Empleado de la planta de Lehmann, cuenta en primera persona el deterioro de la empresa que no da señales de querer recuperarse, mientras agiganta la deuda en salarios y ya no tiene materia prima propia.
Por Elida Thiery (Aire Agro) - Con apellido y trayectoria conocida, Pablo Nocioni, saca un poco del liderazgo de su carrera deportiva para ponerle cara y nombre a una situación que es la que sufren los trabajadores de Lácteos Verónica.
Con la experiencia de una vida en el basquet, habiendo jugado en España, Italia, en la Liga Nacional, desde hace diez años trabaja en la empresa que hoy está sumida en una crisis que parece no encontrar un piso, ni una salida concreta.
Tiene 51 años, nació en Santa Fe y fue criado en Gálvez, donde su papá era maestro quesero de SanCor y uno de los innovadores en cuanto a quesos fundidos. Pablo entró a la industria lechera por una recomendación en 2015 y desde aquel momento es uno más de los que mira desde adentro el deterioro de Verónica.
“Cuando yo entré a trabajar en la planta de Lehmann, estábamos en un millón de litros. Ahí se dio el primer problema, porque en una reunión de los dueños con los tamberos, porque se empezaba a pagar mal, se les dijo que al que no le gustaba que se vaya. Así se nos fueron 300 mil litros”, era un momento de inundaciones y complicado en general, pero lo mismo volvió a pasar en 2018, 2019, con deudas que no dejaron de crecer.
Con la pandemia la situación se agravó y con mucho énfasis en la exportación sin buenos precios, el deterioro fue incesante. La pérdida de litros nunca se detuvo y ya en el inicio de este año la salida de tambos, las deudas por materia prima se hicieron imparables hasta llegar a hoy, donde sólo se podrían procesar unos 50 mil litros propios, de la empresa Las Becerras, 20 mil en la planta de Lehmann, 30 mil en Clason y nada para Suardi.
“El proceso fue preocupante, yo estaba en la guardia se veía esto. Nunca se entendió a dónde se quería llegar, porque pasaban cosas como no tener un sistema de gestión, con datos que se cargaban manualmente en una sola computadora. O sea, una persona pesa un camión, lo anota, pero no hay un sistema que controle si no se manipulan los datos” y mucho menos uno que entrecruce sectores.
Una deuda que sigue creciendo
Pablo
explica con claridad que desde el inicio del año todo se complicó
aún más. Desde abril “cobramos puchitos” y se llegó a un paro
por la voluntad de los trabajadores.
En
Lehmann se venía de estar secando leche a fasón para empresas como
Saputo y Punta del Agua, procesando hasta 700 mil litros durante los
fines de semana, pero ese dinero que entraba a a la empresa no iba a
salarios, “ni en eso fueron inteligentes los empresarios”.
El
paro lleva mucho más de una semana y Punta del Agua ya retiró todos
su insumos. Quedan bolsas para leche en polvo de Saputo, pero no se
sabe cuándo se podrá seguir, mientras que hace meses no hay
productos en góndolas y heladeras con marca Verónica.
“Nos
depositaron 90 mil pesos este lunes y el martes mandaron un camión
con quesos, para completar con leche en polvo y mandarlo al sur. La
gente estaba enardecida y se decidió no cargar y mandarlo de vuelta.
Es como que se está provocando esa situación, porque no es la
primera vez que pasa”.
Nocioni
detalla, “esto se agravó en diciembre, cuando pagaron el aguinaldo
en tres parte. Ahora nos deben el 87% de julio, todo agosto y todo el
aguinaldo, mientras que ya está corriendo septiembre que cierra el
día 25”.
Claro
que los salarios de los lecheros son altos, porque el trabajo así lo
amerita, pero lo cierto es que la gente no tiene dinero para comprar
comida, pagar alquileres, cuotas de créditos y mucho menos sostener
gastos como los de la educación de sus hijos y más aún cuestiones
vinculadas a la salud.
A
Pablo su familia lo puede ayudar de forma ocasional, pero él
necesita ganar su salario, sostener los gastos de sus hijos y seguir
desarrollando su vida.
