La cooperativa láctea SanCor sigue sumando apremios económicos con trabajadores, tamberos, prestadores de servicios y una última chance de conseguir una inversión salvadora.
Por Elida Thiery (Aire de Santa Fe) - Fue
en 1938 cuando empezó a historia de SanCor Cooperativas Unidas
Limitada, que en las últimas décadas entró en una problemática
económica, estructural e incluso asociativa, exacerbada por malas
decisiones, incumplimientos varios y el otorgamiento de poder
desmedido al gremio lechero.
A grandes rasgos, de ser la única
empresa que una vez llegó a procesar seis millones de litros de
leche cruda en un día, hoy se transformó en la mínima expresión
de aquello con menos de 200 mil litros que se industrializan
alternativamente en alguna de sus plantas activas, Sunchales, Gálvez,
Devoto, Balnearia y La Carlota.
La primera gran crisis fue aquella
que desencadenó el salvataje económico de Venezuela, en 2006, lo
cual luego le generó nuevos negocios y con ello un pendiente de
cobrar por parte del “chavismo” de casi 20 millones de dólares
en la actualidad.
Pero fue la necesidad achicarse, de vender
marcas, recetas y plantas a partir de ese momento lo que derivó en
el inicio de 2017 en lo que se conoció como el plan de
“Reestructuración”, a partir del cual se aceleró la reducción
de personal con retiros voluntarios y una sucesión de acuerdos con
la Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera de la
República Argentina, que terminaron limando la confianza de quienes
allí se desempeñan.
Pasaron casi dos años tratando de generar
la llegada de amigos del anterior Gobierno, con el uso de fondos del
Banco Nación, para desmembrar a la Cooperativa, con la intención de
terminar despidiendo a 899 de algo más de 1.500 trabajadores. Eso no
funcionó y fue así que el 17 de octubre de 2023 comenzó el
sindicato un bloqueo que se extendió durante diez meses.
Desde
ese momento todo fue para peor. La economía siguió complicándose,
el comercio exterior fue lo que permitió sobrevivir a semejante
golpe y a pesar de haber hecho denuncias penales orientadas a
demostrar el delito de “desbaratamiento de empresa”, no se llegó
a ratificar todo aquello y se pasó a la firma de un acuerdo con
Atilra que podría ser el indicio de un final inesperado.
Se
intentó en junio pasado, pero fue en julio, cuando el espacio
liderado por Héctor Ponce consiguió que le perdonen el bloqueo y
los agravios, que el primer movimiento que haga la láctea sea
empezar a pagarle deuda a la gremial y a los hombres que apoyaron
aquel bloqueo.
Dentro de la Cooperativa hay quienes siempre
estuvieron más del lado de Atilra que del de la lechería y así se
llega a este momento, con más deudas que oportunidades, mientra que
cualquiera de los números de deuda total que circulan son
incomprobables.
De lo que venían siendo cuatro pagos semanales
para cancelar los sueldos en los últimos ocho años, ahora se
segmentaron aún más, hasta con entregas de 50 mil pesos, para
intentar terminar de pagar salarios de septiembre de 2024 y todo el
malestar que eso le supone a algo más de 1.300 empleados que saben
que la situación tanto no se podrá extender.
Se agregan a ellos
los tamberos, los verdaderos dueños de la Cooperativa, que tuvieron
en el último año una diáspora que se aceleró en las últimas
semanas, que hizo que la materia prima caiga a la mitad del total que
se tenía, porque no hay unidad productiva que pueda sostenerse con
pagos pendientes desde hace tres meses.
Muchos se horrorizaron
cuando leyeron el dato difundido por el sitio Bichos de Campo con el
que la propia Cooperativa se estaría poniendo un límite en su
actividad. Haberle manifestado a la Empresa Provincial de la Energía
de Santa Fe que debían darle tiempo hasta el 28 de febrero, antes de
cortarles el suministro por deudas de años, quizá permite avizorar
un plazo de actividad.
Lo cierto es que las deudas están por
todos lados, pero sobre todo con prestadores de servicios o
proveedores de insumos, siendo las empresas de energía o
cooperativas comunales las de más inmediata exigencia en la
cancelación de pagos.
Al momento lo único cancelado sería algo
de deuda financiera, pero concretamente el tiempo apremia en todos
los flancos.
Si bien hubo y hay algunas gestiones con inversores,
no es fácil el panorama y mucho menos tentador.
Es el poder que
tiene Atilra dentro de la Cooperativa el principal limitante en el
desembarco de fondos. Fue el acuerdo sellado ante el Secretario de
Trabajo de la Nación el que aleja las posibilidades para la láctea,
pero sí el que sostiene a la ambición de más poder de “Etín”
que irá en la segunda parte de este año por su reelección
sindical, para renovar el mandato que ostenta como secretario General
de Atilra desde 2001. Quizá por eso no se haya resignado la
actividad de la planta de Sunchales, para no desdibujarle el poderío
al gremialista, pero si deteriorando constantemente a la propia
SanCor.
El final está abierto y aunque se complique cada vez más,
en este caso la esperanza será lo último por perder. SanCor ya no
puede ser enorme, está siendo muy pequeña, pero quizá pueda
reincorporarse y ganar la altura que la calidad de sus productos la
hacen merecer.
Comentarios