Javier De La Peña es titular de la cooperativa AUT y trabaja para que la lechería mejore las condiciones de precio, en referencia a sus componentes.
Por Elida Thiery (Agrofy News) - “Hoy la situación es bastante peor que la que hubo el año pasado”, comienza explicando Javier De La Peña, vicepresidente de la Asociación Unión Tamberos, sobre la realidad que atraviesan los productores lecheros en estos meses.
Fue en febrero pasado cuando la recuperación de precios al productor se frenó y con ello todo lo que significó un “reacomodamiento financiero” para el sector primario, en referencia a lo que es la relación precio del litro de leche y los precios de los insumos.
“Hay que saber que lo que antes era un litro de leche y dos kilos de maíz, no es más eso; y lo que era la relación casi de uno a uno con soja, o más, ya no existe, por lo tanto la situación de la alimentación de los animales, o el dinero que se va en la compra de productos para la nutrición tiene un impacto mucho más alto del que tenía, repercutiendo de manera directa en la actividad”.
Teniendo en cuenta que las lluvias del fin de semana llegaron para curar en parte a la sequía, el agua apareció a destiempo para el trigo, pero también para las pasturas, mientras que los granos auguran que las precipitaciones retomen cierto ritmo para poder planificar mejor las reservas camino al año próximo.
A diferencia de otras campañas, esta misma situación se llevaba a muchos tambos, sin embargo, la actitud es diferente ahora. “Hoy no lo veo al productor queriendo salir del negocio, sino queriendo entender cómo puede reaccionar para compensar ese aumento de gastos que tiene. Algunos encontraron la solución yendo a producciones bien altas y saliendo de los sistemas típicos”.
Claro que todo este empeyón optimista tiene relación con la recuperación de precios que se dio durante 2019, donde entre febrero y julio la rentabilidad llegó a ser realmente positiva y permitió que el tambo zanje deudas, e incluso permita inversiones necesarias para la producción, de pequeña escala, pero con gran impacto en lo productivo, desde sombras y aguadas, hasta mejores corrales de espera.
Un
mejor pago
Conduciendo
a un grupo cooperativo que cumplió este mes 95 años de historia, De La Peña
trabaja activamente en conseguir mejores condiciones para los productores.
Comercializando cinco millones de litros al mes, de 70 socios, AUT cuenta 300
afiliados en total, brindando servicios e insumos en la principal cuenca
lechera del país.
“El
pago por componentes y calidad tiene que venir lo más rápido posible, pero
tiene que ser a su vez ordenado para que no quede gente afuera del sistema”,
explica el dirigente sobre una progresividad que tiene que evitar que tanto a
grandes y a chicos les genere un impacto negativo en sus liquidaciones
mensuales.
Básicamente
pagar por grasa y proteína la materia prima tiende a salir del esquema actual
por litros, sin distinción de componentes e incluso tendiente a generar el
precio a partir de las bonificaciones comerciales, “que actualmente es manejado
por cada uno de los que paga” y es un aspecto que no puedo ser revertido por
las normativas en los últimos años, ya que se pone un precio por litro y cada
empresa se acomoda para arriba o para abajo, sin dejar referencias concretas en
cuanto a los valores del kilo de grasa o proteínas.
“Lo que
hay que plantearle a los productores es poder avanzar para saber cuánto se paga
por tener una materia prima de calidad, a cuánto el kilo de grasa y proteína,
con UFC (unidades formadoras de colonias) menor a cien mil y menos de 400
células somáticas, que internacionalmente es una barrera altísima. Tenemos que
ordenarnos, poner etapas, ordenar el trabajo en la alimentación, en la higiene
de la maquinaria e incluso en la sanidad de los rodeos, porque la idea es que
esté dentro del sistema la mayor cantidad de gente”.
En este
punto aparece un gran pendiente de toda la cadena lechera, aunque aplica a
otros aspectos del país, que es el trabajo sobre la marginalidad. “Esto está
´in crescendo´, por lo tanto, esta es una pata que el Estado tendrá que
atender, porque si no la leche que no esté dentro de las condiciones
establecidas va a pasar a la marginalidad. Quien cobre poco va a tender a pasar
a venderla en negro”.
Son
muchas entidades las que están trabajando en este sentido, con diferentes
miradas, pero sobre la convicción de necesitar un ordenamiento demorado.
