En el INTA Rafaela dio comienzo una nueva edición de la formación que ya tiene el 30% del personal de los tambos del país, donde las experiencias construyen y fortalecen la tarea cotidiana.
Por Elida Thiery (Aire Agro) - Cuando se piensa en el tambo, en el trabajo en una fosa de ordeño, se representa a uno de los oficios de mayor entrega. Todos los días del año, al menos dos veces, con calor, frío, lluvia, fiestas y feriados, una actividad que no tiene descanso, logró con el tiempo una estructura de capacitación que es fundamental para el presente y futuro de la actividad, pero sobre todo de sus protagonistas.
Con muchísimas ediciones en todo el país, desde 2007 el programa del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, el programa “El Profesional Tambero” lleva capacitado al 30 por ciento del personal de las unidades productivas de todas las cuencas lecheras nacionales.
Días atrás, en el INTA Rafaela dio comienzo una nueva edición del curso para operarios de tambos, de la mano de su creadora, la Ing. María Rosa Scala y la coordinadora, Claudia Gaudiño.
Un espacio de formación para para progresar en la actividad, para valorizar esta actividad productiva fundamental, donde intervienen familias y tradiciones, congregará durante tres meses, en un encuentro semanal de tres horas para 18 trabajadores inscriptos, que se desarrollan en unidades de 1.600 a siete mil litros diarios, en diferentes puestos de trabajo, abarcando a todo el Departamento Castellanos.
En el primer encuentro, “todos destacaron la tranquilidad del campo, la oportunidad de un trabajo que les permite progresar y en el medio natural, el amor por los animales”, comienza contando María Scala, sobre la motivación de quienes se anotaron para transitar estos meses de capacitación, remarcando que son muchos jóvenes los de esta edición, trasladando sus experiencias que incluyen el caso de una chica que viene de trabajar en un tambo robótico, que se saturó con el manejo de datos y volvió a ordeñar de manera tradicional en un lugar más pequeño, junto a su marido para poder dedicarse más a su familia y a la crianza de sus hijos.
Ese es el encanto del campo, del tambo particularmente, que da una vida más traquila, que con el paso del tiempo logra más servicios, conectividad y sobre todo en la cuenca lechera central, más accesibilidad a ciudades más grandes, que garantizan más servicios para las personas y las familias.
“Los tambos ofrecen estabilidad laboral y con ello es que encuentran la motivación para profesionalizarse, para tener más oportunidades y que puedan elegir siempre mejores condiciones para su vida”, explican.
Respuesta a una necesidad
Un
poco de la necesidad de capacitación la traslada Marcelo Silva, hijo
de un tambero, que también trabaja en el Establecimiento Castaño,
de Presidente Roca, donde cada jornada se generan cinco mil litros de
materia prima.
“Me
anoté porque necesitaba capacitarme, soy una persona joven, tengo
poca experiencia, así que bueno, con eso creo que lo voy a lograr, o
por lo menos aprender y conocer un poco más de todo lo que pasa en
un tambo, que es un lugar donde estuve toda mi vida, pero necesito
saber más”.
Joven
y con la idea de complementar la tarea que ya cumple su familia,
explica que lo que más interés le despierta es “el manejo del
personal, el manejo de pastura, de crianza, un poco de todo”.
Explica que además de dedicarse actualmente a la crianza de
terneros, “estoy haciendo un poco la parte reproductiva, así que
quiero saber un poco de todo”.
Las
clases semanales se hacen por la mañana, lo cual les permite a todos
acomodar sus tareas, organizarse durante estos tres meses y seguir
sumando a su trabajo.
Muchos
pagan por esta capacitación y en otros casos son los dueños de los
tambos los que se hacen cargo de un costo que es muy accesible y se
repaga con las mejoras en los resultados, sobre todo porque se supone
que en las unidades productivas que acceden al curso, la intención
de mejorar procesos ya está dada.
El
inicio siempre es el del trabajo en equipo, el que quizá menos
relación tiene con la tarea de forma directa, pero si con lo
relacional, con los vínculos fundamentales “para que se pueda
llevar adelante un tambo con eficiencia, con productividad, con
acuerdos y relaciones de todos los que trabajan en él, todos los
días del año”.
Una formación completa
“Hace
casi 20 años que vemos las mismas demandas, sobre todo en el tema de
trabajo en equipo, como que falta mayor tiempo destinado por parte
del equipo de trabajo del tambo a hablar de los problemas de todos
los días, del trabajo en equipo para organizarlo y hacerlo más
eficiente”, indica Scala, sobre un programa que abarca desde este
tópico, rutina de ordeño, calidad de leche, mastitis, manejo de
pasturas, alimentación, crianza de terneros, manejo sanitario de la
recría en el tambo, reproducción, maquinarias, higiene y seguridad
en el trabajo, hasta llegar a la economía familiar.
“La
intención es que además de darles otras herramientas, podamos
ayudarles a manejar sus negocios, su economía, para que el trabajo
les sea rentable, que les permita progresar y también pensar en un
futuro”, dice Gaudiño sobre uno de los puntos clave de la
formación.
La
ayuda se orienta a ordenar la economía familiar en el futuro, porque
el del tambo no es un trabajo para toda la vida. “Son 365 días del
año, durante muchos años, con mucha exigencia física. Nos ha
pasado en otro curso que hicimos en Totoras hace unos años en el que
una tambera quería aprender más del tambo para ser una mejor
tambera, ganar más y poder comprarse la casa. Poder invertir ese
dinero en ella misma, en algo que sea durable”.
El
Profesional Tambero es uno de los grandes logros del INTA, un gran
ejemplo de la articulación público-privada, porque ha habido muchas
ediciones sponsoreadas por empresas, con becas de industrias, pero
que lleva la teoría y la práctica al territorio de forma directa.
“Hay
un punto muy importante de esta capacitación que habla sobre los
problemas y las realidades de los que están participando del curso.
Se analizan distintos temas y forma parte de un proceso, porque en
cada clase repasamos lo que vimos, indagamos sobre lo que ya pudieron
ir aplicando, porque está armado con una continuidad especial para
que se dé un aprendizaje en proceso”.
Para
Scala, existe un acompañamiento y un sustento en la realidad que no
sólo es en las mesas de trabajo, sino en las visitas a distintos
establecimientos, los diferentes sistemas productivos, las novedades
en la crianza de terneros, con la importancia del contacto constante
con profesionales que brindan su experiencia, e incluso después de
concluido el programa.
“Es
también interesante saber que este el curso les abre las puertas a
otras actividades y capacitaciones, que les permite tener un espacio
de encuentro con sus pares, con quienes viven las mismas realidades y
problemas cada día en tareas similares, eso es algo que a veces es
dificil de visualizar, porque la mayoría de las actividades se
centra siempre en los productores, los veterinarios, los agrónomos,
que se desempeñan en los tambos y no los trabajadores”, agrega.
Para
Claudia Gaudiño, “es importante la formación, por eso el curso se
llama El Profesional Tambero, para que cuando tengan su certificado
sientan que es una profesión lo que hacen todos los días, no un
oficio menor, que cada uno es tan importante como los asesores, los
productores, porque desde la cría, las pasturas, el ordeño es que
se inicia el engranaje del eslabón primario en la cadena lechera”.
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