En Rafaela los “Caminos de la producción” no se ajustan a las necesidades del agro

En el centenario del Día del Camino, los productores de la tercera ciudad de la provincia ven cómo avanzan las obras que ponen en riesgo el tránsito de maquinaria, contradiciendo el objetivo de los trabajos.

Por Elida Thiery (Aire Agro) - Es hoy el Día del Camino, en una conmemoración que es justamente centenaria. Como cada 5 de octubre se celebra esta jornada por la realización del primer Congreso Panamericano de Carreteras, que se hizo en 1925, en la ciudad de Buenos Aires. A partir de ese momento se comenzaron a generar políticas viales y aduaneras, pero también se comenzaron a promover jornadas de educación vial para concientizar sobre el uso del espacio público, las vías de circulación y el respeto por las normas de convivencia vial.
Cien años después es dificil decir que en Argentina la estructura vial está mejor que en aquel momento, a pesar de los avances en un trazado nacional que se ve estancado.
Cada vez es más dificil el tránsito, el cumpliimineto de las leyes, su control, la prevención y el castigo, aunque los caminos adecuados sean fundamentales para la producción, porque permiten el transporte eficiente de insumos y productos terminados, reduce los costos de logística, asegura la movilidad de personas y servicios, impulsando el desarrollo económico de las zonas rurales al integrarlas con las ciudades, los puertos y en definitiva, los mercados.
Los caminos rurales son de los puntos débiles más intensos para el sector agropecuario, porque es una temática para la que hace décadas se hacen aportes, pero donde rarar vez se perciben positivamente las obras.
Sin mantenimiento de lo existente en miles y miles de kilómetros, en la ausencia de cuneteado o canalizaciones que mejoren el escurrimiento del agua en tiempos de excesos hídricos, siendo responsabilidad de las provincias, los municipios y las comunas, esta que es infraestructura mínima acapara muchas de las limitaciones en el arraigo rural, donde hoy la situación es igual a la de los pioneros, de los colonos que hicieron grande al campo, a pesar de todo.

Un letargo centenario

En lo que va de este cuarto de siglo, en la provincia de Santa Fe, hubo varios intentos para poder poner en marcha mejoras en las trazas, donde siempre la primera alternativa fue una doble imposición para los productores agropecuarios que pagan tasas viales, pero a quienes siempre se les puede pedir más para que se hagan obras que deberían ya estar estructuradas.
De aquel recuerdo de una tasa en el combustible que no fue con el primer gobierno socialista, se llegó a los Caminos de la Ruralidad en la gesión Perotti, que tuvo algunos adelantos, dependiendo siempre de la organización de los productores, pero también de la convicción de los municipios sobre el cumplimiento en cuanto a obra pública, financiada por los beneficiarios.
Aquella idea era la de abarcar unos 500 kilómetros en toda la provincia, donde el Gobierno aportaba dinero para la compra de material para el ripiado, los municipios o comunas ponían la maquinaria y a mano de obra; y los productores pagaban el mantenimiento.
Dependiendo de las localidades la obras avanzaron de forma dispar.
En Rafaela, la ciudad del entonces gobernador y con un Ejecutivo del mismo signo político, antes de diciembre de 2023 sólo se consiguió licitar el material.
Ya con nuevos ejecutivos, provincial y municipal, renombrado el programa como Caminos de la Producción, Rafaela tardó en arrancar y a casi 22 meses de la asunción, aún falta para terminar los 17,09 kilómetros de distancia estipulados para las cuatro trazas saleccionadas.
Se usó la lógica de trabajar sobre el Camino 23 Norte y el 27 Norte, en primera instancia, para actualmente estar terminando el Camino 23 Sur, que une a Rafaela con Susana, donde también se hace la obra de canalización del Bajo Peretti; y por donde circula la mayoría de los habitantes que viven en la principal localidad complemetaria de la tercera ciudad de la provincia.

Demasiado pequeño

El otro que está arrancando con las tareas es el Camino 27 Sur, el que parte de la calle Misiones de Rafaela, la primera de la ciudad en el ingreso hacia el Este.
Los primeros 500 metros desde la Ruta Provincial 70 están ripiados, porque corresponden al ingreso al barrio del ex-hipódromo. A partir de ahí la obra que se inició en las últimas semanas ya trajo novedades inesperadas.
Con el requerimiento de alteo y cuneteado, el que era un camino de diez metros de ancho, hoy presenta la mitad de la capacidad para el tránsito.
Desde Aire Agro recibimos el reclamo de los productores y allá fuimos a ver de cerca y a medir distancias que no se corresponden con las necesidades.
Ya en gran parte de la traza está hecho el cuneteado, bien profundo, pero con un ancho de 2,50 hasta 2,70 metros de cada lado, utilizando caños de mucho menor porte para armar las entradas a los campos.
Esto hace que el camino quede en un máximo de 5,50 metros, pero en algunos tramos se reduce a 4,70 metros, menos de la mitad de lo que tenía antes.
El Camino 27 es la conexión entre Rafaela, Bella Italia, Aurelia, Angélica, Lehmann, Ataliva e incluso Humberto Primo, para el traslado de maquinaria, pero también de camiones con leche, jaulas para animales, pero sobre todo la circulación de trabajadores de cada unidad productiva y de familias con niños que viven en los tambos y necesitan transito diario.
La clave está en que las sembradoras tienen un ancho de 4,80 metros para su traslado, las cosechadoras con cubiertas duales de 5,50 metros, sumado a un largo de hasta 18 metros para los cabezales, con lo que cunetas tan profundas y marcadas harán imposible maniobrar, quedarán muy justos los giros en los ingresos a los campos y será prohibitivo permitir algún traspaso.
Según pudimos saber, el responsable de la obra sólo estuvo una vez en el lugar y los productores necesitan resolver esto, que no está bien hecho, antes que se termine el trabajo y el dinero se invierta de una manera no adecuada para lo que será destinado.
La advertencia de los productores se relaciona con la lógica más básica, con trabajos que deben durar muchos años, para los que deberán pagar mantenimientos de forma constante a partir de una taza aún no definida, pero sobre todo porque están a tiempo de corregir errores que pueden ser causales futuros de accidentes y problemas de magnitud.

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