De La
Peña habla de un cronograma lógico de trabajo que se inicie por “generar una
concientización del productor sobre la materia prima que tiene en su tambo,
establecer técnicamente los tiempos necesarios para poder avanzar; y ver cuánto
está dispuesto a colaborar el Estado para evitar la marginalidad en la cadena”,
porque en definitiva “desde la mirada industrial cuánto mejor calidad y más
componentes tiene la leche, más rinde logra y así se consigue una mayor
eficiencia. De ahí para abajo es desde dónde el productor tiene que entender
que su leche debe valer más que una de menor calidad a la que establece el
Código Alimentario”.
El
precio tiene que ser consecuencia del trabajo diario en el tambo, pero en un
esquema de interacción para estas variables.
Claro
que en la cuenca lechera central, “con alta influencia del INTA y muchas
cooperativas, hay más predisposición a la recepción del asesoramiento en este
sentido, con lo cual se puede generar una ventaja respecto a áreas más
alejadas. Las tres principales provincias lecheras, Córdoba, Santa Fe y Buenos
Aires, en orden de litros, son cuencas receptivas al asesoramiento y a entender
nuevas formas de trabajo”, no insumirían modificaciones grandes en la tarea
cotidiana, sino adaptaciones simples que pueden mejorar los resultados en la
materia prima.
Salir
del deterioro
La
lechería en Argentina viene experimentando un desgaste claro, en el que el
cambio en el ordenamiento de las grandes industrias demuestra la debilidad de
un sector utilizado en momentos en los que resulta positivo hablar de la
importancia de la leche en la nutrición y no mucho más. A sabiendas de una
nueva salida del negocio en el segmento de frescos, que ya está cursando Danone
y deberá determinar quién se quede con ese espacio, el reordenamiento constante
de los liderazgos en un lapso de pocos años deja en claro este deterioro
irrefrenable.
“Se
viene produciendo un cambio industrial que muchas veces nosotros como
productores no llegamos a entender, pero impactó a lo largo de toda la cadena y
por eso hay que barajar y dar de nuevo”, sostiene De La Peña, mientras reconoce
que “los productores hemos estado actuando en circuitos chicos y en muchos
circuitos, en vez de tratar de buscar una representación en una mesa grande en
la que vayamos poniéndonos de acuerdo todos en los temas fundamentales, para
luego ir a defenderlos frente al ámbito político que se pueda armar en las
provincias o la Nación”.
El
dirigente es muy autocrítico. “Nosotros no estamos acostumbrados a trabajar en
equipo, eso obedece a una falta de cabeza, de un liderazgo que pueda tener
capacidad para definir los movimientos más lógicos en los momentos precisos,
cosa que si tiene la industria e incluso los diferentes gobiernos”.
Puede
que por las características de la actividad, por la exigencia misma del tambo
el productor no pueda levantar tanto la cabeza para ver más allá de su
tranquera y eso lo lleva a dar peleas más chicas por su sector, en vez de
gestar cambios generales.
“Todos
los productores trabajan con buena voluntad, pero nos cuesta mucho llegar a
consensuar las ideas que tenemos cada uno, que son coincidentes”. El sector
primario quiere el pago por calidad, pero cada entidad lo entiende desde una
mirada diferente y es en esa diversidad que se demoran los avances.
Pero
actualmente hay una convicción más sólida de subir peldaño a peldaño esta
escalera hacia el pago por calidad, donde la política debe gestar la
consolidación de esa senda ascendente para poder lograr los objetivos.
Una
suerte de comisión técnica se está reuniendo en estas semanas de forma virtual
y periódica para lograr homogeneizar los criterios y conseguir el guiño
político para poder poner en marcha una medida muy resistida por la industria,
pero que parece inevitable si la búsqueda argentina es la de reinsertarse entre
los líderes lecheros a nivel global.
La
provincia de Santa Fe no quiso aceptar el desafío de servir como modelo
nacional del caso, pero no se descarta retomar la iniciativa que hoy dentro de
las cooperativas como AUT que sí les liquidan a sus productores por calidad
logran no tener más de diez puntos porcentuales de dispersión en los precios,
lo cual genera un indicativo positivo hacia donde debe orientarse esta
tarea.
“Sabemos
que hay un precio en el cual el productor se puede desenvolver, porque dentro
de la Cooperativa tenemos productores de 150 litros por día, hasta 14 mil. Hay
dos pesos de diferencia entre una punta y la otra”, explicó De La Peña.
En
estas horas las empresas comienzan a confirmar los valores por litro que
pagarán por la leche que se ordeña hasta el final de octubre y sobre el promedio
de 19,07 pesos de septiembre, se estima que las subas oscilarán entre 30 y 40
centavos en alza. Un número que no alcanza a la inflación, que sigue demorado
después de un semestre de quietud, no va a conformar en el tambo y fomentará
más aún este debate sobre la correspondencia de una liquidación por contenido y
ya no por volumen.
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