Lactalis finalizó sus operaciones en Argentina

Al gigante francés desde el año pasado sólo le quedaban negocios de importación que no se adecuaron a las condiciones del mercado local. El contexto económico y los desaciertos en el manejo de la producción de lácteos nacionales hicieron que se discontinúen las acciones en Argentina que se manejaban desde Brasil.

Por Elida Thiery - Se puede ser el más grande del mundo, pero no tener el manejo adecuado de los negocios. Eso es lo que sucedió con el principal grupo lácteo a nivel mundial en nuestro país.
En las últimas horas trascendió mediáticamente que el Grupo Lactalis, el gigante francés que es líder en procesamiento de leche cruda y comercialización de productos lácteos a nivel global, por sobre Nestlé, terminó sus negocios en Argentina, por una combinación de factores.
En 2015 los franceses habían decidido desembarcar en nuestro país, cuando los cambios políticos y económicos prometían un horizonte mejor. En ese momento eran terceros en las operaciones en México y en la actualidad 12°, segundos en Uruguay y llegaban como quintos exportadores de la Argentina.
La inversión incluía una planta que procesaba 250 mil litros diarios en la localidad de Díaz, a unos 80 kilómetros al norte de Rosario y oficinas administrativas en la Capital Federal. Para ese momento eran unos cien empleados los que trabajaban para la firma que tenía en nuestro país la marca Parmalat.
Una empresa europea intentó hacer negocios en nuestro país y en Latinoamérica con estrategias erradas y sin aceptar sugerencias, no pudo resistir tampoco el tembladeral político y económico que está gobernando la manera de vivir en estas latitudes desde hace décadas.
Como los negocios en Argentina están siendo manejados por un director de nacionalidad francesa desde Brasil, se fueron cometiendo errores de consideración que debilitaron la situación local de la empresa, que vendió el año pasado la planta que por esos días procesaba algo así como 120 mil litros diarios, haciendo complicado su sostenimiento por costos operativos y laborales y que ahora está en manos de empresarios santafesinos, nuevamente.
Una de las principales debilidades fue no haber aprovechado el espacio que en 2017 dejó SanCor en el segmento de frescos e incluso no se hizo uso de la marca Parmalat para volver al mercado interno. Desde Francia no hubo decisiones consistentes para invertir en el negocio argentino, haciendo que las pérdidas fueran irremontables para un mercado al que sólo se le aportaban quesos, en el que no se quiso avanzar en rubros como leche larga vida, manteca o yogurt, como sí lo hicieron otros competidores del negocio, incluso desde diferentes puntos de la provincia de Santa Fe.
La intención en Argentina era sólo trabajar quesos de marca Président, que son íconos mundiales entre los lácteos, pero importándolos desde Brasil.
Quienes conocen el negocio lechero aseguran que “los consumidores en nuestro país son muy localistas, prefieren productos fabricados acá y no están acostumbrados a optar por los importados”. Eso se ve en múltiples ocasiones cuando entran a las heladeras importaciones de ocasión para atender a la demanda puntual por segmentos, más allá de los rubros de alto valor agregado que sí buscan algun ítem de bandera extranjera.
Entonces, no sólo es la crisis económica extendida la que terminó liquidando a la operación administrativa y a la sociedad para importar, ya sin procesamiento propio, sino que tuvo relación directa con decisiones incorrectas para sostener los negocios en Argentina que requerían de mínimas inversiones, tanto en marketing como en competitividad con precios, si se tienen en cuenta los montos de las operaciones globales.
En nuestro país hace varios años que la lista de empresas lácteas de diversos tamaños con problemas económicos se sostiene y acrecienta a medida que los Gobiernos siguen sin reaccionar a tal situación de contexto. De todas maneras, la pericia de los empresarios y la capacidad de adaptación hacen que esa supervivencia las mantenga en marcha, que no fue este caso.
Cabe destacar que los malos resultados de Lactalis no están solo orientados en el Cono Sur, donde es fundamental para seguir el ritmo comercial una disciplina y trabajo dinámico que acompañe el humor político, sino que enfrenta desafíos aún mayores y más complejos frente al consumo.
En febrero pasado el Grupo y puntualmente su empresa Celia Laitiere fueron imputados en una investigación por contaminación con salmonella en productos como leche maternizada que fuera denunciada en 2017, cuando 35 bebés reportaran síntomas luego de haber consumido los productos.
Los cargos que enfrenta el Grupo Lactalis son engaño agravado, lesiones involuntarias y no ejecución de medidas de retiro de producto del mercado inmediato, que luego desencadenó que en 80 países dejen de estar disponibles más de 12 millones de latas de producto.
Las investigaciones preliminares y los trascendidos hablan de procedimientos de limpieza de maquinaria de forma irregular que se aplicaban en las plantas de toda la compañía a nivel global, con un fin de recorte presupuestario.

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