El INTA abrió las puertas del Tambo Roca, un establecimiento que gestiona con la Universidad Nacional del Litoral y los grupos CREA Centro de Santa Fe, para demostrar las condiciones del Holando y las cruza en una misma instalación. Los productores vieron aciertos y errores para poder aplicar distintos manejos en sus propios tambos.
Por Elida Thiery (Agrofy News) - Durante muchos años el tambo que el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria tiene en campo alquilado en la localidad de Presidente Roca y que depende de la Experimental de Rafaela fue el espacio de trabajo del Ing. Mario Mondino.
Desde el Tambo Roca se elaboraron durante años los costos de producción y los precios que servían de referencia para la cadena, cuando no había otros datos confiables.
Con la jubilación del “Piri” este espacio tuvos sus altibajos. Fue así que el INTA Rafaela entendió que debía ser encaminado para recuperar la idea de servir de monitor para los productores promedio de todo el país.
El trabajo se inició con un criterio especial, involucrando a la Universidad Nacional del Litoral y al grupo CREA Centro de Santa Fe, para permitir una reestructuración que permita la obtención de datos y resultados aplicables a diferentes unidades productivas.
El proceso tuvo su evolución y hace unos días se decidió abrir las tranqueras de este campo ubicado sobre la Ruta Provincial 70 para que más de 400 personas vieran de cerca el sistema de trabajo, pero sobre todo la contrastación en un mismo predio del manejo de un rodeo Holando Argentino y uno cruza.
Tal como destacara el director de la Experimental Rafaela del INTA, Ing. Jorge Villar, “este tambo y esta actividad refuerza algo que para nosotros es fundamental, como la extensión. Compartir las cosas que estamos haciendo y volver a encontrar a los productores de manera directa es esencial para seguir trabajando en el desarrollo de los territorios”.
Para el Ing. Agr. Javier Baudracco, director del Departamento de Producción Animal, de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNL, “estamos enfocados en mostrar lo productivo y económico, pero la lechería, como la ganadería, la agricultura están muy miradas en cuanto al vínculo con el ambiente y es por eso que vamos a tener que trabajar para poder cuidar el aire, el suelo y el agua, con más énfasis, por eso en esta jornada queremos mostrar tecnologías simples, fácilmente aplicables en cualquier campo, porque nos están dando muy buenos resultados”.
Agregó que “los dos aspectos muy importantes que se dan acá es que estamos tres instituciones presentes, públicas y privadas, trabajando juntas, que permiten además de la producción tener un espacio para la investigación. Además hay muchos jóvenes activos en esto, con lo cual se demuestra que la lechería a pesar de ser compleja, tiene futuro”.
Guillermo Cavallero, como parte de la Agencia de Extensión Castellanos del INTA y siendo el responsable productivo del Tambo Roca ofreció los principales datos físico productivos de este campo.
“El cien por ciento se trabaja sobre tierra alquilada, con un número un poco elevado para la zona, pero con resultados positivos. Son 119 hectáreas totales, de las cuales dos son destinadas a la parte de recría de vaquillonas hasta los seis meses y luegos se van del sistema, por eso tenemos 117 hectáreas para vacas totales”.
Es el biotipo lo que diferencia a los dos rodeos con los que se trabaja entre el Holando y el cruza, “en las distintas etapas fisiológicas del animal se agrupan dentro del mismo biotipo, o sea que tenemos la vaquillona, la vaca de primer, segundo parto, la primera instancia de lactancia y la última, todas agrupadas, por lo tanto, hay rodeos concentrados de 130 Holando y 130 cruza”.
Cavallero repasó las cifras del ejercicio último entre julio de 2021 y junio de 2022. En promedio se ordeñaron 262 animales, con lo que la carga resulta en 2,3 vacas, que resulta elevada, pero con una producción promedio de 22,4 litros diarios.
“Pudimos ir superando algunos indicadores productivos respecto a lo que veníamos registrando en los últimos ejercicios, como por ejemplo los 14 mil litros de leche por hectárea y ahora estámos arriba de los 16 mil litros por año, ayudados por la carga, por tecnologías bien implementadas, pero son indicadores que nos están favoreciendo, a partir de prácticas simples y aplicables”.
Algo fundamental en una actividad productiva es la mano de obra, por lo tanto, con un contrato de tambero mediero es un matrimonio el que está a cargo del tambo, con dos empleados, que realizan la mayoría de las actividades, salvo la inseminación y la recría.
“Este sistema es tradicional en cuanto a la alimentación, buscando una incorporación mayor de pasturas, beneficiando más al biotipo, con más superficie y productividad por hectárea”.
Cavallero subrayó que “la idea de este tambo es que sea sustentable, por lo tanto, no podemos gastar más en inversiones de lo que ingresa”. Es así que en el ejercicio anterior entre leche y carne la facturación fue cercana a los 75 millones de pesos, “un número que está fundamentalmente respaldado por 1.800.000 litros de leche que fueron los producidos, con un menor aporte de la carne”.
