Otra mirada sobre SanCor, ARSA, BAF Capital y Vicentin

A continuación reproducimos un texto escrito por el abogado de Atilra, Ignacio Iudica y la antopóloga Virginia Sabao. Ambos intervinieron en el proceso de reincorporación de 21 trabajadores que producian el queso Mendicrim en la planta de Arenaza que tenía SanCor y se vendió a Alimentos Refrigerados Sociedad Anónima.
Si bien en el análisis se hace mención en dos oportunidades al Gobierno anterior, se elude la mención de la influencia negativa que tuvieron las negociaciones de los mandatos de Néstor y Cristina Kirchner con Venezuela, donde el auxilio económico inicial fue seguido por un compromiso comercial entre ese país y la cooperativa, que todavía tiene pagos de importancia pendientes y deterioran la realidad de la Cooperativa. 
También es dable aclarar que la marca SanCor nunca estuvo en juego, que algunos de los negocios mencionados aún no se terminaron, que la Justicia siempre acompañó cada proceso y que habría que analizar la influencia sindical en el crecimiento y achicamiento de la cooperativa.
Del mismo modo, no se hace alusión a la falta de manejo del negocio que se tuvo por parte de Alimentos Refrigerados SA, incluso desde el inicio de la gestión, que ahora desencadena en la intención desprenderse del sector lechero y que por impedimentos legales, sólo se pudo derivar al manejo que pueda hacer La Suipachense.


Ignacio Iudica y Virginia Sabao

Desde sus inicios SanCor fue protagonista de la historia argentina no sólo por su modelo productivo de asociación de pequeños productores lecheros que, decidieron iniciar un proceso de desarrollo expansivo y agregar valor a la materia prima (leche).

Fue la propulsora de las economías regionales en Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires, provincias dinamizadas por la construcción de industrias en el núcleo de las cuencas lecheras. Fue también el estandarte del modelo cooperativo de producción y de una concepción que se sustenta en la perspectiva de la función social del capital. Fue la semilla del emprededorismo y del know how, transversalizados a nuevos negocios, como el seguro, la salud, la tecnología, y aún en contexto de la pandemia, inaugurando el negocio de la banca digital.

Fue sinónimo de pluralismo, democracia y representación federal a través de un sistema de consejeros que residían en distintos puntos de su zona de actuación. A su vez, SanCor fue la creadora de miles de puestos de trabajo, dando nacimiento a un pujante sector de la economía argentina, el de la industria láctea.

Pero la “crisis” de SanCor, expresa las transformaciones profundas de la acumulación, en el contexto actual de la república Argentina, que, además tomó fundamental impulso con la llegada de Mauricio Macri a la presidencia. El traspaso del gobierno presidencial en el contexto de 2016, representó grandes consecuencias para el mundo empresarial/productivo en general y para sistemas de producción del estilo cooperativo y centrados en la transformación de materia prima como es el caso de SanCor. Todo el contexto de transformación de las modalidades de acumulación de capital, estimuladas desde la reinstalación de las políticas neoliberales en el gobierno nacional en el siglo XXI en Argentina, condujo a una mutación de la función del sistema de producción en el proceso de acumulación y concentración de activos. En este nuevo contexto, la función de gran parte de los establecimientos fabriles, pasó a constituir una mediación, pantalla o velo para la estimulación de la especulación financiera.

Durante los 90, el cierre de establecimientos implicaba un vaciamiento en función de establecer liquidez en dinero para la inversión en forma directa en el sistema financiero. Sin embargo, el ingreso al siglo XXI, implicó una sofisticación de la especulación financiera. Dónde el vaciamiento se realiza de modo lento, pero persistente, de modo que sistemas de compra-venta de activos como deuda, acceso a subsidios estatales, créditos bancarios, o la creación de un campo nuevo de negocios financieros y a plazos que no se vinculan con los circuitos habituales de intercambio de capital y mercancías, configuran una nueva forma de articulación del vaciamiento del sistema fabril y de la especulación financiera.

SanCor, por su parte, se encontró “sobre-estresada” durante el gobierno de Mauricio Macri, por la exigencia de un plan de ventas de activos impuesto y de la reducción de puestos de trabajo, a cambio de “salvatajes estatales” que, serían finalmente destinados a fideicomisos creados ad hoc, que, por su parte, no produjeron los efectos hipotéticamente planteados.

