Por Elida Thiery (Bichos de campo) - Esta semana se inició, con una comunicación algo informal por parte del Ministerio de Desregulación y Transformación del Estado, que condue Federico Sturzenegger, una suerte de relevamiento de opiniones de las cuatro entidades principales del campo respecto a organismos descentralizados que de alguna forma están vincualdos a la Secretaría de Bioeconomía, o mejor expresado, de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación.
La lista que llegó por Whatsapp a muchos dirigentes incluyó al SENASA, INTA, INASE (Instituto Nacional de Semillas, INIDEP (Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero), INV (Instituto Nacional de Vitivinicultura), INYM (Instituto Nacional de la Yerba Mate).
Pero también el RUCA (Registro Único de la Cadena Agroalimentaria), RENAPA (Registro Nacional de Productores Apícolas), RENAVI (Registro Nacional de Multiplicadores e Incubadores Avícolas, exigencias sanitarias para exportar e importar animales vivos y material reproductivo, RENSPA (Registro Nacional Sanitario de Productores Agropecuarios), registros de empresas Agtech, PRONTAR (Programa Nacional de Titulación y Arraigo Rural); y la emergencia agropecuaria.
Más allá de todos estos puntos que acarrean opiniones de todo tipo, para el sector lechero el pedido despertó emociones impensadas. Dentro del listado está el SIGLEA, el Sistema Integrado de Gestión de la Lechería Argentina, creado en la primera gestión de Arturo Videla, puesto en marcha definitivamente a fines de 2016, cuando consiguió su nombre y a partir de cuando comenzó a crecer en la oferta de información relevante para la cadena.
Es simplemente un sistema de información, que recoge promedios ciertos de la liquidaciones de algo menos de 400 industrias, que sirve de parámetro para medir el pulso de los precios, de las calidades de leche recibidas en las empresas, del comportamiento de las diferentes cuencas en el país, de la fluctuación de las exportaciones y sus destinos. Eso y bastante más.
A casi una década de poder contar con datos unificados, parece irracional, pero sigue habiendo algunos que lo discuten, que debe seguir creciendo y mejorando, absolutamente, pero no puede la lechería quedarse sin datos sólo por algún capricho.
Justamente, ya se han llevado a cabo dos reuniones de la Comisión de Seguimiento del Siglea, donde un grupo de técnicos que representan a las diferentes entidades comenzaron a plantear puntos para mejorar la información, aunque por momentos pareciera que al Panel de Control se le piden augurios de futurología que no están en la posibilidad de brindarlos, como puede ser estimaciones de crecimiento de la producción, cosas que sólo la naturaleza conoce.
Pareciera que en los últimos años los sectores que más vociferaron lograron sembrar pocas dudas, a pesar que sea el Siglea el horizonte de los valores para la leche, medida en litros o en kilos de sólidos, algo que antes no existía. Aparentemente, molesta que algunos hayan hecho acuerdos del valor Siglea más algún porcentaje de aumento, que se cuente con una orientación, más allá que haya modificaciones en el camino de cada mes, donde por ejemplo se lograron contemplar las diferencias por bonificaciones, pero también en el momento en el que se llegó al techo del precio de la materia prima, con un mercado derrumbado con la caída del consumo y la constante inflación, siendo sólo la exportación la que ayudó a seguir sumando pesos a la producción.
En este contexto de riesgo para el Siglea, empezaron a aparecer voces de defensa de la herramienta, como nunca antes se había dado, aunque en la pasada ExpoRural de Palermo de algo de esto se había hablado.
Fue la Fundación para la Promoción y Desarrollo de la Cadena Láctea Argentina quien primero formalizó una comunicación al respecto. Mencionando su creación como una “victoria estratégica” que se había acordado en 2009 con el Plan Estratégico de la Lechería a 2020, pero también surgido de las necesidades planteadas en la famosa Acta de San Francisco de mayo de 2001.
La FunPel, donde interactúan todos los eslabones, considera que es “fundamental preservar” a esta herramienta que “nos ha brindado y nos sigue brindando condiciones de transparencia y posibilidades de monitoreo y evaluación”, sobre todo por aportar “transparencia en la cadena láctea, a la articulación comercial entre la producción primaria y la industria”, concluyendo en un mensaje claro que como al sector advirtiendo, “seamos inteligentes para cuidar los logros”.
Por su parte, la Mesa de Productores de Leche de Santa Fe fue en el mismo sentido. Destacaron que “no colisiona con la libre contratación entre privados y bregamos por su mejora continua y perfeccionamiento”. De igual modo, indicaron que “colabora a solucionar el silencio sobre el precio”, que existía antes.
También se sumaron manifestaciones a favor de la Cámara de Productores de Leche de Entre Ríos y de la Asociación de Pequeñas y Medianas Industrias Lácteas de Santa Fe.
Es interesante la mirada de Guillermina Mas, la presidente de la Cámara de Productores de Lecher de la Cuenca Oeste de Buenos Aires, entidad que junto a las cuencas Mar y Sierras y Abasto ya enviaron la respuesta concreta sobre la consulta.
“En la lechería hubo un antes y un después del Siglea, porque sólo contábamos con el Panel 18 para enterarnos con mucha demora sobre algunos de los precios, pero ahora tenemos un promedio ponderado, que no es un precio de pizarra y no es justo que pidamos que lo sea, pero sí una referencia sobre los precios del último mes que lo hiper valoramos”.
En la charla con Bichos de Campo, Guillermina reconoce que con el desarrollo del Sistema “la principal incomodada es la industria, porque podemos los productores saber más, no podemos decir que no nos beneficiamos y nos permite entender que es lo que pasa. Ese es el rol clave del Siglea”.
La dirigente destacó que “la Dirección Nacional de Lechería está actuando muy rápido y empezó a informar la diferencia de los precios, de acuerdo a las notas de crédito que pueden modificar los promedios mensuales, esa es una razón más para entender el valor que nos aporta el Siglea, además de no necesitar una gran estructura para desarrollarlo, por lo tanto, no le insume al Estado recursos de importancia”.
Entonces, ¿podrá esta inquietud del Gobierno terminar con décadas de los mismos debates?. Es dificil predecirlo ahora, pero teniendo en cuenta este alineamiento detrás de una herramienta clave, sumado a la entrada en el negocio de nuevas generaciones, es esperable.
“Nos merecemos logros, dejar de lado las quejas. Tenemos que seguir mejorando el Siglea, porque no hay dudas que va a ayudar a todo el sector, para poder desarrollar una visión de cadena para poder construir crecimiento”, concretó.
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