pategras, pepato, tybo, romanito, pepato, además de crema, dulce de leche y próximamente yogures, para lo cual se comenzó a ampliar la fábrica para trabajar todos los litros que procesan, que llegan a 30 mil litros diarios, de lunes a viernes, comprando el excedente de leche cruda a unos primos que también tienen tambo.
Los lácteos se comercializan además de la zona de Villa María, en el resto de Córdoba, San Luis, Tucumán, Catamarca, San Luis y Chaco, de forma directa, pero también con distribuidores.
Camino a la India
En cuanto al Premio a la Innovación Láctea IDF se enteraron hace algunos meses y al momento de abrirse las inscripciones decidieron anotarse en cuatro categorías, resultando finalistas en “Innovación en prácticas agrícolas sostenibles y medio ambiente”. Esto no sólo los pone en otra situación frente a otras unidades productivas en nuestro país, sino que los destaca dentro de todo el continente americano, por se los únicos que pueden obtener un premio de la Federación Internacional de la Leche en Nueva Delhi, en el mes de septiembre.
Tomando los ODS de la ONU, basaron la presentación en el objetivo 15, donde se trata de “gestionar de manera sostenible los bosques, combatir la desertificación, detener e invertir la degradación de la tierra, detener la pérdida de biodiversidad”. Explicaron que con los suelos de alta calidad de nuestro país, el cuidado de la fertilidad, la productividad es una prioridad, con el reciclaje de estiércol como fundamento se permite una reposición de nutrientes, mentenimiento y mejora de la estrcutura del suelo con este fertilizante natural.
Además se colabora con la diversifiación de la proudcción agrícola, con menores costos y fertilizando tierras, sin la necesidad de avanzar hacia zonas de bosques nativos. Además el proyecto apuntala los objetivos 1 para “poner fin a la pobreza en todas sus formas en todas partes”, el objetivo 2 de “hambre cero”; y el objetivo 8 sobre “promover el creimiento económico inclusivo y sostenible, el empleo y el trabajo decente”.
Además sobre el objetivo 9 en cuanto a “construir infraestrucutra resiliente, promover la industrialización sostenible y fomentar la innovación”, se explicó que el compost barn es una fuente de producción de compost a gran escala y puede ser autosuficiente par alos cultivos del tambo, a partir del cual se fertilizan sectores al momento improductivos, para cultivos hortícolas, combinando políticas de desarrollo empresarial, generación de empleo y disponibilidad de alimentos. El compost de la granja puede comercializarse, con lo cual se genera una actividad que requiere de mano de obra y de ingresos alternativos por ello.
Del mismo modo, a partir del compost se generan estudios científicos y actividades de investigación, sobre la relación entre las condiciones climáticas, las tasas de secado de compost, la tasa de compostaje y la gestión.
“En el establo colectamos el 70 por ciento de lo que bostea el animal, lo trabajamos, mientras que el otro 30 por ciento separamos los sólidos, los líquidos tienen su tiempo de cadencia, para utilizarlo como nutriente de la tierra”, explicó Pablo Giraudo.
El Grupo Mharnes asegura que con su tarea en la gestión de estiercol y residuos se convierte en una ejemplo de la lechería sostenible, propuemte y transmite las buenas prácticas en la gestión del suelo, agua y eficiencia energética, mientras que del mismo modo se visibiliza el bienestar animal, el cuidado del amibiente y el vínculo entre el tambo y la comunidad.
Un compromiso
Los hermanos Giraudo encontraron en el tambo una forma de desempeñarse muy diferente a la que estaban habituados, pero descubrieron una actividad atrapante.
“Nosotros sólo teníamos libre el día domingo y no iba al campo a ver lo que pasaba. Pero cuando mi padré se enfermó tuvimos cuatro meses para hacer un lamentable traspaso, que fue lo más doloroso de mi vida, pero nos pusimos al día. En ese tiempo él me pudo transmitir un amor por la actividad que yo no lo había podido ver hasta el momento”.
Un busto de don Néstor Giraudo está en la entrada al campo, para hacer valer ese compromiso tomado al momento de hacerse cargo de la empresa. “De todo lo que hicimos no se imaginó nunca nada de lo que podíamos lograr y nuestra duda siempre está en cuán orgulloso puede estar de todo esto que hicimos”, comentó Pablo.
Si bien no saben si podrán estar en la India al momento de la premiación, por las cuestiones sabidas del contexto nacional, a los hermanos Giraudo no se les extingue el entusiasmo.
“Todo el tiempo tenemos visitas en el campo, no sólo productores de nuestro país, sino incluso de Uruguay. Cuando yo me inicié en esto estuve dos días aprendiende en el campo de la familia Chiavassa, que es algo que en este negocio no sucede porque hay mucha competencia, entonces es mi compromiso abrir las puertas del tambo, para poder decir en qué me equivoqué y que repetiría, para que cada uno tome las herramientas que necesita”, concluyó.
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