Ercole Felippa, el titular del Centro de la Industria Lechera, repasó cada variable de un sector productivo afectado por el clima, la economía y la política, descartando un deterioro en la disponibilidad de lácteos en todo el país, con el cierre de un año que terminó empatado.
Por Elida Thiery (Agrofy News) - El mes de diciembre cerró con una producción de leche cruda de 1.030,2 millones de litros de leche, -1,5 por ciento menos que en noviembre, llegando a un total del 11.557.419.002 litros de leche.
El impacto de la sequía y de muchas otras variables hizo que no se pueda trepar en producción más que el 0,04 por ciento respecto a 2021, muy lejos de lo que se creía en el otoño.
De acuerdo a los datos que recopila el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina, el sector venía de un crecimiento del 7,4 por ciento en 2020 y de cuatro puntos porcentuales en 2021.
El sostenimiento de los números es consecuencia del esfuerzo de los privados, de tambos e industrias que siguen apostando a la genética, a la tecnología, a la búsqueda de nuevos negocios, cada día enfrentando las condiciones adversas que van más allá del clima, sino que están arraigadas en la política su ligazón con la economía.
“Si bien las crisis en nuestra actividad son sistémicas, el cierre de este año 2022, prácticamente es una tormenta perfecta, o las siete plagas de Egipto que se abaten sobre nuestra actividad”, así comienza su descripción sobre el sector el Presidente del Centro de la Industria Lechera.
“Principalmente es la cuestión climática, con el tercer año consecutivo de sequía, lo que hace que nuestra actividad lo esté padeciendo de una manera muy importante. Para mí los dos principales eslabones de la cadena, la producción primaria y la industria, sufren los desequilibrios macroeconómicos. Este proceso inflacionario que ya lleva mucho tiempo en Argentina, lamentablemente no tiene un aboradaje de los causantes de la inflación, sino sobre la consecuencia que son los precios”.
Ercole Felippa se refiere a las medidas de restricción en cuanto al ajuste de valores en los productos, que deben ceñirse por debajo de la inflación, a pesar de costos que no cesan en su creciemiento.
“A eso tenemos que agregarle que hace tiempo se rompió la relación de litros de leche cruda con dos principales insumos para la alimentación, de la soja y el maíz, no sólo como alimento, sino como referencia de los valores de los alquileres, que en soja es uno a uno y en maíz dos a uno, hace varios meses que la relación no existe. Como si esto fuera poco, la implementación del Dólar Soja I y II, tuvo una consecuencia muy negativa en la cadena”, en la que el aumento de alimento para los animales tuvo incrementos excesivos, con un punto de inflexión en la suba de precio en los granos a partir de la primavera y la medida recaudatoria que en dos oportunidades aplicó el Gobierno.
“Es cierto que el Gobierno ha tomado una serie de medidas para tratar de acompañar ese desfazaje, no digo que no sirvan porque siempre en algo ayudan, pero no son para todos los tambos. Cubrirían a casi el 80 por ciento de los tambos, pero en términos de leche es un porcentaje menor que no llega más allá del 35 por ciento”.
Felippa es productor, pero también titular de la cooperativa Manfrey, por lo tanto conoce a la realidad sectorial desde todos sus costados. “Todas medidas que son parches sobre parches, que terminan quitándole previsibilidad a una actividad que es muy sensible a todos estos cambios”.
Concretamente, “el grueso de la producción, cerca del 75 por ciento del total de la leche se vende en el mercado interno, que con todas estas distorsiones de las que estamos hablando tiene una erosión muy importante, afectando mucho más a los sectores de menores ingresos, con lo cual se afecta a la demanda”.
Un mercado interno debilitado, con un valor de la moneda cada día menor, hace que los consumidores sigan perforando los pisos de la demanda en términos de productos cada vez más baratos y en volúmenes cada día más pequeños.
Se agrega que “como los precios de exportación han venido cayendo, si bien en la serie histórica no son los más bajos, con un tipo de cambio como el que tenemos más el nivel de los derechos de exportación; del nueve por ciento en la leche en polvo y el 4,5 por ciento en los quesos; hacen que exportar hoy se tiene que hacer por excedente y como un negocio marginal”.
La leche en polvo arrancó el año sosteniéndose en los 3.200 dólares por tonelada, pero muy lejos de valores interesantes, mucho más allá de la demanda entre los mercados más activos.
“Hay una combinación de factores que atentan contra nuestra actividad y que probablemente este sea un año con menos leche, que va a agravar la competencia por menor cantidad de litros. Al productor le va mejor cuando le va bien a la industria, no le puede ir bien a un eslabón y al otro no.
Tenemos que tener una agenda de temas que nos permitan reestabilizar a la cadena, para que realmente entre producción e industria siga habiendo un negocio que sea atractivo y rentable, que permita una mayor producción”.
¿Algún cierre?
Argentina
está dentro de los principales países lecheros, por su capacidad de
producción de materioa prima y de industrialización, sin embargo
año tras año se va desvaneciendo por la pérdida de oportunidades,
por las trabas políticas y económicas para sostener compromisos y
sobre todo, por el desconocimiento de la actividad por parte de
quienes toman las decisiones fundamentales.
