Esto se genera a partir de la necesidad de mayores pagos por materia prima, que exceden al cuatro por ciento que el Ejecutivo pretende como tope inflacionario.
Por Elida Thiery (Agrofy News) - Claramente lo que más afecta a la producción en la Argentina no es la sequía, sino las políticas díscolas que cada día imponen nuevos condicionamientos.
La falta de lluvias recortó todo tipo de reservas en pasturas, en granos como en el caso del maíz de primera que tuvo pérdidas históricas, el de segunda que tiene recortes de gran importancia y que presagian un otoño complejo en cifras productivas para el campo en general, pero para la lechería en particular.
Al venir de un 2022 que cerró sin crecimiento, rondando los 11.500 millones de litros anuales, este verano sigue con una tendencia en baja que por leyes lógicas de oferta y demanda hacen que la materia prima deba apreciarse para poder conservarla en el proceso de cada industria.
Mientras el Gobierno sigue creyendo que con el Programa Precios Justos podrá contener una espiral inflacionaria que encuentra cada mes complejidades que parten del ajuste de servicios, del precio de los combustibles, e incluso de las paritarias, haciendo que estos nuevos escollos en los sectores productivos encuentren desafíos insalvables.
En diciembre el panel de 18 industrias principales pagó un promedio de 67,76 pesos por litro al productor, que fue 7,9 por ciento más que en noviembre, pero con un balance del año de 93,7 por ciento anual, algunos puntos por debajo de la inflación general medida por el INDEC de 94,8 puntos porcentuales.
En una seguidilla de pérdidas para la producción primaria, teniendo en cuenta que el último mes de 2022 cerró con un promedio de costo productivo de 73,42 pesos, representando 5,66 pesos por arriba del valor cobrado, según lo destaca el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina, es que las industrias intentan apurar el ritmo de ajuste en alza, para contener a los tambos, pero también para asegurarse la materia prima para su proceso.
De acuerdo a lo relevado por Agrofy News, la mayoría de las empresas lácteas en todo el país, grandes, medianas y pequeñas, se estaban acercando a los 72 pesos pagados para la leche cruda remitida durante este mes de enero, sin embargo los frenos oficiales no tardaron en llegar.
Se fuerza a un cuatro por ciento mensual de ajustes de precios, aunque sean empresas que no estén dentro de Precios Justos.
A muchos productores los sorprendió en las últimas horas una comunicación de alguna empresa frenando el precio en 69,50 pesos por litro, cuando se esperaban algunos pesos más. Entendiendo que los adicionales por volumen, calidad y composición pueden llegar a hacer las diferencias en las liquidaciones la contracción de los números no fueron casuales.
Fue un llamado telefónico que llegó a algunas industrias directamente por parte del secretario de Comercio Interior, Matías Tombolini, el que hizo que los ajustes del valor de la materia prima tuviera un límite.
El Gobierno Nacional se enorgullece en decir que 2022 fue un año récord en ventas al exterior del sector, con “los volúmenes de producción más altos de nuestra historia y con un récord de exportaciones llegando a más de US$ 1.700.000.000 anuales, superando al período 2021 donde se exportaron alrededor de US$ 1.300.000.000”, según lo expresaban días atrás en un un comunicado de Agricultura.
A pesar de esos números que hasta mencionó Sergio Massa al anunciar el programa Impulso Tambero, este es el rincón que encuentra el Ejecutivo para apretar a la lechería.
Tombolini fue explícito, le comunicó a las empresas que si pagaban el siete por ciento de subas a los productores tamberos, les iba a cerrar las exportaciones, sin importar los compromisos internacionales que no sólo complican a las firmas puntualmente, sino que afectan a la marca argentina en el mundo.
Es así que las empresas lácteas decidieron contener el pago a los tambos en el cuatro por ciento, para no arriesgar su sustento. Ya la semana anterior un centenar de contenedores con diferentes destinos tuvieron demoras en los turnos de embarque y las pérdidas económicas por ello suman al rojo sectorial que de forma concreta no encuentra un poco de coherencia en la toma de decisiones.
Sin poder ajustar valores en góndola, con controles arcaicos de precios, sin posibilidad de asegurarse a través del valor los litros de leche necesarios para la producción de lácteos, con las desventajas sectoriales que planteo la doble edición del Dólar Soja, con la demora en el pago de los reintegros a la exportación, con el sostenimiento del cobro de derechos de exportación, se genera un marco agravado por la sequía, pero que de forma absoluta la política lo complica aún más.
Han regresado las peores prácticas de los funcionarios para intentar contener a una economía descontrolada lo cual no hace más que generar a futuro un panorama cada vez más complejo.
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