A un año del bloqueo en SanCor, Atilra no sintió el rigor de hacer mal las cosas

Por Elida Thiery - Es 17 de octubre y se cumple un año del inicio del bloqueo a SanCor Cooperativas Unidas Limitada. El impedimento de trabajar de todas las plantas de la láctea empezaba para extender como nunca antes una situación similar en el rubro. Con Sunchales como corazón del conflicto, fueron unas 1.500 familias las que tuvieron en riesgo la continuidad de su sustento, por el simple capricho sindical de hacer las cosas a su gusto.
Para Héctor Ponce era una aventura personal. La empresa que lo convirtió en Secretario General de Seccional Sunchales en 1987, logró sustentarlo en 2002 para que se convierta desde entonces en el titular de la Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera de la República Argentina.
Venía de dos años de intentos para instalar un fideicomiso con dineros públicos, de la mano de figuras políticas y empresariales que se prestaban a algo que no era más que una estafa. No prosperó la idea, Sergio Massa no ganó las elecciones presidenciales y no hubo más alternativa que seguir impidiendo el trabajo de la cooperativa.
Las fiestas de fin de año fueron las más tristes para toda esa gente, sin el cobro de salarios, con amenzas, entre trascendidos sobre las gestiones oficiales, hasta que una conciliación obligatorio lenta pudo poner en marcha en los primeros días de enero a la mayoría de las plantas. En el camino y cerrada quedaba San Guillermo, que por el bloqueo perdía el negocio con un tercero y hasta julio Sunchales estuvo en punto muerto.
Las pérdidas son incalculables, en materia prima, en productos, así como la angustia de los trabajadores, los que realmente tienen puesta la camiseta de SanCor y los que han sufrido todo este proceso inentendible.
Hubo amenazas, policía dentro de la planta para poder brindar tranquilidad al personal, versiones inventadas desde el gremio, acusaciones a directivos infundadas, asambleas irreales, hasta llegar a un forzado acuerdo.
Siempre pareció que el sindicato contó con la contemplación de algunos decisores para poder sostener el bloqueo, e incluso, a partir de eso se accedió a la firma en Buenos Aires y ante el Secretario de Trabajo, de una paz que aún no trajo tranquilidad. Algunos recordarán el comunicado emitido desde el Ministerio de Capital Humano en el que Héctor Ponce destaca el rol del responsable del área laboral, a pesar de no servir más que para prestar la escena de la rúbrica, realmente.
Ese acuerdo tiene más sombras que luces, porque en la búsqueda de un financiamiento para capital de trabajo puso a los caballos adelante del carro. Con dinero que aún no llegó a la cooperativa, basándose sólo en los negocios que se pudieron sostener en este año, en un mercado internacional de bajos precios conminó a la láctea que está procesando unos 450 mil litros diarios, a empezar a pagar de inmediato una compensación salarial por las irregularidades que el propio gremio había aceptado desde 2017.
El objetivo no eran los trabajadores, era comenzar a recuperar Atilra los fondos, en efectivo y en negro, que habían entregado a los que pararon la empresa durante meses.
Lo que se firmó nunca se mostró, son los afiliados y los que no, los que siempre consultan sobre las condiciones que siguen sin conocer y donde se especula con quienes podrían entrar en el esquema de jornadas libres, para cobrar un parcial salarial. Sin embargo, sólo queda esperar que la voluntad de los interesados en invertir y remontar los negocios, con capitales argentinos y extranjeros, no huyan espantados por lo que en estos meses volvió a suceder, o nunca dejó de pasar.
Lo cierto es que quienes sostuvieron con trabajo en pie a la Cooperativa no tienen diferencias con los que bloquearon, o mejor dicho si, hay dudas sobre el cobro de esa compensación que aún no les llegó, a pesar de haber cumplido con todos los turnos de trabajo. Muchas menos diferencias con los que fueron denunciados por diferentes situaciones violentas y de desbaratamiento de la empresa, tema judicial que sigue pendiente de avance y según comentan algunos, esa también fue una condición para la firma del acuerdo.
Hoy hay salarios pendientes, continuando con los pagos semanales de los que tanto se quejaba Atilra.
Para los socios-productores, que son los dueños de SanCor, se han extendido más aún los plazos de cobro de la materia prima, superando el mes.
Pero el punto más álgido del conflicto está dado por la intención de Atilra de retomar puestos clave, potestades que tuvieron durante años con la facilitación de algunos mandos medios. El sindicato pretende reponer a sus hombres en jefaturas de logística, recibos, energía, áreas de frío.
A poco de la asamblea general ordinaria de la Cooperativa, a un año del bloqueo más salvaje de la industria láctea, SanCor vuelve a gritar por su mejora. Ahora más que nunca depende de ella sobrevivir, rearmarse para seguir adelante.
Atilra en lugar de atender la situación crítica de los trabajadores de ARSA o de La Lácteo, con negociaciones racionales, sigue enfocada en SanCor y en reestablecerse ahí adentro y en la pelea de poder interno del sindicato que se acelerará el año próximo, sobre todo en el segundo semestre.
Todos los conflictos conducen a la desatención de los afiliados, aunque en la prédica se intente sostener lo contrario y la situación de SanCor es la clara demostración de eso.

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