Repasamos las actividades que distinguen a la Compañía de Tierras del Sud Argentino, más allá de los rodeos ovinos y porcinos, que a largo plazo hacen la diferencia en el arraigo y la apuesta en tierras desafiantes.
Por Elida Thiery (Agrofy News) - No sólo es la inmensidad patagónica, la altura de los Andes y la maravilla de los paisajes lo que llama la atención en Chubut. Hay inversiones que demandan décadas para mostrar resultados que asombran y que sólo son posibles con mano de obra especializada, de recursos humanos locales, que sólo tienen relación con la confianza de inversores que no se apuren en ver resultados y que puedan tomarse este tiempo en las condiciones reinantes en un país maravilloso, pero inestable como el nuestro.
Esta es de alguna manera la situación de los proyectos más entrañables de la Compañía de Tierras del Sud Argentino, en las 356 mil hectareas ubicadas más al norte de Esquel, entre las provincias de Chubut y Río Negro, que se reparten en cuatro estancias.
Claro que no todo es producir, sino estar a merced de condiciones, sobre todo climáticas.
En mayo de 2008, por supuesto que la situación política y social nacional bullía, no más que el volcán chileno Chaiten que comenzó a tener actividad y así con sus cenizas afectó a gran parte de la Patagonia y particularmente en una línea recta unos 200 kilómetros que fueran tapados con cenizas. En ese momento un cismo con eje en Leleque, puso a prueba la capacidad de reacción desde esa estancia, pero también a Montoso, otro de los establecimientos de CTSA. Allí los ovinos fueron las más perjudicadas y debieron ponerse a resguardo en primer término las de mayor valor genético y las ovejas.
La experiencia sirvió para entender cómo responder ante situaciones extremas, que sorpresivamente se repitieron en 2011 con el volcán Puyehue en 2011, cuando su actividad abarcó más zonas y completamente se tapó el suelo en otra de las estancias, Pilcaniyeu.
En ese momento de 24 mil animales fueron afectados, de los cuales se sacaron 14 mil en pleno invierno, debiendo trabajar en la extracción de recría, vacas y terneros, pero también suplementar a los animales que quedaron, en una carga para esas hectáreas que todavía no está recuperada.
Durante ocho años, el suelo estuvo muy afectado por la cantidad de cílice y lentamente se avanza hacia una completa productividad.
Estas son algunas de las condiciones que la Patagonia propone con pocos meses de ventana para hacer reservas, con suelos complejos para cualquier producción, pero que claramente se pueden enfrentar.
Forestación
Recorrer
la antigua Ruta 40 propone paisajes que cambian en cada kilómetro y
que no sólo combinan estepa con Cordillera, sino que proponen
cuadros arbolados que forman parte de una estrategia productiva que
requiere de inversiones a muy largo plazo, que llegan incluso a las
cuatro décadas para tener algún recupero.
Siendo
la producción forestal un segmento donde la inversión extranjera es
clave, en todo el país, por la posibilidad de poder aguardar por
todo el proceso, es necesario ver la inmensidad de los rodales, donde
los pinos son la variedad esencial, para comprender el impacto
productivo.
Juan
Chuquer es encargado
forestación en Compañía de Tierras Sud Argentino y nos acompañó
a recorrer estos sectores destinados a la actividad, que en total
suman 9.350
hectareas de pino ponderosa, cuyos primeros rodales datan de 1992.
El
trabajo que requiere la forestación no se termina en la plantación
de un arbol y dejar pasar los años, sino que exige un mantenimiento
y una selección que se hace a lo largo de décadas.
“Genéticamente
los plantines que se producían hace 30 años no eran buenos.
Patagonia tiene semillas genéticamente mejoradas de pinos desde hace
9 años, recién, por lo tanto, hay que plantar una gran cantidad
inicial, para poder llegar a una buena masa por cosecha de unas 500
plantas por hectárea”.
Con
cuadrantes de plantas, con la vía de un trayecto en desuso de la
Trochita entre las estancias, estos bosques tienen criterios de
plantación que contemplan estrategias contra incendios, que además
de los cortafuego tienen reservas de agua, con bombas activadas a
través de pantallas solares.
