Por Elida Thiery (Bichos de Campo) - Aunque con una adopción más lenta que en otros sectores, la tecnología en el tambo se establece como la manera de generar una mayor productividad, pero también una mejor adaptación a las tareas diarias, una forma más adecuada para lograr mayores estándares de bienestar animal, pero sobre todo permiten darle perdurabilidad a la producción primaria.
La semana anterior en la localidad santafesina de San Jerónimo Norte se hizo una jornada especial de recorrida por Pro Tambo, una unidad productiva asociativa, que combina a seis productores tamberos de una forma innovadora para la región.
Con la inundaciones históricas de 2016 empezaron a dar pelea en sus propios tambos y compraban insumos juntos, después pasaron a criar en conjunto a los machos Holando en 75 hectáreas alquiladas, lo cual les abrió la puerta al negocio de las carnes y hoy se materializa en una de las cuatro carnicerías que tiene el pueblo del centro santafesino, con una calidad y un precio que se destacan, e incluso venden mucho más allá de ese mercado.
Rafael y Rubén Albrecht, Eduardo Amherdt, Marcelo Humeler, Daniel Eberhardt y Omar Magnin son los responsables de este proyecto que tuvo un año de planificación y definitivamente se puso en marcha el 19 de agosto de 2022 en seis hectáreas donde la inversión incluye toda la instalación del galpón y los animales.
Hoy a más de un año de estar en marcha permite evaluar de mejor manera esta iniciativa en la que se produce materia prima con destino a las industrias San Ignacio y la heladería Veneto de la ciudad de Santo Tomé.
Germán Albrecht es hijo de Rubén y como médico veterinario es uno de los que trabajan más técnicamente en esta unidad productiva que tiene instalados dos robots Lely Astronaut A5, en un galpón levantado con postes de madera y techo de polietileno tipo silo bolsa, que baja costos y permite una protección de animales y equipos, así como ventilación adecuada.
“El proyecto se basó en el tráfico libre de animales, en una cama caliente de compost, donde se intervenga lo menos posible en la libertad de las vacas, porque mientras más tranquilas están, más producen”.
Claro que la tecnología y los robots en particular “son un medio para el bienestar de vacas y personas”, quedando demostrado a nivel global que los domingos, cuando hay menos circulación en este tipo de tambos la producción se eleva.
Este sistema sustentable, rentable y disfrutable apunta siempre al confort, pero sobre todo permite planificaciones modulares, escalables.
Es Rafael Albrecht quien explicó ante un nutrido grupo de productores que participaron de la visita que “la intención acá es levantar a mediano plazo dos galpones más con cuatro robots cada uno y así llegar a 700 animales en producción”, pudiendo combinar a lotes de pre parto, frescas, secas y también la guachera.
Actualmente tienen a vacas de segunda lactancia en el establecimiento donde trabajan de forma constante cuatro personas que atienden aspectos técnicos, sanitarios y también reacomodan las camas dos veces por día. Con el control del sistema operativo Horizon, se registran hasta cuatro ordeños diarios en algunos ejemplares, mientras el promedio está en 2,6 pasos por día en la extracción voluntaria, siendo el balanceado adentro de la máquina lo que las atrae, más allá del buen balance de disponibilidad de comida, agua y ambiente durante el resto de la jornada.
Con un 15 por ciento del día con tiempo libre en el uso del robot como parámetro deseable, el sistema permite “llegar de mejora manera a la vaca que necesita atención”, haciendo referencia a las demandas de sanidad, pero también a los animales que se demoran en su ordeño. La combinación de collares y robot permiten controlar todo el comportamiento.
Actualmente son 109 ejemplares en producción, aunque la capacidad máxima está dada para 120 animales. Se producen 33,7 litros en promedio individual y un total de 3.700 litros diarios con una calidad de 3,89 por ciento de grasa y 3,42 de proteínas. Con el control constante del robot es más sencillo gestionar el pago por calidad y el control de esos parámetros por parte del productor.
Para Rubén, después de tanta sequía y con las primeras lluvias “estamos con problemas de temperatura en la cama, porque recortamos un poco del sustrato de rastrojo de maíz y aserrín, que se agrega dos veces por semana”. De todas maneras, ahora dice que le hubiese gustado darles más metros a cada vaca, de los 17 aproximados actuales, deberían ser más de 20, para conseguir aún más confort.
Estas jornadas sirven para abrir la tranquera y mostrar todo, incluso la fase interna del robot, sus circuitos de leche, el mecanismo y hasta los métodos de limpieza de la clave de este tambo.
Son momentos para poder asesorarse y pensar en las opciones para adaptar cada unidad productiva.
Para muchos de los presentes fue la primera vez que vieron en funcionamiento a un robot, que entendieron como se libera el tiempo para otras tareas fundamentales. Están quienes ya los instalaron y también compartieron su experiencia, pero fue más interesante ver como los que están esperando este cambio en sus tambos miraban todo el proceso con las ansias de seguir apostando a una lechería compleja, pero atrapante.
Comentarios