La falta de desagües desde la ampliación de la Ruta 19 en 2014 hizo que la
familia Pairetti cierre hace más de dos años su tambo. Una lluvia de 120
milímetros ahora los volvió a inundar por séptima vez y siguen sin respuestas
ante la necesidad de recuperar la tranquilidad en el campo.
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La casa se construyó en 1895, recién desde hace cinco años padece el agua en sus cimientos. |
Por Elida Thiery (El blog de Elida Thiery) - Era enero de 2017, cuando
el agua estaba por todos lados en el corazón de la cuenca lechera. Había
cubierto hasta los lugares más insólitos y de la mayoría no drenaba porque el
acontecimiento natural demostraba los errores humanos a la hora de planificar. La
familia Pairetti tomaba una difícil decisión, con el agua insólita en el tambo
y un padecimiento que había empezado esporádicamente desde febrero de 2014,
cuando se transformara en autovía a la Ruta Nacional 19, se cerraba el tambo,
la última sala de ordeño de las que habían sido seis y en la acción se iba un
centenario de historia. (https://elidaescribe.blogspot.com/2017/01/otro-tambo-que-se-cierra-causa-de.html)
Son 600 hectáreas, mucho campo del bueno, en el kilómetro 104 de la
Ruta Provincial 13, hacia el sur del Departamento Castellanos de Santa Fe, a poco
de María Juana. A partir del cambio en los cursos de agua desde San Francisco,
en el límite con Córdoba, la situación no cesó de repetirse.
“Desde que María Juana hasta Clucellas hay seis bajos. Hubo algunas
obras mínimas y terminaron lateralizando el agua hacia el norte. Llega al bajo
de Buriasco que tiene una alcantarilla de cuatro por cuatro, que tira mucha agua
para el cruce del oeste hacia el este, pero sin dejar desde Garibaldi que le
entre agua por atrás. Nos patearon el agua a nosotros, el de Sol y Luna, que es
el bajo que se hizo después que habíamos hecho la nota por el cierre del tambo.
La hicieron para callarnos, en la gestión de Tion en Vialidad, pero después la
taparon con tierra. Nosotros la abrimos con palas, pero trabaja a un 20 por
ciento. Además no hicieron ningún tipo de trabajo aguas abajo para que pueda
escurrir, por eso un poco más adelante queda todo estancado”, detalló Mariano
Pairetti que con los 120 milímetros caídos el lunes repite la triste historia
forzosa.
Los vecinos el año pasado también cerraron el tambo. Sol y Luna es una
empresa que complementaban como ellos agricultura y lechería, pero el agua se
llevó la eficiencia y el tambo se cerró por la inundación y no por el eterno
conflicto de los precios. En un mismo lugar, dos explotaciones menos por la
desinteligencia de los que deben decidir por todos.
La siguiente es una alcantarilla de un metro y medio, demasiado chica, que
recibe el drenaje de los bajos detallados, pero también de Esmeralda, Zenón
Pereyra. “Nosotros terminamos haciendo de embudo contra la ruta, somos el
último eslabón y no dejamos de recibir agua, por eso ahora si lo ves al campo
es un espejo de agua de 40 centímetros de profundidad, de 200 metros de ancho.
Si esperamos 20 días el agua se va toda,
pero en ese proceso perdemos todo”.
Como Ingeniero Agrónomo, a sus 29 años y con toda la experiencia del
campo, que ya le hizo resignar un ordeño diario de 3.500 litros, pero ahora lo
vuelve a enfrentar a la pérdida de lotes excelentes de agricultura. Las
herramientas y la planta de silo están afectados, lo único que se salvó fue el
lote que la semana anterior rindió 45 quintales por hectárea de soja, pero el
resto esperaba estar a punto, algo que no se va a lograr.
“No es que yo estoy en un bajo y reclamo que me saquen el agua, hasta
que hicieron las obras de la ruta jamás tuvimos agua o nos inundamos. Pasamos a
tener problemas de la nada”, explica
La crítica de la falta de soluciones, de la inacción en cuanto a obras
fundamentales, se mezcla con el análisis sencillo del cambio de nombres y
de puestos en la provincia. Roberto Tión
los atendía en su momento para los reclamos de obras hidroviales, pero ahora es
el Secretario de Lechería de Santa Fe. “Pasó de ser experto en un lado, a ser
experto en el otro. Van moviendo las figuritas y eso da bronca. Reuniones me
cansé de tenerlas, porque siempre salíamos aliviados pensando que en una semana
nos resolvían el problema, pero después quedaba en la nada y uno se va cansando”.
Gabriel Pairetti es su papá, veterinario, que entre tanta angustia el
año anterior estuvo internado por un pico de presión. Esa es la angustia que
manifiesta el cuerpo, la impotencia que todo el día preocupa y los desenfoca
del propio trabajo, o del tiempo en familia, para disfrutar de la hija de
Mariano que tiene tres años.
En todas las zonas pasa lo mismo, los productores creen que deberían
conducir los comités de cuenca para resolver sus propios problemas con el agua,
como lo hacen los responsables de cada gestión, porque no dan respuestas, ni
hacen las obras correspondientes a pesar de recaudar 12 pesos por hectárea por
mes, recibiendo al mismo tiempo otro tipo de aportes provinciales para
maquinaria o las eternas planificaciones.
Mandatos largos y triplicados como los sucedidos en nuestra provincia
no han tenido el efecto esperado. Las obras no se hacen y la poca reacción que
hubo al momento fue contraproducente. Este es un ejemplo claro de todos los
ejemplos que se multiplican en una amplia región productiva, arruinada por las
malas decisiones.
Sería interesante conocer qué tipo de propuestas tienen quienes aspiran
a conducir la provincia a partir de diciembre próximo en cuestiones atinentes
al manejo del agua, a la infraestructura hidrovial, e incluso a la mejora de
caminos, que tiene estrecha relación con el deterioro de los proyectos
productivos, de la permanencia en los campos y del engrandecimiento del
interior provincial, fundamental pero a la vez olvidado.
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