Un producto veterinario que puede restringirle mercados de exportación a la Argentina, sigue adelante con un lobby impensado.
Por Elida Thiery (Aire Agro) - En la cadena láctea argentina siempre hay sorpresas, novedades y temas que sorprenden, más allá de la coyuntura cotidiana o las urgencias a resolver. En esta oportunidad y ya hace varios meses se viene hablando de la posibilidad de avanzar en la habilitación en el uso de la hormona de crecimiento para rodeos lecheros.
La somatotropina es concretamente una hormona sintética que ayuda a aumentar la producción de leche, mejora la eficiencia y es de fácil aplicación a través de inyectables. Los laboratorios que la tienen disponible a nivel global la ofrecen en su versión recombinable, RBST, que se produce a partir de la tecnología de ADN recombinado. Como incrementa los niveles de una sustancia química natural del cuerpo no es detectable a través de análisis y mucho menos hallable en la leche o productos lácteos.
Por lo tanto, el debate está puesto en su uso indiscriminado, poco controlable, pero sobre todo en el impacto que tiene en el bienestar animal, afectando la salud de los ejemplares tratados con esto.
En nuestro país ha habido varios intentos de habilitar su uso, pero lo más concreto se estuvo dando en el último año, aproximadamente, porque ya a mediados del año pasado trascendía desde fuentes sanitarias la intención de algo similar. En ese momento la gestión estaba ligada supuestamente a un laboratorio, que intentaba conseguir la aprobación para incrementar sus negocios en el país.
Pero ahora la intención parece estar ligada a otro sector.
La industria dice no
Se
filtró esta semana una carta que el Centro de la Industria Lechera
le envía al ministro de Economía, Luis Caputo, como responsable
máximo de lo que acontece en el Servicio Nacional de Sanidad
Agroalimentaria, la autoridad en la habilitación y control de este
tipo de productos.
No
es habitual que la entidad se exprese en estos sentidos, pero parece
que el tema lo amerita, porque el riesgo, sobre todo, para los
destinos de exportación es alto.
Lo
que dicen las empresas más grandes del país es que “en varias
oportunidades desde el año 2010 hemos hecho llegar nuestra posición
a las autoridades nacionales competentes en la materia”. Son
directos “el Centro de la Industria Lechera se opone a la posible
aprobación y/o uso de la hormona Somatotropina
Bovina recombinante en ganado bovino lechero en nuestro país”.
Desde
hace varios años hay intención de registrar y/o aprobar el uso de
esta sustancia para uso en ganado bovino lechero en Argentina y, en
esta oportunidad, se habría solicitado la importación de la misma y
a nuestro entender está muy claro que no es conveniente que ello
suceda”.
Explican
que “el estado de tratamiento de este tema en el Codex Alimentarius
no ha cambiado su estatus, continúa sin ser aprobada”, agregando
que “si bien el Codex es tomado como parámetro para la resolución
de conflictos ante la OMC, los países no están obligados a
incorporar las decisiones y normas del Codex tal cual en sus
respectivas legislaciones, aunque las mismas sí deben estar en
consonancia con los tratados de TBT y SPS. Es decir, que en el
hipotético caso de que Codex le asigne un LMR, Argentina no está
obligada a aprobarla”.
Lo
más relevante es “el impacto altamente negativo que tendría sobre
las exportaciones de productos lácteos desde la Argentina.
Actualmente países tales como China, Rusia, Nueva Zelanda, Argelia,
países de Asia y África y Cuba entre muchos otros, han acordado con
el Senasa los respectivos certificados de exportación de productos
lácteos en los que se debe declarar que los mismos provienen de
animales que no han sido objeto de tratamientos con promotores de crecimiento
naturales o sintéticos”.
Uruguay,
Canadá siguen el mismo criterio que Argentina en la actualidad,
mientras que Estados Unidos, que fue pionero en el uso y tiene
vigente la habilitación, abandonó la aplicación.
“Si
el producto es aprobado en nuestro país, la producción primaria, la
industria y el Senasa deberían poder garantizar la trazabilidad de
los productos para garantizar que cumplen ese requisito. Claramente
sería una situación muy costosa y difícil de implementar, sumado a
que no existe metodología analítica que permita detectarla”.
Además,
“el país perdería el status de una lechería natural (concepto
esgrimido por la mayoría de nuestros competidores), con la
consiguiente pérdida del valor de producto premium buscado por los consumidores
a nivel mundial”.
El
CIL también alude al impacto negativo que esto podría tener entre
los consumidores nacionales y la opinión pública, mientras la
lechería argentina crece gracias al manejo en los tambos, las
mejoras genéticas.
Es
la Resolución 447/2004 de la Secretaría de Agricultura Ganadería y
Pesca, la que prohíbe el uso de productos veterinarios anabolizantes
en animales destinados a la producción de alimentos para el consumo
humano.
Las
industrias concluyen que “no se debería permitir la importación
y/o aprobación y/o el uso de la rBST en Argentina”.
¿Y la producción?
Parece
que los laboratorios que comercializan el producto en la región no
están esta vez empujando.
Aunque
hay muchas entidades de productores que no están ni cerca de este
debate, el silencio de algunos sectores abre la posibilidad de
entender que este tema está siendo motivado por algunos productores.
A esto lo confirmaron fuentes sanitarias a Aire Agro, son unos pocos
productores lecheros, bastante influyentes los que tienen la
pretensión.
En
los últimos años hubo varios casos detectados de contrabando del
producto desde países limítrofes, con causas que duermen en la
Justicia. Si hay oferta es porque hay demanda, pero lo concreto es
que no se puede habilitar el uso por parte del Senasa, aunque se
hagan todos estos intentos reiterados.
Quizá
para algunos fue este tiempo de cambios en los organismos del Estado
vinculados al Ministerio de Economía la oportunidad de meter algún
expediente de este tipo para su habilitación repentina, sin embargo
hay profesionales que están alertas ante estas cuestiones, mucho más
allá de los cambios de titularidad que puedan estar más o menos en
estos temas técnicos.
Es
un momento de expansión en la producción, con números que hace
mucho no se veían y certeramente ese debe ser el camino de la
recuperación del sector, que tiene que estar acompañado de un nuevo
impulso del mercado interno, pero aún más de la exportación. No es
con un inyectable de somatotropina que hay que crecer y mucho menos
de la mano de un lobby forzado y que no logrará su cometido.
Que
la lechería argentina siga siendo natural y transparente es un valor
que se debe defender desde todos los eslabones.
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