Particularmente,
en esta variedad de pino los avances “se hicieron pensando en
mejorar la calidad de la madera, en la calidad y cantidad de las
ramas, pero también en el ángulo de inserción que es fundamental
para tener menos nudos en el producto final”.
Chuquer
explica que se buscan pinos con menor cantidad de ramas, con un
ángulo de inserción de 90 grados que reduce la superficie del nudo,
“por parte de los privados en Patagonia no hay mejoramiento
genético en pinos, sino que todo se desarrolla desde el INTA; y la
venta de semillas es toda por parte del Estado”.
Toda
la plantación de Compañía de Tierras corresponde al pino
ponderosa, en una de sus dos variedades, la ponderosa, que resiste a
las condiciones ambientales que se presentan en esta zona de la
Cordillera.
“La
elección de la especia está justamente dada por las condiciones
climáticas y edáficas que nos ofrece el sitio. En Patagonia no se
hace preparación de sitio para forestar, sino que se hace en campos
naturales. Lo único que se hace es abrir las calles de los
cortafuegos, se diseña la plantación y se avanza”.
Cabe
destacar que por tratarse de un suelo al este de la Cordillera de los
Andes tienen en su composición cenizas volcánicas, considerados
“pobres” en cantidad de materia orgánica, muy arenosos y
porosos, que son ideales para los pinos porque en los dos primeros
años de plantación, cada ejemplar sólo crece en su parte radicular
buscando humedad y recién después comienza a cobrar altura. Así se
suma valor y diversidad a la región.
Los
plantines que se disponen en el suelo tienen desde 15 centímetros de
altura y la misma medida para el ´envase´de la raíz con la tierra.
Sin embargo, todas las forestaciones que se hacían hasta hace 15
años se hacían a raíz desnuda, sin embargo, se pasaron a los
contenedores para mejorar el prendimiento.
En
los lotes que ya cumplieron tres décadas, está todo dado para
“empezar a hacer los raleos comerciales, esto significa que antes
de la cosecha final vamos a bajar de 500 plantas por hectárea a 300.
Todo va a ir a producción, pero las primeras que van a salir no son
las mejores. Las otras van a quedar por lo menos diez años más para
que con 40 años, tengan un DAP de 40 centímetros”, que es el
diámetro de altura de pecho, a 1,30 metros desde el piso, que sirve
como variable forestal de medida.
Todos
los años se cumple con la planificación de poda y raleo para
mejorar cada ejemplar y así tener mejores resultados al momento de
la cosecha definitiva.
La
intención de la Compañía es avanzar en la instalación de una
industria que complemente a la producción forestal. De esta manera
se podría comenzar a aprovechar el producto de los raleos
precomerciales, para iniciar con machimbrado, pelleteado, molduras e
incluso excedentes para la generación de energía, hasta el producto
de mayor valor agregado que es la madera libre de nudos.
Riego al pie de la montaña
Para
sostener al resto de la producción, donde se incluyen a unos 80 mil
ovinos que pastan en estepas y en las laderas; además de los 9.200
ejemplares de bovinos de raza Hereford, se añaden unos 1.500
animales en la cabaña ovina, donde 750 madres se complementan con
carneros de raza Merino puro registrado y puros, con machos de gran
valor genético y económico.
Para
este plantel ganadero la empresa se vale de pasturas naturales que
sólo pueden sustentar la planificación del verano, pero las
reservas de los meses fríos dependen de la producción de pasturas,
que puedan asegurar el sustento para todos los animales en
situaciones de nieve o hielo durante semanas.
Para
la agricultura vinculada a la producción animal es fundamental el
uso de tecnologías como lo son los radares y los drones, para
controlar la disponibilidad de recursos.
Además
de esto, hace años que hay una estrategia clave para tener certezas
en este sentido, que es el riego.
Leonardo
Jones, es el responsable
técnico del área agrícola bajo riego de las Estancias Maitén y
Leleque de la CTSA y mientras recorría un lote que está saliendo de
la combinación de avena
con vicia, aunque también se mezcla con festuca.
“Estamos
en un proceso de volver a los cultivos perennes, eso lo hace más
intestable, más costoso”, pero en definitiva asegura tener
reservas forrajeras.
