Tomando sesgadamente un estudio del OCLA, el gremio se baja el precio frente a los costos de la industria lechera.
Por Elida Thiery - Casi como la apertura informal de las paritarias, la semana anterior la Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera de la República Argentina hizo público un video en el que se intenta trasladar el mensaje de tener el sector un bajo costo laboral en la conformación del precio de los lácteos.
Todo esto también se puede mezclar con el apuntamiento que el Gobierno Nacional está haciendo sobre las alimenticias en cuanto a la suba de los precios. Entender que la inflación no nace en el costo de producción de los productos es un desafío fuerte para el Gobierno, que aún debe madurar cuestiones operativas de la economía que son las que realmente empujan el alza constante de los precios, que en un balance interanual da al mes de febrero del 40,7 por ciento. Sólo como ejemplo, los combustibles tuvieron ya 15 aumentos en 15 meses.
La comunicación de Atilra comienza explicando que “la incidencia del costo laboral en la industria láctea es realmente muy baja”. “Al momento de fijar salarios, acordar el precio de la materia prima con los productores tamberos, o pretender justificar el incremento de precios de productos lácteos, los sectores interesados argumentan de manera recurrente que la culpa es del costo laboral, utilizando al trabajador como un chivo expiatorio”.
El sesgo planteado no queda en un recorte de una publicación reciente del Observatorio de la Cadena Láctea donde simplemente se exhiben cifras. Se nombran algunos medios afines en los que se trasladó alguna interpretación poco concreta de lo que se explicó en un cuadro.
Con 11.113 millones de litros producidos en 2020 y un total de 26.846 empleados de la industria lechera, sin contar heladerías, se estima en 1.131 litros procesados por empleado por día.
De un costo laboral estimado bruto estimado en 180 mil pesos por empleado, se puede hacer un promedio en la categoría B, con 10 años de antigüedad, esposa y dos hijos de 147.742 pesos de salario. Esto se traslada en 5,22 pesos por litro de materia prima, mientras que en la salida de fábrica, para el mercado interno y la exportación, se calcula en 41,94 pesos el costo, mientras que en el litro de leche equivalente en ambos mercados se llega a los 63,40 pesos.
El OCLA muestra que el costo de mano de obra sobre el valor de salida de fábrica es del 12,4 por ciento y que la incidencia del costo de mano de obra sobre el valor final al consumidor se sitúa en el 8,2 por ciento. La mayor incidencia está en las empresas de menor productividad y las de generación intermedia de producto, mientras que claramente el gremio sólo toma cifras de las empresas con altísima productividad, que son las menos y que incluso se podría decir que abarcan a no más del diez por ciento de la materia prima en el país.
Lo que intenta explicar el locutor es que “por cada cien pesos que paga el consumidor final 36 van para el productor tambero y 32 para la industria. Ahora bien, tomando como ejemplo la producción de un litro de leche deduciendo el lógico margen de rentabilidad denominado mark up, el costo de inversiones, maquinarias, amortizaciones, mantenimiento de activos fijos, costos financieros, pagos de personal de dirección y fuera de convenio, energía, transporte, insumos, envases, ingredientes, componentes, seguros civiles, sistemas informáticos, de investigación, publicidad y asesoramientos, la incidencia de la mano de obra sobre el costo-producto a la salida de fábrica se ubica en un 4,5 por ciento en promedio, lo cual implica solo $1,60”.
Seguidamente, Atilra intenta explicar que sobre un litro de leche al consumo, que a finales de noviembre de 2020 costaba 60,35 pesos, la incidencia de la mano de obra representaba sólo 2,65 por ciento. “Esto desmitifica el argumento que los salarios generan inflación, impiden una mejora en el precio de la materia prima, o perjudican a doña Rosa cuando adquiere productos lácteos. Cuentas claras, juego limpio. Atilra, más de 75 años de trayectoria y conocimiento en el desarrollo productivo de la industria láctea”.
Concluido el video corresponde aclarar el cálculo, sin dejar de tener en el horizonte de una paritaria que cada año suma una exigencia más y no para los trabajadores, necesariamente, ya que en la última negociación en medio de bloqueos se consiguió una mejora superior a la inflación, al movimiento del dólar e incluso al pago a los tamberos, que venía con ímpetu en el inicio de 2020 y allí se pedía igualarlo, pero con el freno de la pandemia se olvidó ese pedido sindical.
La cuenta se puede hacer rápidamente para empresas promedio, no para las pocas superproductiva. De un litro de leche de 60 pesos, son 5,20 los que corresponden al costo laboral realmente, no menos de dos pesos y en porcentaje se puede oscilar el cálculo entre ocho y nueve puntos, no algo más de dos unidades porcentuales.
Cuando alguna empresa invierte en tecnología, se exige el ingreso de personal, por más que la maquinaria así no lo requiera. Esto lo logran muy pocas empresas a fuerza de condiciones especiales o por contar con otros convenios sindicales. Así se aleja Argentina no de las mejores condiciones para sus trabajadores, sino de la falta de competitividad en la comparación internacional.
En las seis empresas más grandes de Australia, que participan con el 87 por ciento de la recepción de leche, la productividad anual por empleado es de unos 771 mil dólares y 756 mil litros de leche, según datos de Productivity Commission de 2014.
Quiere decir esto que además de estar estancada la producción argentina de materia prima, la relación de los trabajadores por litros supera ampliamente el doble de lo que los líderes del sector consiguen, con salarios buenos, posibilidades de evolucionar en el sector y adaptación a nuevos mercados y condiciones, tales como la de la reciente crisis del coronavirus.
A pesar de haber tenido que tirar leche cruda hace poco menos de un año, en Estados Unidos hay actualmente 149.955 trabajadores, habiéndose expandido la cifra al 0,6 por ciento en el rango anual de 2016 a 2021. En el mismo rango se pasó de más de 96 mil millones de litros de leche cruda a 101.409 mil millones de litros. Esto da un promedio de 676 mil litros procesados.
En Argentina, en ese mismo período se siguió pendulando, cambiando año a año, de 9.711 millones de litros a 11.113 millones, sin superar este tope desde hace unos 20 años. Con la falta de rentabilidad y el alza de los costos de alimentación, no se descarta que para 2021 la producción vuelva a caer.
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