Por Elida Thiery (Elida Thiery) - Hace más de un año y medio con una decisión empresarial, el mosaico de la lechería argentina comenzó a tener otro diagrama. Con la venta que Sucesores de Alfredo Williner hizo de la marca ilolay y sus plantas, es que el grupo francés Savencia Fromage & Dairy se trasladó directamente al tercer puesto en la tabla industrial láctea nacional.
Contábamos cómo había sido el proceso, que se iniciaba en octubre de 2022 con un avance de trabajo conjunto, que terminó transformándose en una venta accionaria completa en abril de 2023, pero con la particularidad del resguardo de toda la fuerza laboral y del caudal de valores que la firma construyó durante 95 años.
Savencia es el segundo productor de quesos de Francia, el quinto a nivel mundial, hace más de 35 años que está presente en Argentina, con aquellas iniciales compras de las marcas tradicionales Santa Rosa, Adler, Milkaut y ahora ilolay, que estrena en estos meses una nueva imagen, con calidad histórica de producto y a precios tan competitivos que permiten sumar en el núcleo del consumo nacional que se desarrolla en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires.
Rescatando la leyenda de la flor del ilolay, para contar las razones valiosas del nombre, Bichos de Campo habló con Diego Pistone sobre lo que puede hacer crecer a la lechería argentina.
Cuenta el Director de Savencia Hispanoamérica que “para Bongrain, la familia dueña de Savencia, ilolay siempre tuvo un especial atractivo. De las visitas que Alex Bongrain, el presidente de la compañía, hacía hace más de 30 años, siempre visitaba a la familia Williner, por lo tanto se conocían muy bien, pero sobre todo la actividad de la lechería argentina”.
“Incluso cuando se tomó control sobre Milkaut, también se estaban observando los pasos de ilolay, siempre hubo un acercamiento entre las familias, mucho antes que empezara este proceso, cuando los Williner no quisieron continuar más con el negocio industrial”.
La transformación tomó más forma en los últimos tres años, dando pasos firmes por una aprobación automática para estar a disposición de todo lo necesario desde Francia, en lo que terminó siendo la compra total.
Según Pistone, “la decisión se tomó en diez minutos y fue un proceso más fácil que la compra de Milkaut”. La referencia se da por aquella compra parcial que comenzó en 2011 y hacia 2016 terminó dándose por completo, para sanear lo que fue una cooperativa y que en definitiva terminó levantando la marca.
Con sinceridad, “hay que tener una visión, un propósito con el mercado, el compromiso de recorrer el camino, pero eso no siempre es fácil en una Argentina que es muy volátil. En los últimos 35 años han pasado gobiernos de todo tipo, con lo cual no es una cuestión política el tema, sino el contexto en general y eso es muy difícil de sostener para muchas empresas argentinas y en el negocio lácteo, ni hablar”.
Desde el podio lechero, “tuvimos que aprender a trabajar juntos con una empresa de una escala similar. Juntar dos empresas de la misma escala es un doble desafío, que son muy fuertes en la geografía en la que operan” y “no queríamos romper ese arraigo”.
“Pusimos mucha fuerza en eso, dedicamos muchísimo tiempo hasta tomar algunas decisiones, que eran las que nos daban sentido. Donde ilolay tenía capacidad para producir manteca y Milkaut no, juntamos la producción, por ejemplo. La estrategia fue combinar los negocios, optimizar los recursos, los que eran visiblemente optimizables y en donde había una situación ganar-ganar clara”. El paso siguiente fue “tomarnos el tiempo para entender que era lo bueno que tenía para aportar cada una de las empresas”. Acá surge un dato remarcable.
Hace varios años Williner había decidido adoptar el sistema de gestión y planificación SAP, que fue muy cuestionado, incluso en el ámbito empresarial de la ciudad de Rafaela, pero que ahora “es usado como ejemplo para el mundo Savencia, con el que estamos empezando a operar a nivel nacional y con el que quiere el grupo trabajar a nivel global”.
Pistone explica que “no hemos comprado solamente líneas de producción,o el conocimiento de empleados de 30 años de antigüedad, con experiencia en la industria, o una marca que hoy tiene una flor, hemos comprado cosas que no habíamos percibido en una primera aproximación, ese es el espíritu con el cual hemos ingresado”.
Cuando los tiempos de estrés frente al cambio ya pasaron, cuando ya están amalgamadas las formas y culturas de trabajo, esa transición se puede ver en la tarea de José Williner que sigue siendo director de ilolay y parte de Las Taperitas, la empresa tambera que es la principal proveedora de la materia prima, o del saludo afectuoso de Diego Pistone con Alfredo Curiotti, el gran conductor de la firma durante las últimas décadas.
“Creemos que hay valor en respetar el legado, no necesitamos que el espíritu cambie”, resumió sobre la confianza, la tradición y sobre todos los sabores que han acompañado a generaciones completas y que hoy son descubiertos por muchos más. Para los fanáticos, las recetas no cambian, “el proceso de producción del dulce de leche ilolay es, probablemente en la Argentina, de los que mejor garantiza, la homogeneidad del producto, la consistencia del producto, con el proceso industrial más artesanal”.
Pistone reconoce los estándares de calidad históricos que terminan siendo una base insustituible y que permite pensar en una mejora.
“Nosotros hoy somos el tercer colector de leche de la Argentina y nos da la oportunidad de poder trabajar vínculos mucho más robustos, programas mucho más sólidos con un alcance diferente, aprendiendo cada día a posicionarnos en ese sentido, viendo mejores prácticas. Sabemos que otros jugadores son muy buenos en esto y nosotros estamos con la vocación de poder cerrar las brechas que tenemos”.
“En el mundo, Savencia sabe comprar leche y utiliza sistemas que son más propensos a generar mejores eficiencias, porque se pagan por sólidos útiles, grasa y proteína, cosa que en Argentina es una práctica tan habitual, pero fortalecemos los acuerdos de largo plazo con los productores”, hacia ese punto clave caminan, sumando al trayecto una tarea ambiental y de vinculación muy importante, que va de la industria al tambo.
“Cuando vos ves la película larga, al final hay una estabilidad y hay una convergencia para que ambos negocios subsistan, el de la industria, el de la usina con el del tambo. Cuando vos ves donde hoy estamos parados, el sistemano está equilibrado. Hay una oferta, hay una demanda de leche inesperada en la primavera, aunque el negocio de exportación argentino no es rentable, es muy deficitario, que se va a tener que corregir”.
A no asustarse, “se hará con más volumen y menos precio, con menos volumen para sostener el precio, con exportaciones de mayor valor agregado, con un mercado internacional con más valor y eso resolverá el problema. Lo que sí sabemos es que no se va a corregir con inflación y con devaluación. Va a depender de nosotros, va a haber que trabajar inteligente y responsablemente”.
Diego Pistone hace una lectura lineal. “Argentina tiene un superavit lechero histórico, es uno de los exportadores netos de proteínas y calorías más importantes que tiene el mundo, con un excedente que supera el 50% de lo que se consume dentro del país, con lo cual tiene una capacidad de exportar muy fuerte y eso no va a cambiar en los próximos 10 o 20 años”, con destino a las regiones más demandantes y de mayor crecimiento, hacia donde apunta el grupo Savencia, incluyendo a los productos argentinos.
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