Siempre
rodea al sector lechero, como la luz mala en el campo, la pésima
idea de adoptar al cierre de exportaciones para equilibrar el
mercado. Nada más lejos que eso, una definición de ese estilo y de
inmediato lo que hace es destruir a quienes se los castiga con eso,
claro ejemplo de ello y en repetidas oportunidades lo dio la carne.
“Es
dificil poder anticiparlo, pero son herramientas de políticas
económicas que el Gobierno tiene y de hecho las usa. En un contexto
donde el país necesita imperiosamente obtener divisas genuinas, que
sólo provienen de las exportaciones, porque Argentina ya no tiene
más márgen para endeudarse, hoy ese tipo de medidas serían un
retraso no solamente para el sector, sino para el país, donde
venimos perdiendo en muchas actividades participación, a pesar de
tener ventajas comparativas intrínsecas”.
Felippa
es muy concreto, “sería una medida catastrófica para la lechería
el cierre de las exportaciones, porque hoy lo que produce Argentina,
por más que caiga la producción, alcanza y sobra para abastecer al
mercado interno”.
“Escucho
algunas voces que dicen que va a faltar leche, pero no hay ninguna
chance que eso exista, porque el mercado interno consume el 75 por
ciento de la producción, tendría que ocurrir una debacle climática
mayor y los pronósticos nos alejan de eso”.
Valiéndose
de los datos históricos, “muy pocas veces, tanto el aumento como
la caída en la producción superó el diez por ciento, por lo tanto,
plantear que no va a haber leche mete ruidos innecesarios en la gente
que tiene que tomar decisiones”.
Por
más sequía y complicaciones políticas el mensaje es directo,
“leche en el mercado interno no va a faltar”.
La
lechería no descansa, no puede nunca enfocarse de lleno a la
producción y a la industrialización, porque siempre se presentan
condiciones externas a atender.
Según
el titular del CIL, “hay sectores del Gobierno que son permeables a
escuchar y tener una agenda de temas en común. En un año electoral
es más difícil, con lo cual siempre es complicado plantear temas a
largo plazo. Sin embargo, por el contexto que tenemos, que es muy
complejo, tenemos que plantear las dos agendas, una con temas
coyunturales y otra con temas estructurales. En esta se viene
trabajando desde FunPel y Ocla, hay puntos definidos que hacen al
futuro de la actividad”.
Pero
en el dia a día, “tenemos que trabajar en cuanto a los derechos de
exportación, en neutralizar o disminuir los efectos negativos de
esta sequía, para que podamos asistir a la producción para la
compra de alimento para el ganado con plazos, subsidios de tasa”.
Se
empiezan a ver complicaciones en la gestión de las inscripciones del
Programa Impulso Tambero, donde además de las demoras en la web de
la AFIP se sumó la traba habitual de este Gobierno, quien tiene
granos en el campo no puede acceder a nada. Los granos en el tambo
sirven como alimento, pero también como reaseguro para el pago de
alquileres y servicios. Esto no lo detalló el Gobierno en la
Resolución y pasó de largo, como también detalles relevantes así
como el fondeo del Programa, que originalmente iba a estar en
derechos sectoriales de exportación y luego viró a la recaudación
del Dólar Soja.
“Siempre
me opuse a los distintos tipos de subisidio en diferentes actividades
económicas, pero en estas condiciones creo que no queda otra
alternativa, no hay otra salida”.
“Después
de la implementación del Dólar Soja y teniendo en cuenta que más
del 60 por ciento de la leche no va a recibir ningún tipo de ayuda,
tenemos que tener una agenda de temas con medidas para que realmente
podamos evitar una caída que no sea tan importante”. El dirigente
entiende que debe haber una mirada más abarcativa y realista.
“Si
lográramos un 2023 con un total de producción similar al de 2022 ya
sería un triunfo. Esos son los temas que deberíamos hablar con el
Gobierno y que lo venimos planteando”, explicó.
Precios
Un
punto clave, históricamente, en la lechería es el vínculo del
sector primario con la industria a través del pago de la materia
prima. Sin tiempo para debatir el estancado tema por el pago por
calidad, cabe recorrer valores de la leche cruda, sobre todo para los
próximos meses.
“Si
nosotros analizamos el comportamiento de la materia prima, en el año
cerrado, prácticamente estuvo acompañando a la inflación, pero
hubo meses que estuvo por debajo, entonces debemos tener en cuenta el
factor de la estacionalidad. En los meses de baja producción los
precios van a estar por arriba de la inflación y eso no va a ser
consecuencia lógica del comportamiento del mercado, que debería ser
el princial motivo”.
“Al
haber una menor disponibilidad de leche cruda subirá el valor y
seguramente la tendencia cambiaría hacia la primavera próxima,
siempre vinculado a la estacionalidad”, manifestó Felippa en días
en los que el salto del valor por litro llegaría a más de cuatro
pesos, superando los 70 pesos para el productor y con una competencia
por el suministro que hace que las cifras trepen a gran ritmo.
En
estas condiciones más precio no es un indicio optimista como debería
serlo, sino que indica que la suma de variables revuelve al sector, e
inquieta los ánimos, en un país que no da tregua.
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