"Cuando uno da para salvar vidas, no espera recompensas"

EL GEOLOGO RODRIGO CASTAGNO, LUEGO DE LA MISION DE LOS MINEROS EN CHILE


Por Elida Thiery (redacción LA OPINION). - Como una de tantas veces en 16 años lejos de Rafaela, llegó en estos días para relajarse un poco en familia, sin embargo en esta oportunidad tenía mucho más que lo habitual para relatar. Rodrigo Castagno, el geólogo que participó del rescate de los 33 mineros en Chile está en su ciudad con mucho para contar y un gran orgullo que se nota por una tarea poco habitual, pero efectivamente cumplida.
Rodrigo estudió en la escuela Bernardino Rivadavia, su educación primaria, luego en la Escuela Nacional de Comercio y de allí optó por la carrera de Ciencias Geológicas, que luego por cambio de plan se transformó en Geología, en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad Nacional de Córdoba. Recibido en 1993, inició la búsqueda de trabajo, lo cual lo condujo a la empresa canadiense, para la exploración del oro, justamente en Copiapó, la zona de la misión que lo tuvo como protagonista recientemente. Entró a prueba por tres meses y se quedó cuatro años, hasta que la firma decidió abandonar las operaciones en Chile cuando bajó el precio del metal. Posteriormente y por ocho años se desempeñó en Codelco, la Corporación del Cobre de Chile, donde tuvo experiencia en las principales minas abiertas como la de Chuquicamata, Radomiro Tomic, para luego estar en las cercanías de Santiago de Chile.
Su proceso de evolución lo llevó hace dos años a la empresa Collahuasi, que es una de las tres más importantes del rubro en el vecino país, donde la minería es fundamental en la economía y el desarrollo nacional. En su charla con LA OPINION detalló, "nosotros lo que hacemos es ampliar los recursos que tiene la mina; y también en forma distrital.
Buscamos yacimientos de cobre, molibdeno, oro, plata, entre otros", explicó sus funciones Castagno sobre las tareas en las que se desempeña actualmente en una faena ubicada en Iquique, a 4.600 metros de altura sobre el nivel del mar, en la Primera Región de Chile, muy cerca del límite con Bolivia.
En sí el grupo de trabajo que se desempeña en esa mina, recibió a través del jefe de Castagno, Jorge Camacho, la propuesta para acelerar el Plan A que ya estaba desarrollado en Copiapó para rescatar a los mineros encerrados a 622 metros de profundidad, que iba a demandar cuatro meses para su conclusión. "Teniendo la máquina, habíamos calculado el diámetro, la profundidad, un tipo de roca parecido, entonces nos propusimos hacerlo en menos tiempo, por la experiencia que teníamos". Fue entonces que "el equipo de rescate de Codelco y el Gobierno de Chile aceptaron nuestro plan y lo comenzamos el 5 de septiembre".
Los tiempos se acortaron favorablemente. "Había un factor de seguridad en el tiempo, lo que demora comúnmente un mes, nosotros lo calculamos más tiempo, porque había gente abajo, era otra cosa totalmente distinta y teníamos cero posibilidad de error. Era un pozo donde no nos podíamos equivocar", es por eso que la planificación los hizo calcular más adelante los tiempos, que terminaron presagiando una historia que tuvo una conclusión satisfactoria.
La máquina fundamental para esta hazaña, se hizo con martillos especiales de la herramienta conocida como multimartillo, que tiene cinco puntos de golpe, con la cual no se tenía experiencia suficiente en Chile. Fue entonces que se comenzaron a contactar a perforistas especializados en la misma, de los cuales se consiguieron a dos estadounidenses, los más avezados, que se especializan en la realización de pozos de agua en Afganistán, para que lo utilicen las tropas militares.
"Estaba toda la gente de Geotec, la dueña de la máquina, Collahuasi que contrató a esa empresa para hacer el trabajo; y la coordinación del trabajo fue muy buena. Nosotros hablábamos todo el tiempo con los perforistas, para orientarlos en cuanto a la profundidad, el tipo de pozo, de roca, entonces teníamos una comunicación constante y ellos eran muy abiertos, dos tipos espectaculares", detalló Rodrigo en su charla con LA OPINION, sobre un equipo de trabajo que no superaba las 30 personas, las cuales se desempeñaban en dos turnos diarios de 12 horas. Cuando no se entusiasmaban para seguir avanzando en jornadas que la tarea se hacía más sencilla, lo cual los obligaba a quedarse a descansar en el propio campamento Esperanza, estuvieron viviendo en un pueblo ubicado a media hora del foco de atención.
Esta tarea no tuvo una remuneración extra. "Nosotros pusimos la máquina, financiamos a las personas, elegimos a los profesionales, trajimos a los estadounidenses de Afganistán; y todo eso fue financiado por Collahuasi".

SEGURIDAD

Hubo en un principio un debate sobre cómo encarar la terminación de la perforación. "La decisión era primero salvar la vida de las personas, que significaba un ciento por ciento de encamizado, para que haya cero por ciento de posibilidades de derrumbe; y después estaba el hecho de salvar el pozo, esas eran las prioridades para tomar las decisiones.
Encamizar todo el pozo era un riesgo grande, porque empezaba con 80 grados, después se ponía más vertical, hay una curvatura hacia la derecha; y eso generaba dificultades en la operación y sabíamos que si lo hacíamos hasta el final se iba a demorar mucho más hasta que se soldaran todos los tubos". Fue así que se definió a través de análisis que todo el pozo estaba en buenas condiciones, que no se arriesgaba nada, entonces "para seguridad, siempre es en la superficie donde se pueden dar fracturas, entonces cubrimos el inicio, lo cual fue un segundo trabajo, porque nuestro trabajo terminaba en perforar". Sabían que si se retiraban no había garantías de éxito, por lo tanto avanzaron en una tarea más para poder completar la operación.
Una vez concluido el pozo, la planificación del rescate pasó de manera directa al Ministerio de Salud de Chile; y para no estorbar todo el grupo desalojó la mina.
"Me fui a mi casa, con mi familia a verlo por televisión; y a sufrir hasta que no haya salido el último, porque el pozo era responsabilidad nuestra", admitió orgulloso con la conclusión del rescate este geólogo rafaelino.

CUMPLIDO

Semejante tarea y responsabilidad requiere mucho más que un apretón de manos de un ministro o de un presidente. Una hazaña ciento por ciento efectiva amerita la exaltación de las tareas, cosa que no sucedió así.
"Nosotros no lo esperamos, es algo que quedó en el Gobierno y nosotros fuimos a hacer nuestro trabajo", es por eso que Rodrigo Castaño (41 años) considera que los "grandes héroes fueron los 33 mineros, a quienes se les hizo un reconocimiento en la Moneda (casa de gobierno chilena". Quizá lo único que aguarda es algún tipo de premio por parte de la empresa.
Eso sería un formalismo, porque el verdadero sentimiento de la tarea se resume en una sincera expresión. "Cuando uno da para salvar vidas, no espera recompensas de ningún tipo".
El triunfo de un buen desempeño lo selló aquella noche cuando el último minero, Luis Urzúa, salió ileso, e incluso todos los rescatistas, ameritando un brindis con el segundo champagne, luego de haber festejado aquel día en la mina, cuando dejaban todo listo para el rescate.
Orgullo colectivo y personal para un rafaelino bien proyectado personal y profesionalmente, fue recibido ayer por el intendente, Omar Perotti.

Comentarios