Con la venta de tierras el INTA Rafaela podría perder otro tambo más


Por Elida Thiery – No corresponde otra definición que escándalo para el avance que el Gobierno Nacional quiere hacer sobre el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria.
No sólo es el recorte de personal el que se intenta en algo más de mil personas, en primer término con el retiro voluntario, sino que ahora se conoció un proyecto de venta de tierras productivas.
A partir de una nota firmada por Matías Longoni en Bichos de Campo, se anticipó el proyecto que estaría dispuesto a desarrollar el nuevo titular del organismo, Nicolás Bronzovich, a partir del cual se pondría a disponibilidad de la Administradora de Bienes del Estado unas 27 mil hectáreas de tierras productivas en más de 20 experimentales de todo el país, en un plazo de tres años, para definir su venta.
El tema es preocupante, porque el Estado dispone de tierras y propiedades en desuso que podrían ser dispuestas con este fin sin afectar actividades productivas, puestos de trabajo, o incluso no dejarían librados al sector inmobiliario urbano lotes de calidad única en el mundo para la producción de alimentos.
En la Estación Experimental Agropecuaria Rafaela el caso es aún más grave.
Según se puede apreciar en la imagen que ilustra este texto, las ansias de achicar al extremo la tierra del INTA es exagerada.
Básicamente de las 486,35 hectáreas propias actuales, se plantea disponibilizar, o sea liquidar 428,5, por lo que la Experimental que se ubica privilegiadamente entre la Ruta Nacional 34 y su variante circunvalar, quedaría reducida a 57,85 hectáreas.
Podrían quedar a salvo el edificio central, la sede de la Agencia de Extención Rural Castellanos, los laboratorios de vacunas, Conicet, forrajes, sanidad y agronomía, un pequeño lote de ensayos forrajeros, el tambo robot VMS, y la estructura del tambo experimental, un ícono de la lechería nacional que perdería toda su capacidad de producción de granos y forraje, con lo cual su operatividad sería dudosa.
Del mismo modo, más cercano al área industrial, el tambo cruza que se cerró entre gallos y medianoche a comienzos de este año, ante la salida del anterior director, también sería historia, en vez de poder pensarse en su reactivación.
Hubo en Rafaela hace unos años una gran defensa de la producción en el periurbano, en el contorno de la ciudad y fue el INTA siempre una resistencia en el noroeste de la ciudad, en tiempos donde el cuestionamiento de los fitosanitarios no dejó más que certezas sobre las buenas prácticas. Ahora parece que la batalla sólo le dejará lugar a los negocios inmobiliarios y a los especuladores, que se tironearán suelos de calidad 1 por unos dólares, sólo para mostrar recortes en el Estado Nacional.
El INTA Rafaela tiene que conservar activos a los tres tambos de la Experimental, pero también tiene que lograr que muchos de sus trabajadores, e incluso su directivos despierten a este triste planteo.

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