Del total de los ingresos, el 42 por ciento se lo lleva la alimentación como el rubro más importante de la unidad productiva, incluyendo la suplementación, mientras que el alquiler representa el 10,9 por ciento del total, con un techo de 120 litros por hectárea.
“El tambero está cobrando alrededor del 11 por ciento mensual, a lo que hay que adicionar un adicional que lo paga en parte él y también la Cooperadora del INTA que es la que administra el campo, para la inseminación externa, representando el 1,2 por ciento anual”.
El responsable de Tambo Roca explicó que a través de la recría los animales salen del sistema y luego se compran para volver y es un rubro importante a nivel económico.
“Alrededor de un diez por ciento es lo que nos quedaría de beneficio considerando las estimaciones particulares”, apuntó el referente del INTA sobre la rentabilidad de un tambo que puede servir de modelo de gestión y administración para muchos de los que visitaron las instalaciones.
Orientada de norte a sur, la sala de ordeño no tiene la ubicación ideal, pero se fue adaptando a partir de lo que ya estaba instalado cuando el INTA llegó a arrendar el campo.
Se ordeña a las 3 de la mañana y las 4 de la tarde, todo el año, comenzando por el lote de Holando, siguiendo por el de cruza, con tres personas en la fosa, que lavan, ponen las pesoneras y sellador, mientras que los tratamientos inyectables se hacen en la manga que está paralela al espacio de ordeño.
“Las vacas son mansas, salimos media hora antes a buscarlas y las traemos a paso de hombre”, dice Mirta al hablar de un manejo habitual que se percibe al acercarse a los animales, en la tarea que hace junto a su esposo Ariel.
Mirta es también responsable del tambo y destaca las comodidades de estar en un establecimiento cercano a Rafaela, en una casa cómoda con todos los servicios, con conectividad e incluso la escuela de Estación Roca a pocos kilómetros para que sus hijos se eduquen.
La sala incorporó una baranda extra para alinear a los animales a la hora de la extracción y alimentación, sobre todo para adaptarla al tamaño más chico del rodeo cruza. Del mismo modo, se acaba de instalar piso de goma para mayor confort animal.
Cabe destacar que el rodeo que no es puro se da por una retrocruza, que surge de los animales que estaban antes en la Unidad de Producción Intensiva de Leche del INTA Rafaela, con un sostenimiento de proporciones en la mezcla de razas. En ambos rodeos los animales son mansos y esto tiene relación con el trato.
Respecto al sistema de aguadas con los que cuenta este tambo, permiten tener la demostración de obras posibles en cualquier campo.
Para Baudracco, en los tambos “hay tres aguadas cada cien hectáreas en promedio, porque son sistemas en su mayoría que quedaron viejos e instalados desde hace unos 50 años. La vaca actual toma mucha más agua que antes y el agua cerca le permite al animal afectar para bien su conducta, porque al estar mejor hidratada come más, le hacen menos presión a los callejones porque se pueden quedar en la parcela y así se distribuyen mejor los efluentes”.
Además de hablar del manejo de pasturas, en base a alfalfa, la estación destinada al detalle del agua estuvo a cargo del Ing. Rubén Tosollini del INTA, que destacó la importancia de los estudios de cada campo, del uso de herramientas geoeléctricas para definir dónde hacer las perforaciones, de planificar los lotes para ubicar los reservorios y de elementos clave como bombas sumergibles, eléctricas, solares e incluso molinos.
Lo que se demostró también es que con callejones de ocho metros, abovedados al tres por ciento para escurrir el agua, permiten una circulación buena por todo el campo, con un mantenimiento constante.
El profesor de la UNL añadió que “a los dos rodeos los venimos armando y vienen teniendo un monitoreo. El proceso de medición va a comenzar a ser más estricto, no para buscar a un ganador, sino para que cada productor dependiendo de lo que quiera elegir para su tambo tenga información objetiva y del mismo lugar”.
Esto va a permitir que se pueda seleccionar la forma de trabajar, el manejo y los resultados, en una lechería que lentamente avanza hacia la calidad, a la cantidad de sólidos por litro, pero que también tiene relación con situaciones como fertilidad, tamaño de animales, condiciones de salud, patas, todo en un mismo campo.
“Este tambo se tiene que manejar como cualquier tambo comercial, porque no recibe fondos extra, por lo tanto, desde hace cuatro años que se iniciaron los cambios y todo se hizo con autofinanciamiento. Los números nos demuestran que los resultados son positivos, con esa ganancia del diez por ciento sobre el total de la facturación gracias a que logramos alta productividad con buen manejo”.
Baudracco es concreto, “la lechería no es una actividad rentable de por sí, por eso hay que hacer las cosas muy bien para lograrlo”.
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