El 93 por ciento del maíz argentino no llega a márgenes de rentabilidad

Esto se desprende de un estudio de los Consorcios Regionales de Experimentación Agropecuaria, teniendo en cuenta costos productivos y cargas impositivas. Cerrada la exportación actualmente, la planificación para los productores se complejiza a poco de tener que dar curso a la campaña gruesa.

Los Consorcios Regionales de Experimentación Agropecuaria no temen en afirmar que “el maíz ya no es rentable”. El planteo llega en el momento en que los productores tienen que empezar a planear la gruesa y donde el maíz juega el papel preponderante de ser el cultivo de rotación por excelencia, ante la arrasadora soja.
Crea analizó a 249 distritos que producen el grano y fue así que en el 93 por ciento de los casos el resultado fue negativo a la hora de medir la rentabilidad en cuanto a la la inversión, la producción y el empleo que esta actividad genera. Es entonces que la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola entiende que la caída del precio internacional del maíz, sumada a la excesiva presión impositiva que pesa sobre la producción agropecuaria, en ámbitos nacionales, provinciales y municipales, además de la inflación llevarán a que este año el cultivo sea rentable sólo en el siete por ciento de los distritos donde se siembra maíz.
El informe firmado por la Comisión de Enlace, Aacrea, Aapresid y Maizar destaca que hay regiones, como en el NOA, donde se van a necesitar rendimientos 70 por ciento superiores al promedio de las últimas seis campañas para poder equiparar los gastos de producción de maíz con los ingresos, mientras que en la mayor parte de nuestra provincia de Santa Fe se requerirá un rendimiento diez por ciento superior al del promedio histórico para cubrir los costos. Claro que sólo en localidades cercanas a puertos o industrias, es viable el sostenimiento del cultivo con márgenes de rendimiento en promedios históricos y con un precio de cosecha de 140 dólares por tonelada, de acuerdo a la posición de abril de 2015, en el Mercado a Término de Buenos Aires.
En diálogo con LA OPINION, el productor y protesorero de CREA, Santiago Del Solar, manifestó que “de los rindes promedio zonales, se comparó la cantidad de kilos necesarios para pagar los gastos que genera el cultivo en sí. Es así que en más del 90 por ciento de los distritos los números van para atrás, son negativos”. Lo que explica es que “al no dar ganancia el maíz, lógicamente los productores van a apostar menos al maíz, para evitar pérdidas y esto nos hace pensar que se va a reducir el área de siembra de la próxima campaña”.
La situación “repercute en todas las comunidades, porque menos maíz significa menos fletes, menos inversión, menos actividad entre los contratistas, con esto no se beneficia nadie. Por otro lado está el tema del suelo, que necesita rotación, entonces si al productor no le queda otra que sembrar menos maíz, la situación va a tener un impacto directo en la tierra de todas las zonas productivas”.
La manifestación de Del Solar es que no hay muchas alternativas para el productor, más aún en tiempos en los que los precios han caído tanto. “El productor generalmente se refugia en la soja, porque los costos de producción son menores, entonces es directo el impacto tanto en lo económico, como en lo medioambiental. Hoy está cerrada la exportación de maíz, entonces se siembra un producto que no se puede vender y se suma como un problema adicional a la baja de precios, además en caso de poder sacarlo del país, afectan mucho los derechos de exportación, porque en ese caso tenemos que competir en el mercado internacional con países productores que no tienen este tipo de impuestos, entonces las decisiones finales no quedan tanto del lado del productor, sino del lado del Gobierno”.
Camino a la decisión sobre la tierra, “estamos viendo que el productor va a hacer lo posible para sembrar algo de maíz, con lo cual alguna caída en la superficie va a haber, pero también se va a usar genética más barata aunque repercuta en los rendimientos, pero la búsqueda está en menor tecnología de la usada habitualmente para arriesgar menos”.
El presente genera un estancamiento. “No podemos salir de superficies muy bajas de tres millones y medio de hectáreas, seguimos reduciendo, lamentablemente el área de siembra de maíz. El productor el año pasado, de alguna manera, pudo sembrar un poco más de maíz, que es lo que aparentemente va a pasar este año. Aún no está todo dicho, pero estamos muy lejos de poder aumentar la superficie maicera entre el 50 y 70 por ciento. Técnicamente tenemos todo, pero no hay condiciones comerciales adecuadas para tomar ese riesgo”, aseguró Santiago Del Solar.

BUSCANDO MAS

El comunicado conocido esta semana concluye que “de continuar esta política de alta presión impositiva nacional que afecta a las empresas, y con el mantenimiento de los tributos y de las restricciones a la exportación, con el elevado riesgo comercial que esto conlleva, el maíz vivirá una situación similar a la que atravesó el trigo en las últimas dos campañas, recordadas como las dos peores siembras en 100 años. Esto traerá consecuencias socio-económicas muy negativas para las comunidades del interior de las provincias -donde el campo hace el 78% de su inversión- ya que la actividad y el empleo se verán fuertemente afectados”. 
Entonces, “la Argentina necesita salir del modelo de monocultivo de soja que deben desarrollar los productores por la intervención oficial en los mercados de cereales. Este sistema es técnicamente insostenible a largo plazo, está en juego la productividad de los suelos, y debe volverse a una rotación de cultivos. La inviabilidad económica del maíz no ayuda para ir hacia un modelo sustentable”.
El pedido de las entidades es que “es imprescindible que se generen las condiciones necesarias para que se siembre maíz en una superficie considerable y para que no se repitan experiencias negativas ya vividas”.

Comentarios