“Entré
en la portada de Verónica en 2015 y sigo ahí. Verónica me dio la
posibilidad de trabajar y yo al mismo tiempo me fui a capacitar,
estudié una licenciatura en higiene y seguridad, estoy ahora
rindiendo la tesina y haciendo el trabajo final, pero a pesar de eso
no tuve la posibilidad de crecer dentro de la empresa, en un tema en
el que hay mucho para hacer”.
Es
complicada la movilidad interna cuando la empresa sólo retrocede,
siendo que ni siquiera puede pagar los retiros voluntarios, las
indemnizaciones de los que se van y que lo hacen cuando consiguen
otros trabajos, una tarea que está haciendo la mayoría, en
cualquiera de los sectores de la empresa.
“Es
tristísimo lo que está pasando. En este momento nosotros nos
sentimos apoyados por el gremio, porque hicieron todo lo posible para
sostener a la gente, que ya está enardecida, respetando nuestra
voluntad. En una asamblea el martes hubo algunos que manifestaron
querer volver a trabajar para que entre dinero y nos paguen, pero
llegamos a la conclusión que eso ya pasó y no cobramos, entonces es
como seguir siendo esclavos. Entonces es un hilo muy delgado, entre
qué hacer y qué no hacer”.
Entre
los trabajadores las miradas no son las mismas, pero “la
mayoríaopina que lo mejor que puede pasar es que se venda la
empresa, para que mejore todo, para que sepamos hacia dónde vamos”.
Sin agua para tomar
En
Lehmann hay gas natural, pero la planta sólo tiene agua de pozo para
ciertas tareas, pero con el suministro de agua potable discontinuado
por falta de pago, “tenemos que ir a buscar a la canilla de una
placita sobre la Ruta 81S, para poder tomar. Vamos con una manguerita
y recargamos los bidones” explica, sobre un procedimiento que se
volvió habitual y a lo que se suma que en los baños del lugar no
cuentan ni con papel higiénico y mucho menos con provisión de
elementos de protección personal, entre otros detalles nada menores.
“Lo
que se percibe es cierta incompetencia, porque esta es una empresa
que depende de tres personas de una misma familia, que no pueden
ponerse de acuerdo qué hacer, pero a mí y al resto de los empleados
no nos tiene que interesar eso, porque sentimos que hace años están
jugando con todos nosotros”, siendo una planta de personal que
llegó a 700 personas y actualmente ya se vio reducida a algo más de
500 dentro del convenio y un centenar más fuera de la afiliación
sindical.
“A
nosotros nos hacen los descuentos jubilatorios, de obra social, todos
los descuentos de un recibo de sueldo, pero ese dinero no se paga, no
va a ningún lado, porque no figura en el sistema registral de Anses,
tampoco le pagan los aportes sindicales a Atilra”, enumera Nocioni,
agregando que “esta gente no es más creíble en el sector, han
pedido plata a otras empresas, les deben a todos los proveedores, no
se reponen insumos propios, entonces es dificil que pronto podamos
recuperar la normalidad, salvo que llegue alguien con capital para
asegurar materia prima y así sí podamos arrancar, porque Verónica
sigue para abajo, ¿pero hasta cuándo?”.
Pero
hay que considerar también que en el último año, los
mantenimientos en las plantas fueron mínimos, las inversiones en
tecnología casi inexistentes y todo este conflicto hace más dificil
encontrar un horizonte viable.
Pablo
Nocioni sigue encontrando en el deporte la forma de despejarse y
jugando al básquet ahora como aficionado se permite ver las cosas
desde diferentes perspectivas, para entender los planteos de todas
las partes, sabiendo que esta crisis no tiene un sello de la
política, sino que es un daño autoinflingido.
En
Verónica la gente sabe que esa no es la realidad de las otras
lácteas, a pesar de las condiciones de una Argentina siempre
sufrida. Aquí hay “una expectativa de la empresa de poder volver a
licuar deuda, de especular con lo que podría pasar y no sucede, pero
que claramente esta actitud vacía la empresa”.

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