De
360 hectáreas destinadas a la agricultura en El Maitén, el 70 por
ciento están cubiertos con alfalfas y festuca, pasturas consociadas,
porque no se puede hacer maíz o sorgo, por ejemplo, porque no hay
ventanas libres de heladas. A lo largo de todo el año se pueden
encontrar jornadas bajo cero que pueden terminar con apuestas
agrícolas de este estilo.
Del
mismo modo, la amplitud térmica también es muy grande, con lo cual
el clima no permite avanzar en estrategias tradicionales, sobre
suelos que no son tan flexibles como en otros puntos geográficos.
Esta última característica es la que promueve la recría del bulbo
de tulipán o del plantín de frutilla que después se termina en
Coronda, por ejemplo.
“En
2008 se empezó este desarrollo en el que buscábamos tener mil
hectáreas bajo riego. Por cuestiones de la limitación del ambiente
llegamos a las 600 hectáreas, porque no era factible subir por las
lomas. Tenemos instalados equipos para regar la mitad, con caños que
van por debajo de la tierra, lo que faltan aún son más equipos para
cubrir la otra mitad de ese total, por temas económicos e incluso de
importación, con lo cual están actualmente sin actividad hasta la
llegada del equipamiento”.
Jones
destaca que se hizo todo el proceso de ganarle al campo natural con
cultivos anuales, en un sector donde llueven 400 milímetros anuales
en los cascos de las estancias, que están en el llano, mientras que
un poco más arriba en altitud los registros promedian por año 300
milímetros y es por eso que hacer cultivos anuales es complicado,
porque puede resultar exitosos cada tanto.
En
el límite entre las provincias de Chubut y Río Negro, la toma de
agua está sobre el río Chubut, que tiene gran calidad de agua salvo
en épocas de creciente con mayores sedimentos, obteniéndola por
gravedad a través de un canal que por un motor se ingresa en las
tuberías instaladas que llegan hasta el hidrante del equipo de
riego.
Maquinaria
italiana que se activa con la misma presión del agua, cuenta con una
turbina que va enrollando el regador para que se dé un avance lento
y eficaz, que durante diez horas aportan el equivalente a 28
milímetros de agua al perfil por pasada.
El
avance de 350 metros, por 72 metros de ancho del brazo regador, da un
resultado de casi tres hectáreas de riego en menos de media jornada.
“Nosotros
tenemos armado el esquema como para que en la temporada se hagan seis
a ocho riegos y así lograr casi 200 milímetros”, con lo cual se
asegura un registro de humedad que equipara a otras regiones
productivas.
La
Compañia tiene cuatro equipos de riego de origen italiano que se
combinan para poder cumplir con los objetivos. De esta manera, junto
a un único vecino que tiene un sistema menos abarcativo, son los
únicos de la región que hacen riego, con lo cual “hemos pagado
derecho de piso a montones, porque aprendemos todo de nuestros
propios errores”.
En
todo el esquema se hacen alrededor de dos mil rollos por año,
también entre siete y ocho mil fardos que se destinan a los puestos
y son de más fácil traslado para asistir a la hacienda.
Hay
segmentos que se destinan a cebada, con grano para las borregas,
mientras que en los años en los que los cultivos andan bien se hace
silo de planta completa.
La
tarea de afrontar cada año con una planificación muy ajustada a
pronósticos y posibilidades es lo que demuestra buenos resultados en
el acumulado del tiempo.
En
la recorrida que pudo hacer Agrofy News por las estancias que datan
de 1889 y que desde 1991 cuentan con capitales de la familia
Benetton, en tierra argentina y con personal absolutamente nuestro,
fue el administrador General de estancias de la Cordillera quien
revela lo fundamental.
“El
secreto está en preparse siempre para el peor invierno. Hoy con el
uso de tecnología, la previsión que dan los pronósticos, se pueden
minimizar los impactos. Lo importante es tener un balance y una
previsibilidad”.
La
combinación de producciones, la capacidad de inversión y manejo
hacen que esta parte del negocio de la empresa funcione.
“Tenemos
en nuestros costos contemplados los presupuestos para siempre
producir lo que necesitamos. Lo importante es tener un nivel de
producción a lo largo de todo el año y durante varios años para
tener un buen promedio, lo que hace que nuestros números sean
estables y sustentables”.
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