Por Elida Thiery (Bichos de Campo) - No hay muchos productores en la tribuna, pero los que asistieron al remate saben bien lo que quieren comprar. Las vacas que están en los corrales no entienden bien lo que pasa. Entre los divisorios de madera la cosa parece un poco revuelta.
Mirando de cerca son dos las que tienen la cara un poco rara, la 7566 y la 7571 son jóvenes, tienen un parto y se conocen de toda la vida, la que tenían en la Unidad de Producción de Leche Intensiva en el INTA Rafaela.
Todavía no salen de la sorpresa, se cierra un tambo que debía ser intocable. Les contaron que la noticia salió en Bichos de Campo hace una semana y a partir de ahí no hubo marcha atrás, parece que al hacerse pública la deplorable decisión todos se preocuparon, pero con la falsa modestia que caracteriza a las malas gestiones.
Un rato antes de tener que pisar la arena de la pista de remate, mientras escuchan como el martillo de Mauricio Tschieder va liquidando los otros lotes, intentan tranquilizarse sabiendo que se van a ir juntas, que no tendrán un largo trayecto hasta el nuevo tambo y prefieren pasar el tiempo recordando un poco la historia del lugar que le perteneció.
Con la jubilación del ex director de la experimental, Ing. Jorge Villar, llegó el anuncio a media voz en abril, repentino y tremendo, se había definido el cierre del tambo cruza, sin consultas, sin pedir opiniones, ni ayuda, sin siquiera contemplar el “qué dirán” del INTA más lechero, que ahora conservará dos unidades productivas en su predio y que tiene otro tambo más donde las Holando y las cruzas juegan a producir comparativamente, habiéndose esto salvado de igual destino gracias a la intervención de la Universidad Nacional del Litoral y CREA del centro de Santa Fe.
Hace 24 años que se estudia el cruzamiento lechero, durante casi todos esos años se desarrollaron proyectos con resultados publicados en todo tipo de eventos y de validez científica, pasaron centenares de estudiantes, visitas nacionales e internacionales, profesionales de valiosísima trayectoria. Sin inversiones hace años, debía ser este tambo el demostrativo de lo que en el periurbano se podía hacer con la lechería, con manejo agronómico adecuado a las restricciones en las aplicaciones, pero esa opción jamás se posibilitó.
Será ahora que de las criss-cross con cruzamientos rotativos, se pase más netamente en la unidad del Tambo Roca a un kiwi-cross más concreto, con la llegada de algunas de estas vaquillonas de reposición en producción.
Hacía muchos años “que lo querían cerrar” dicen los animales, incluso antes que ellas nacieran; y así fue.
“Parece que los números en general no cerraban y éramos nosotras las que con nuestra venta íbamos a poder compensar un poco los pendientes”, comentó la 7571, sabiendo que a pesar del impacto, sería más fácil que tocar algo en las unidades ganaderas de cría o invernada que están más al Norte en la provincia y que también dependen de la Cooperadora de la Experimental.
“¡Cómo lo voy a extrañar a Jorge!” compunjida mujió la 7566, acordándose del momento de la despedida que él les dedicó junto a su señora y la hija. La otra vaca con el espíritu materno rosagante porque está a días de dar a luz, le agregó “¡espero que esa nena termine su carrera universitaria!”, porque el tambo incluye a las familias, al progreso económico de quienes en ellos trabajan, a la movilidad social y a todas las cosas que están naturalizadas pero que muchas veces no se evalúan en la actividad, a pesar de estar en el lugar donde más se estudia al sector lechero.
Faltaba poco para que nombren su lote y pudieron recordar a los profesionales que las veían todos los días, pero también a los que hablaron de ellas en estas horas sin siquiera conocerlas.
“Es raro que digan que porque no se va a poder hacer agricu
ltura en el lote de al lado nos tengan que echar a nosotras y cerrar el tambo”. La 7571 no sale de su asombro en cuanto al intento de justificación de esta decisión que era evitable, que no dependía de dos o tres personas y que debió ser contenida por el director del Centro Regional, más aún en un momento en el que también se está definiendo la selección de quien se encargará de la Dirección de la EEA Rafaela durante los próximos cuatro años.
Las vacas se enteraron de las reuniones, de los últimos días en Santa Fe, que tuvo el Ing. Alejandro Longo con las rurales de Santa Fe, e incluso con profesionales afectados por el cierre y confiesan que hay algunas cosas que dijo que no se ajustan a la realidad del que fue su tambo.
Se escuchó el golpe del martillo en la feria de la Cooperativa Guillermo Lehmann y pasó el lote 49. No estaban las vacas convencidas de mostrarse, al igual que las otras 118 que se vendían, pero a pesar de eso las compraron por un poquito más de un millón de pesos y a esta hora estarán llegando a conocer a sus nuevas compañeras y podrán seguir charlando, recordando y produciendo.
Ellas no sueñan con volver, pero sí con que las instalaciones del tambo se conserven para que quizá en un futuro no lejano algo positivo se pueda hacer con la lechería de la que todos se enorgullecen, pero pocos engrandecen.
Se cerró uno de los tres tambos del INTA Rafaela, se fueron las vacas y ahí ahora sólo quedarán los recuerdos de una historia de ciencia, producción y naturaleza.
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