Ayer se conocieron variables fundamentales para el sector. Impulso para
el comercio internacional, alza para el productor, baja del consumo y más
inflación en lácteos.
Antes del mediodía cerró como cada dos semanas la cotización
internacional de los lácteos que de forma electrónica y por subasta hace
Fonterra. El Global Dairy Trade aportó un alivio, luego de un acumulado
negativo.
Se revirtieron cuatro rondas negativas, con una suba del 2,7 por ciento
y un promedio de 3.412 dólares por tonelada. Este repunte nos lleva a los
niveles de febrero de este año, cuando todo era optimismo y las alzas parecían
la norma, luego de un inicio de la tendencia en diciembre que se frenó a
finales de mayo. Fueron 25 mil toneladas de lácteos las que se vendieron en
algo más de dos horas, entre 178 oferentes.
La manteca (4.406 dólares) y la grasa anhídrida de leche (5.523)
subieron 1,7 por ciento; el cheddar trepó 3,3% (3.869); la leche descremada en
polvo (2.505) 3,8 por ciento; mientras que no hubo ofertas de manteca en polvo,
ni demanda de suero de leche en polvo, ni lactosa.
El único descenso estuvo en la caseína, con un retroceso de 3,4 por
ciento (quedando en 7.044).
El caso de la leche entera en polvo es particular, porque con 3,6 por
ciento de suba frena la tendencia de descenso que había empezado el 2 de abril,
luego del pico de cotización de 3.317 dólares, que es lo más alto que se
registrara desde diciembre de 2016. Ahora se superó el piso psicológico y con
3.074 dólares la oxigenación del mercado ya se siente.
Analistas a nivel mundial entienden que esta recuperación se da por el
ajuste en la oferta de materia prima, que tiene números más ceñidos en Estados
Unidos por cuestiones climáticas, pero también llegan a la realidad de la
lechería argentina, que no repunta desde hace décadas y que debe repartir mejor
el destino de la leche para diferentes requerimientos.
El precio
Las estimaciones de los productores de la cuenca lechera principal
dejaban indicios de un precio por litro que iba a superar una línea esperada.
La Dirección Nacional de Lechería dio a conocer ayer los datos del tablero de
comando sectorial y se develó que el promedio nacional quedó para mayo en 15,15 pesos por litro
pagados por la industria. Del mismo modo, por las liquidaciones formales se
llega al cálculo de un pago estimativo de 215,62 pesos por kilo de sólidos
útiles.

La producción subió tres puntos respecto a abril, pero en la
comparación interanual bajó tres por ciento respecto al quinto mes de 2018.
Contrastando los primeros semestres de este año y del anterior, la oscilación
fue de seis puntos negativos.
El uso de la capacidad instalada en la industria láctea está al 40 por
ciento, con los márgenes más bajos de los últimos tres años, aunque con mejor
desempeño que en marzo pasado.
El consumo bajó 13 por ciento en leches fluidas, 11 por ciento en
leches en polvo, seis puntos menos en quesos y 13 por ciento negativo en el
resto de los lácteos.
Finalmente, las exportaciones retrocedieron seis puntos porcentuales en
mayo de este año, respecto al mismo período de 2018. Las ventas de enero a mayo
sumaron 105.997 toneladas a un valor de 309,05 millones de dólares.
La inflación
Claro que una oferta baja, que puede meter a la Argentina en la
competencia internacional, viene de la mano de un recorte en el consumo atado a
la inflación.
Un martes de datos se coronó con el índice de precios al consumidor de
junio, con 2,7 por ciento, lo cual no es bueno porque la inflación sigue
vigente, pero al menos muestra una contracción aún en terreno positivo.
Los principales aumentos estuvieron dados en comunicación(7,1%), recreación
y cultura (3,7%)y salud (3,6%). Por su parte, alimentos y bebidas no
alcohólicas treparon en junio 2,6 por ciento, demostrando que la canasta básica
sigue siendo un desafío en cada compra, ya que entre diciembre y junio subió
24,7; y de manera interanual 60,8 por ciento.
Los lácteos son pieza fundamental de los aumentos, pero a la vez la
estructura del consumo que los debe dejar de lado por su incremento excesivo.
En junio los productos derivados de la leche aumentaron 5,8 por ciento en
Capital Federal y Gran Buenos Aires y cinco puntos en la región pampeana, dónde
se producen. Desde diciembre, 38,8% y
41,4%, respectivamente, mientras que en el comparativo entre los meses
de junio el incremento fue de 85 puntos y
86,6.
En el desagregado, los productos lácteos contemplados en la canasta
básica aumentaron todos. Leche fresca entera en sachet de un litro subió un
punto porcentual, de 44,77 a 44,32 pesos en GBA. La leche en polvo entera por
800 gramos, subió de 269,33 a 304,68 pesos, trepando 13,1%. El kilo de queso
cremoso pasó en mayo de 325,76 a 336,91 en junio (3,4%); el pategrás se
consiguió el mes pasado a 542,49, aumentando 3,9 por ciento en 30 días. El sardo
cuesta ahora en el principal polo de consumo 586,51 pesos por kilo, con una
suba de 4,7 puntos porcentuales. La manteca grande, por 200 gramos, de 91,04
pasó el mes pasado a 92,97 (2,1%), el dulce de leche por 400 gramos se ajustó
1,9 por ciento, de 73,73 a 75,14 pesos.
Finalmente el campeón del aumento en todos los rubros fue el pote de yogur
firme que se hace inalcanzable con 51,46 pesos a partir de los 43,36 de mayo,
subiendo 18,7 por ciento.
Las industrias aplicaron aumentos espasmódicos a sus productos, sin
embargo el comercio no cesó en los ajustes y ahora con la contracción constante
del consumo se empiezan a sentir las consecuencias cada vez que suena el lector
de las cajas, sobre todo en grandes puntos de venta.
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