SanCor se comprometió en la toma de créditos, dando en garantía su bien más preciado, la marca. En forma inmediata, se encontró con la imposibilidad de responder a las obligaciones asumidas, debiendo desprenderse de valiosísimos activos comerciales como las plantas de Chivilcoy y Morteros, la marca de leche Tres Niñas y Angelita vendidas a Adecoagro, la leche Sancor Bebe a Johnson, Tholem a Milkaut, las plantas de Charlone -Queso azul- a San Gotardo, la planta de Centeno a La Tarantella, Brinkman a Alaisa y Coronel Moldes a Cooperativa de Tamberos de Huanchila, y la planta de Porteña a Arla Foods.

Sin embargo, las ventas más emblemáticas, son a nuestro entender, las de las plantas fabriles de Arenaza y Córdoba junto a la marca de Yogures Yogs y el Shimmy, junto al Centro Distribuidor de Córdoba, a Vicentin Family Group. Estas ventas, dieron lugar, al posterior despido de los 21 trabajadores del Mendicrim, que fueron reincorporados por efecto de la lucha y movilización de los despedidos, el gremio ATiLRA y el pueblo de Lincoln en una histórica cruzada en defensa de los puestos de trabajo, en la tierra dónde se forjó el Mendicrim.

Esta venta, no fue una operación comercial más. Según nuestro análisis, esta transferencia, marca un hito en la industria láctea no solo por la incorporación de un actor extra sector, como Vicentin, quien evitó en todo momento develar la propiedad de estas marcas y de los establecimientos que tomó a su cargo. Sino porque, además, existe otro operador de las empresas en la práctica, BAF CAPITAL, del cual se halla francamente oculta o velada su responsabilidad respecto de los activos mencionados. Es decir, que aún en el caso de que la justicia a cargo del proceso concursal de Vicentin, habilitase la venta de ARSA a un tercero, cualquiera que esté fuera debe negociar, además, con BAF CAPITAL, el management del negocio y responsable solidario sobre los puestos de trabajo. BAF Capital VG, es una sociedad holandesa controlante de tres sociedades, una en Argentina, otra en Brasil y otra en Uruguay cada una constituida bajo dichas jurisdicciones.

La operatoria de BAF CAPITAL es la siguiente, sus clientes son empresas no financieras a las cuales les prestan dinero. En general son empresas que como SANCOR no poseen capacidad de endeudamiento bancario. Luego, esos préstamos se transforman en activos financieros, y se colocan en el mercado de capitales. Mediante este procedimiento de transformación en activo financiero y posterior colocación en el mercado de capitales, BAF CAPITAL obtiene nuevos flujos de dinero que vuelca en nuevos préstamos a empresas no financieras.

Además, BAF CAPITAL, tiene otra sociedad que es BAF Management, que se vuelve operativa en el caso de mora del deudor. Por lo tanto, en supuestos de impagos del crédito, BAF realiza un cambio de administración e inicia la gestión de la empresa deudora con el objetivo de realizar el pago de deuda. Esta dinámica, implica entonces, una nueva forma de concentración y acumulación de capital que viene experimentándose de modo habitual en el campo de las operatorias de cereales y en la actualidad, está transfiriéndose al campo de la producción fabril, y de los lácteos en particular.

De este modo, podemos pensar al caso SanCor, como una expresión de las transformaciones mencionadas, dónde el capital financiero coloca al capital productivo como apariencia para la triangulación, la elusión y la desafiliación respecto del contexto territorial nacional y local. Con el consecuente desdibujamiento de responsabilidades respecto de la relación laboral.

El caso SanCor, devela, a nuestro entender, el desarrollo vertiginoso de una nueva etapa en la industria láctea, donde la lógica de lo financiero corre a la industria, donde el trabajador pasa a ser parte del inventario y dónde las transferencias no solo resultan ser anónimas, sino que ahora son invisibles, aparecen como fantasmagorías y resultan en una muy compleja delimitación material de la del derecho de propiedad y las consecuentes responsabilidades que este conlleva.

En esta nueva coyuntura y frente a este escenario, los actores del sector, proveedores, trabajadores y Estado Nacional, deben establecer con urgencia nuevas defensas que permitan la no vulneración de gran parte de los derechos adquiridos en una larga historia de luchas obreras y sociales en nuestro país. 

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