Comienza un año internacional para “Empoderar a las mujeres, transformar los sistemas”

Es 2026 determinado por FAO como Año Internacional de la Mujer Rural, donde se busca achicar brechas y maximizar cambios en el desarrollo de la productividad, pero sobre todo del crecimiento social y económico a través de la gestión femenina.

Por Elida Thiery (Aire Agro) - Como una forma de anticipar lo que se conmemorá durante todo 2026, este jueves se presentó en el marco del Consejo de la (FAO), el Año Internacional de la Mujer Rural, que marca el inicio de las actividades que tienden a incrementar el compromiso global de las comunidades, para un mayor crecimiento social, económico y productivo de la mano de quienes más hacen desde el campo.
La celebración coincide el , una oportunidad global para reconocer y apoyar a las personas y los ecosistemas que sustentan la vida en casi la mitad de la superficie terrestre del planeta.
Lejos de tener una mirada segmentada o sexista, la intención del organismo es hacer una convocatoria a la acción y a la reforma estructural urgente de los sistemas agroalimentarios mundiales, apuntando a los aspectos más débiles como el acceso al crédito, a la tierra y la equidad en las posiblidades.

Protagonistas y resilientes

Máximo Torero Cullen es economista Jefe de FAO y fue enfático, “nos reunimos hoy para lanzar un año que refleja un compromiso global inequívoco para visibilizar el trabajo y el liderazgo de las mujeres, que sostienen los sistemas agroalimentarios y cuya contribución debe ser reconocida, valorada y priorizada”.
La intención es dar visibilidad en políticas, programas e inversiones, porque “el mundo simplemente no puede acabar con el hambre, fortalecer la resiliencia o construir sistemas agroalimentarios sostenibles a menos que las agricultoras, en toda su diversidad, tengan los derechos, los recursos, la capacidad de acción y el respeto que merecen. Este año celebra a todas las mujeres que trabajan en los sistemas agroalimentarios, ya sean jóvenes o mayores, mujeres indígenas, migrantes, mujeres con discapacidad, todas aquellas cuyas habilidades, trabajo, cuidado y liderazgo son esenciales para la resiliencia y la sostenibilidad”.
El progreso en el empoderamiento de las mujeres en los sistemas agroalimentarios se ha estancado en la última década, porque siguen ganando menos, trabajando más horas, con menos protección y en condiciones más complejas.
Torero Cullen ejemplificó que “cada día de calor extremo reduce la producción de cultivos de las mujeres 3% más en relación con los hombres, y esto se debe a la menor capacidad de resiliencia dada sus condiciones iniciales. Las mujeres agricultoras suelen gestionar parcelas más pequeñas e incluso cuando gestionan granjas del mismo tamaño que los hombres, su tierra produce un 24% menos. Esta brecha no tiene nada que ver con la capacidad o las habilidades para ser productivas, sino con la falta de acceso a crédito, a títulos de propiedad a su nombre, a otros recursos e, incluso, a tecnologías de mecanización adaptadas a sus capacidades”.
Cerrar la brecha de género en la agricultura podría aumentar el PIB mundial en un billón de dólares y reducir la inseguridad alimentaria para 45 millones de personas.
En cada país se harán diferentes acciones, al igual que en los diferentes territorios, pero todos deben aumentar significativa y colectivamente la conciencia sobre los roles de la mujer.
Cuando proporcionamos las condiciones adecuadas para que las mujeres se empoderen, y empoderar significa tener salarios iguales bajo condiciones de educación similares y tener igual acceso a los activos, todo el sistema agroalimentario se transformará. Esto es el corazón del lema del año: Empoderar a las mujeres, transformar los sistemas”, aportó.

Dando forma al futuro

Las agricultoras son la columna vertebral de la vida rural. Ellas nutren los suelos, seleccionan cuidadosamente las semillas, transmiten conocimientos a través de generaciones y mantienen fuertes a las comunidades y resilientes a los sistemas alimentarios. Las mujeres dan forma al futuro de la agricultura cada día, fortaleciendo la seguridad alimentaria, mejorando la nutrición, reduciendo la pobreza y elevando el bienestar de las comunidades rurales” resumió Gerardine Mukeshimana es Vicepresidenta del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA).
Para ella este año “es un llamado a catalizar el cambio para que las agricultoras de todo el mundo puedan desarrollar plenamente su potencial y lograr su impacto. En el FIDA, vemos de primera mano el notable impacto que tienen las agricultoras en las comunidades rurales. Su potencial solo se puede liberar cuando tienen acceso verdadero a lo esencial para el éxito: recursos productivos, financiación, capacitación, mercados y roles de liderazgo con influencia significativa en las políticas que dan forma a sus vidas”.
La entidad que invierte más de mil millones de dólares al año en créditos, se empuja al crecimiento, “cuando las mujeres avanzan, el desarrollo rural avanza”.

Soberanía y reconocimiento

Esta iniciativa contó con la presencia de su Alteza Real la princesa Basma bint Ali de Jordania, que es a la vez embajadora de Buena Voluntad Regional de la FAO para el Cercano Oriente y África del Norte. Ella aportó que las mujeres constituyen una parte crítica de la fuerza laboral agroalimentaria, estimada en 36% y hasta 48% en países de bajos ingresos, aunque sostuvo que “estas cifras son bastante engañosas si somos honestos con nosotros mismos”.
Contó una anécdota vivida por ella al recorrer un campo de trigo, donde los supervisores eran hombres que ostentaban no hacer el trabajo duro, que “eso es trabajo de mujeres”. Para ella esa fue la demostración clara de las desigualdades y su naturalización.
Las contribuciones de las mujeres siguen siendo no reconocidas, insuficientemente respaldadas, con pocos recursos y, sobre todo, profundamente infravaloradas. Esta desigualdad va mucho más allá de quién realiza el trabajo físico más difícil”.
Ser parte de esta acción anual de FAO significa que “nos comprometemos a cambiar la inequidad. Debemos asegurar que las agricultoras tengan soberanía sobre su propio sistema de gobernanza, lo que incluye procesos de toma de decisiones, acceso justo a la tierra, finanzas, tecnología y capacitación. Debemos invertir intencionalmente en sistemas agroalimentarios liderados por mujeres y apoyar cooperativas que amplifiquen sus voces. Debemos abordar la pesada carga del cuidado no remunerado que limita su participación económica. Al empoderarlas, estamos empoderando indirectamente a sus hijos y a su comunidad en general, y a nosotros mismos”.

Mayor igualdad, mayor transformación

Fue Maria Dunne, subsecretaria General del Departamento de Agricultura, Alimentación y Marina de Irlanda, quien reconoció que en su país “la mayor igualdad de género ha desempeñado un papel fundamental en nuestra transformación económica y social durante los últimos 50 años”.
Irlanda desarrolla desde 2023 un plan de acción que surgió del diálogo para abrir a un apoyo práctico para las agricultoras, incluyendo apoyo subsidios de capital y capacitaciones, que incluyen educación en agricultura, desarrollo de liderazgo y habilidades digitales.
“Las agricultoras y las agroempresarias deben estar al frente y en el centro durante todo el año; esta es su historia. Queremos celebrar a las mujeres agricultoras que lideran el camino”, porque “cuando las voces de las mujeres se incluyen en la toma de decisiones, las políticas se vuelven más inclusivas, efectivas y sostenibles. Cuando las mujeres rurales prosperan, las comunidades y las economías enteras prosperan con ellas”.

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